Capítulo 60

495 21 2
                                    

CRUZ

Cande había sido un salvavidas este fin de semana.

Había llegado al apartamento y se quedó con los niños mientras yo trabajaba.

Incluso Iván vino las dos últimas noches. Ella había hecho galletas para los niños y los dejó a cada uno hacer sus propias pizzas caseras.

Parecía como si se estuviera divirtiendo tanto como ellos.

Y se negaba a dejarme pagarle por cuidarlos.
Incluso había estado a las seis de la mañana del lunes para ayudarme a prepararlos para la escuela y trajo una caja de comida para llevar.

Ellos habían visto las cajas de almuerzo, como si no supieran qué hacer con ellas. Sabía a ciencia cierta que comían comida gratis en el comedor desde el primer día de jardín de infantes y ni una vez mi mamá les empacó un almuerzo.

Agustín me miró cuando Cande le entregó la caja de almuerzo de Iglú negro sólido y sonrió- Me envolvió el almuerzo- dijo con voz asombrada.

Si no hubiera estado preocupado de que Iván me golpeara el trasero, le hubiera agarrado el rostro y besado.

No tenía idea de lo mucho que su amabilidad significaba para ellos.

Los dejé seguros en el autobús escolar y ahora estaba completamente despierto.

Mis días de dormir habían terminado.

En el momento en que llegué a mi clase de las diez, me sentía alterado por la cafeína.

Me serví mi primera taza de café cuando un golpe sonó en la puerta.

¿Quién demonios era?

Puse mi taza sobre la mesa y me acerqué a la puerta.

Cande se quedó fuera, con Ivan detrás de ella. Parecía ansiosa.

-Hola. ¿Se te olvidó algo? - le pregunté, dando un paso atrás para dejarlos entrar.

Cande entró, seguido de Ivan, que cerró la puerta detrás de él.

-No. Queremos hablar contigo de algo- dijo Cande, mirando hacia Ivan.

-Está bien, eh, ¿Quieren un café?- pregunté.

-No, gracias. ¿Podemos sentarnos?- preguntó Cande.

Por lo general, debería ser menos paciente tan temprano en la mañana, pero después de todo lo que hicieron por mí en los últimos días, me abriría una vena y les daría una pinta de sangre si eso era lo que querían.

-Claro. Tomen asiento- los dirigí hacia el sofá.

Me senté en la silla frente a ellos y tomé un sorbo de mi café, mientras esperaba a que digan lo que fuera que habían venido a decir.

Cande respiró hondo- No sé si has notado que últimamente no hemos estado cerca. Al igual que en el Bash Secrets Bar, no estamos allí tan a menudo y no hemos estado dejando mucho la casa. 

Había estado demasiado envuelto en mi mundo con Sisi como para notar a ninguna otra persona.

Me limité a asentir en lugar de explicar la forma en que había estado inconsciente.

-Bueno, Iván y yo hemos tratado durante más de seis meses para quedar embarazados. El mes pasado fuimos a un especialista y me dijeron que había una probabilidad de un uno por ciento de que jamás vaya a concebir. Dijo que podíamos probar diferentes procedimientos que tenían, pero que costaría miles de dólares por adelantado- hizo una pausa y miró a Iván de nuevo.

Había envuelto su brazo alrededor de sus hombros y la metió contra su lado.

No sabía si quería que yo comentara esto, o cómo demonios tenía algo que ver conmigo.

Así que esperé por más.

-Nos registramos en la adopción, pero también cuesta miles de dólares adoptar un bebé y te ponen en lista de espera. No es fácil y no tenemos miles de dólares. Tendríamos que conseguir un préstamo e incluso entonces, podríamos no conseguir la aprobación para uno. No habría garantía. De todas formas, empezamos a hablar de la adopción de un niño mayor. Uno en el sistema estatal que necesita un hogar. Quiero una niña- se le llenaron de los ojos lágrima mientras decía la palabra “niña”- Mi mamá era muy parecida a la tuya. Ella no quería tener mucho que ver conmigo. Entonces se fue con uno de sus novios cuando tenía ocho años y nunca la volví a ver. Recuerdo acostarme en la cama por la noche y fingir que había una mamá que me quería. Iba a venir a buscarme un día y me amaría- Cande se detuvo y levantó la mano para limpiar una lágrima que rodaba por su mejilla- Vi a Taly y la quise inmediatamente. Era justo lo que quería. Una niña que podría amar y criar como mía. Sabía que nunca separarías a los niños. Lo entendí. Así que este fin de semana me ofrecí a quedarme aquí porque quería pasar tiempo con ellos.

Respiró hondo y parpadeó para contener las lágrimas llenando sus ojos de nuevo.

-Los quiero. Agustin y su dulce naturaleza cuidadosa, me recuerda mucho a ti. Y Sebas es tan gracioso y encantador cuando se abre. No esperan nada y eso me rompe el corazón. Quiero darles todo. Quiero amarlos y asegurarles que tienen un hogar. Le rogué a Iván que viniera conmigo la noche del sábado para quedarse con ellos. Quería que llegara a conocerlos. Él se enamoró- sorbió por la nariz y le sonrió- Taly lo envolvió alrededor de su dedo meñique en cuestión de minutos y él estuvo de acuerdo en que Agustín es parecido a ti, así que por supuesto lo amó. Entonces Sebas te conmueve. No puedes evitarlo. Sé que acabas de perder a su madre y las cosas están perturbadas para ustedes. No quiero entrar en tu vida y romper todo. Sólo quiero saber si hay alguna posibilidad de que consideres dejar que Iván y yo tengamos a los niños. Tenemos la habitación. Has visto la nueva casa que estamos alquilando. Les haría almuerzos e iría a las excursiones. Haríamos galletas y cortaríamos nuestro propio árbol de Navidad cada año. Nunca estarán solos. Los quiero. Los dos los queremos.

Cuando levanté la mirada del esperanzado rostro de Cande, noté las lágrimas contenidas en los ojos de Iván y supe mi respuesta.

Querían darles lo que yo no sería capaz. Sería el hermano mayor que no recuerda empacar sus almuerzos. Iría a la escuela y los partidos y trabajaría todo el tiempo. Ellos sabían que los amaba, pero se valdrían por sí mismos una gran parte del tiempo.

Con Iván y Cande, tendrían padres. El tipo de padres que nunca llegaron a tener. De aquellos que les darían una vida segura y feliz.

Esta no era una oportunidad que se le daba a la mayoría de los niños en su situación.

Incluso había una buena probabilidad de que el juez no me diera a los niños. Los llevaría y los separaría en cuidados de crianza.

-Serían los niños más afortunados que conozco por tenerlos como padres- le contesté.

Cande dejó escapar un sollozo y se tapó la boca con la mano.

-Voy a llamar a su trabajador social y empezaremos por allí.








Continuará....

Sólo por ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora