Capitulo 12

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CRUZ

No puedes dejar a un chico “dormir la mona” cuando apenas ha bebido algo.

Unos pocos tragos de tequila no hacen un Cruz borracho.

Yací de espaldas en la cama y observé fijamente el ventilador blanco del techo dando vueltas lentamente.

Dejar que todo el mundo a mí alrededor pensara que sólo vivía de una fiesta a la siguiente siempre fue fácil.

Ocultaba la verdad.

Me gustaba fingir ser despreocupado.

Siempre fue mejor que la verdad.

Dejar que Sisi Ponte pensara que era tan superficial como la convencí, dolía como un hijo de puta.

No quería ver la decepción y el disgusto en sus ojos.

Lo único que me contuvo para no soltar la verdad mientras continuaba y continuaba hablando sobre mi comportamiento fastidioso, fue el hecho de que la verdad era peor.

Extendiéndome, tomé el osito de peluche blanco que yacía junto a mi cabeza y lo sostuve en alto ante mi nariz.

Era de Sisi.

Tenía su olor.

Este era el apartamento de su lamentable padre, pero esta debía de ser la habitación de Sisi.

Quedarse aquí no iba a ser posible. Sólo pensaría en todo lo que no podía tener. Volví a colocar el oso en su sitio y me levanté.

Benicio era mi mejor amigo.

Claro, éramos un grupo, pero Benicio era al que más quería.

Siempre parecía saber más de lo que yo quería, pero nunca decía nada.

En vez de hacerme preguntas como hacía Iván cuando éramos niños, Benicio me traía una comida extra todos los días.

Nunca lo mencionaba. Sólo lo hacía.

Cuando estuve amoratado por los ataques de uno de los “novios” borrachos de mamá, Andrés e Iván me preguntaron por qué.

Benicio cambió de tema y luego se deslizó en la oficina de la escuela para conseguirme una aspirina que colocaría casualmente en mis manos sin explicación.

Los chicos eran mi familia, pero Benicio era mi hermano. La sangre no importaba. Se preocupaba cuando nadie más sabía que había algo por lo que preocuparse.

Debía dejar ir esta fascinación que tenía con su hermana. También tenía que bajar las escaleras y celebrar con él.

Había encontrado a alguien digno de él. Estar encerrado y de mal humor porque Ernesto Heredia se apareció con Sisi era injusto.

Benicio no se merecía esto.

Bajé las escaleras y entré en la sala de estar.

Cuando entré en la habitación, Allegra me sonrió y caminó hacia mí.

Se encontraba rodeaba de invitados, pero su atención se posó sobre mí. Podía ver la preocupación en sus ojos. Si alguien entendía mi vida siquiera un poco, esa sería Allegra.

También tenía un árbol genealógico de mierda.

-Has vuelto- dijo con una sonrisa que me permitió saber que se alegraba de que hubiera vuelto.

-Sí, supuse que las cosas tuvieron tiempo para calmarse. No quería perderme esta noche. Lo siento por lo de antes- me detuve ante eso. No podía explicarle nada más.

Sólo por ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora