Capitulo 21

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SISI

¿Por qué hacía esto?

Me merecía el premio a la estupidez.

Pero, ¿cómo se supone que una chica diga que no a sus bonitos ojos azules?

Era imposible.

Cuando se proponía llamar tu atención, era increíblemente difícil de ignorar.

No se hallaba en paz con lo que pasó entre nosotros.

Sabía de qué se trataba todo esto. Necesitaba sentirse bien con todo.

Él y Benicio eran cercanos. Probablemente se sintió culpable.

Cuanto antes alivie su culpa, más pronto que podría distanciarme.

Esto de ser amigos no era lo que quería. No era amigo de las chicas.

Tenía amigos. Un montón de amigos.

Ninguno de ellos eran mujeres.

Una vez que estuvimos fuera del edificio de matemáticas, agarré su brazo y lo aparté de la multitud y lo puse bajo un roble.

No había necesidad de que fuéramos a tomar un café y fingir.

Sólo le daría la oportunidad de meterse más debajo de mi piel.

-Escucha, sé lo que te preocupa. Lo entiendo. Se trata de Benicio. Así que lo que necesites que haga para aliviar tu conciencia y así puedas seguir con tu feliz y despreocupada vida, sólo dímelo. No pretendamos que seremos amigos. Porque, sinceramente, no puedo ser tu amiga. Nunca funcionaría.

Se quedó en silencio mirándome cuando mi pequeña “aclaración” se convirtió en un discurso en toda regla.

No tenía intención de dejarme llevar, pero lo hice. Me volvía loca mirarlo y sentir que mi cuerpo se excitaba por su cercanía.

¿Qué tenía este chico que me hacía odiarlo?

-No se trata de Benicio. Desearía tanto que fuera eso. Pero no lo es- extendió la mano, la puso en mi cintura y me acercó más a él. Oh Dios... No era lo que esperaba- No puedo dejar de pensar en ti, . Trato. Trato todo el maldito tiempo, pero no puedo- vaya, mis rodillas se sintieron un poco débiles- Quiero estar cerca de ti. No logro mantenerme alejado.

Vaya al doble.

No podía formar palabras en este momento.

Un mechón de su cabello rubio pálido cayó en su ojo y yo quería meterlo detrás de su oreja.

Tocarlo.

Pero no lo hice.

Me acercó más.

-¿Podemos ser amigos? ¿Me perdonas por esa noche?

La palabra “amigos” regresó una vez más.

Odiaba esa palabra.

Nunca había sido amiga de alguien que aceleraba mi corazón y hacía hormiguear mi cuerpo.

¿Cómo podría manejar ese tipo de relación?

-Podemos tratar- dije ahogadamente.

Su mano se deslizó detrás de mi espalda y se instaló en la curva por encima de mi trasero.

Los amigos no hacían eso.

No hacía un buen trabajo con esta cosa de ser amigos.

-Voy a ser bueno. Te lo prometo. Voy a ser el maldito mejor amigo que hayas tenido- su voz se redujo a un susurro ronco. Me estremecí por el sonido sexy- Mmm, voy a tener que trabajar en ello- agregó- Sentirte temblar. Me gusta. Voy a querer sentirlo más.

Tragué saliva e intenté controlar la emoción en mi voz- Los amigos no se acercan tanto, Cruz- dije y empecé a dar un paso atrás cuando me jaló con fuerza hacia él.

-No, Sisi, no lo hacen. Pero no puedo dejar de quererte cerca ¿Podemos ser amigos cercanos- preguntó, bajando la cabeza hasta que su aliento cálido cosquilleó mi oreja. Cerrando los ojos con fuerza, agarré sus brazos para mantenerme firme. ¿Qué hacía?- Me gustas cerca. Muy cerca.

-¿Te has vuelto jodidamente loco?- la voz de Francisco Blanco rompió el hechizo en el que había caído y encontré la fuerza para separarme de él.

-No te metas en esto, Fran- gruñó, volviendo sus ojos entrecerrados a Francisco.

-¿Y dejar que hagas que te golpeen hasta morir? Porque si la tocas, ninguno de tus amigos te van a cubrir la espalda cuando Benicio te mate.

-Dije que no te metas en lo que no te importa.

Francisco sonrió y negó con la cabeza- No voy a hacer eso. Puedes ir a buscar a otra amiga con derecho. Sisi está fuera de los límites. La lastimas y luego lastimas a Allegra. No puedo dejar que suceda eso. Así que ya ves, esto se vuelve personal.

Francisco siempre había sido protector con Allegra.

Habían crecido juntos y eran mejores amigos.

Benicio tuvo problemas con él algunas veces, pero con el tiempo comenzó a aceptarlo. Sobre todo porque Francisco se enamoró de Sofia.

-Somos amigos. Déjalo estar- se volvió para enfrentar a Francisco. Esto no se veía bien.

-Fran, tiene razón. Somos sólo amigos. Déjalo. No somos y nunca seremos nada más que amigos. Lo prometo.

Movió la mirada de Cruz a mí.

La preocupación y la incredulidad en sus ojos cuando se encontró con mi mirada suplicante fue difícil de no ver.

No nos creía. Pero esto no era asunto suyo.

-Bien- arrastró las palabras- pero me aseguraré que siga siendo así.

Cruz apretó los puños a sus lados.

-Lo será- le aseguré.

Me dio un último movimiento de cabeza, luego se volvió y se dirigió hacia el edificio de matemáticas del que acabábamos de salir.

-Y esa es una de las muchas razones por las que podría ser un problema que seamos amigos. Todo el mundo sabe que no eres amigo de las chicas- no era como si pudiéramos decirles que ya nos habíamos acostado y superado.

Francisco Blanco, es la última persona en la tierra del que necesitamos tomar un consejo. Claro, nunca he sido amigo de una chica, pero nunca ha habido nadie de quien quisiera ser amigo. Eres diferente. Quiero mantenerte cerca.

Yo no iba a hacer lo correcto.

Iba a hacer una estupidez.

-Está bien. Seremos amigos.

El rostro de Cruz se iluminó con una gran sonrisa que hizo que mi estúpida decisión pareciera brillante en el momento.

-¿Podemos ir a buscar ese café?- preguntó.

-Claro. Lidera el camino- le contesté.





Continuará....

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