Capítulo 32

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CRUZ

Sisi me evitaba y yo dejaba que lo hiciera.

Uno de nosotros tenía que ser lo bastante fuerte para evitar que la hiriera.

Ella lo descubrió y ponía un gran alto a cualquier interacción entre nosotros.

No la vi después de que me dejó, observándola irse de Bash Secrets, hasta la clase de cálculo de la semana siguiente.

Cuando entré en el salón, la encontré de inmediato. Unas cuantas personas la rodeaban y se encontraba sentada en el fondo del aula, en lugar del asiento cerca del frente, donde se sentó la semana pasada.  

Chica inteligente. 

Tomé asiento en la parte delantera y no volví a mirarla.

Sólo me  distraería.

El imbécil que había estado mirando su camiseta la semana pasada, hoy se hallaba detrás de ella. Quería comprobar y asegurarme que no se reclinaba detrás de ella.

Necesitaba mantener los ojos para sí mismo. 

Me debatía sobre dar la vuelta y comprobarla o mantener mi atención en la pizarra, cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo.

Lo saqué y vi el nombre de Agustin parpadeando en la pantalla.  Ese era el teléfono de emergencia que le di a mi hermano.

También eran pasadas las nueve de la mañana.

Él debería estar en la escuela. Algo andaba mal.

Agarré mis libros y me apresuré a salir del salón de clase. 

-¿Agus?- pregunté mientras me detuve en el pasillo. 

-Mamá no vino a casa anoche y Taly tiene una fiebre muy mala. La tuvo toda la noche y  usé trapos fríos en su cabeza y le di algo de Tafirol, pero sigue aumentando. No quiere comer y ahora sólo llora muy suave.

Mierda. Salí corriendo por el estacionamiento. 

-Está bien, ve a mojar más trapos y ponlos sobre su piel. Consigue que beba algo de agua con hielo y dile que voy en camino.

Odiaba a mi madre.

No tenía cualidades salvables. Si algo le pasaba a Taly por su negligencia, la iba a matar.

-Sebas, ve a conseguir un poco de agua con hielo- instruyó Agustin- Voy a mojar más trapos. 

-Estaré ahí pronto. Cuídala. Llámame si empeora. 

-Lo haré- aseguró Agustín y luego colgó el teléfono. 

Desbloqueé el Jeep y abrí la puerta al mismo tiempo que escuché a Sisi llamándome.

Mirando hacia atrás, la vi corriendo detrás de mí. 

-Cruz, espera, ¿qué pasa?- preguntó en una voz con pánico. 

-Problemas familiares. Me tengo que ir- le contesté.

Odiaba huir de ella cuando era amable, pero Taly me necesitaba.

Arranqué el Jeep y la puerta del lado del pasajero se abrió y Sisi saltó dentro.

Ah, diablos.

-Sisi, no tengo tiempo para esto. Me tengo que ir.

Asintió- Sí, tienes que irte- agregó- Vete. 

-Entonces sal de mi Jeep- repliqué, frustrado. 

-No. Nunca estás ansioso o preocupado. Nunca. Algo está mal y necesitas ayuda- tenía razón, pero no la iba a llevar al remolque de mi madre. 

-Sisi, por favor- fui interrumpido por el timbre del teléfono. Mierda- ¿Qué?- pregunté, poniendo el Jeep en reversa.

No tenía tiempo para discutir con una  mujer obstinada.

Mi hermanita me necesitaba. Este no era el momento para preocuparme por mi orgullo.

¿Entonces, qué si Sisi veía el lugar donde crecí?

¿Por qué me preocupaba?

No era como si estuviera tratando de impresionarla.

 -Ella bebió el agua y luego vomitó- dijo Agustín.

La tensión en su voz me decía que se encontraba asustado.

Esto no era algo con lo que los niños deberían tener que lidiar.

Agustín tenía que ser el adulto a los once y eso me ponía furioso.

-Está bien, mantén las toallas frías y ponlas sobre ella. Estaré ahí en cinco minutos.

-Está bien, lo haremos- contestó y colgó.

Dejé caer el teléfono en mi regazo y presioné el gas mientras salía a la carretera- Ponte el cinturón de seguridad, Sisi.

Podía verla abrochándose el cinturón por el rabillo de mi ojo.

-¿Qué pasa? ¿Quién era? - empezaba a tener pánico. 

-Era mi hermano. Mi otro hermano. Tiene once. Taly, mi hermanita, está enferma y mi patética madre no ha estado en casa toda la noche. Agustín y Sebas dijeron que está muy caliente y no quiere comer o beber. Consiguieron que tome un poco de agua y entonces vomitó.

-Oh, Dios- contestó- De acuerdo. Va a estar bien. Tenemos que llevarla al hospital. Pescó una fiebre, que vomite suena como un síntoma de fiebre alta. Dame el teléfono- ordenó, tomándolo antes de que pudiera entregárselo. 

-¿Qué estás haciendo?- pregunté.

-Llamando a tu hermano- contestó, mientras masticaba sus uñas nerviosamente.

-Hola, Agustín, soy Sisi. Soy una amiga de tu hermano. Escucha, ve al congelador y consigue todo el hielo que tengas. Ve y frótalo por la frente de Taly, sus mejillas, sus labios e incluso arriba y abajo de sus brazos. Enfriarla es muy importante.





Continuará...

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