Epilogo 1

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SISI

Cuando tenía 16 años, estaba segura de que nunca amaría a nadie tanto como a Cruz Navarro. 

Claro, era el mejor amigo de mi hermano y solo me veía de niño, pero yo lo amaba. 

Cada sueño que tuve fue sobre Cruz. Aunque era un gran jugador y coqueteaba con todas las mujeres, lo amaba. 

Ni una sola vez pensé que podría amar a un hombre tanto como amaba a Cruz Navarro. 

Y tenía razón. Incluso a los dieciséis años. Estaba muy en lo cierto. En tres días se suponía que me casaría con el hombre que había amado durante los últimos siete años. 

Las lágrimas me quemaban los ojos mientras pasaba los dedos por el vestido de satén blanco que había hecho especialmente para mí. 

Para nuestro día especial. El día que había soñado mucho antes de que Cruz Navarro me amara.

-¿Sisi?- Allegra preguntó cuando se abrió la puerta de mi habitación- ¿Estás bien?

Comencé a asentir con la cabeza y luego dije: -No- su mano descansaba en mi hombro.

-¿Qué viste? Creo que ese mensaje de texto es algo que necesita tener la oportunidad de explicar. Una vez que Benicio lo encuentre, si vive después de eso, entonces deberías hablar con él, querida. No, arruines todo todavía. Dale una oportunidad, si no está en el hospital, para que se explique- no quería que Benicio lo lastimara. Incluso después de ver ese mensaje de texto en el teléfono de Cruz. 

Dejó su teléfono celular en el auto cuando lo recibí esta tarde después de que hicimos la prueba final de su esmoquin.

Enzo: mismo lugar. Lista para ser cogida tan duro como lo hiciste la última vez. Mi vagina está toda mojada.

Estaba sentada en mi auto, mirando el mensaje de texto de Enzo, quien sabía que era su jefe. 

Y fue, lo último que revisé, un chico. 

Casi había marcado el número dos veces, pero no había podido. 

Revisando sus otros contactos, encontré a otro Enzo pero era un número diferente. 

La única explicación era que estaba usando el nombre de Enzo para ocultar algunos ... algunos ... números de teléfono de las perras. 

Me sentí mal de nuevo.

-No puedo creerlo. Pensé ... quiero decir, actúa como si me amara. Siempre está conmigo. Nunca me dio ninguna sospecha ...- me detuve, mirando mi vestido de novia.

-Él te adora. Por eso este texto no tiene sentido. Así que respira hondo. Tomemos una copa de vino. Puedes volver a mi casa si no quieres quedarte aquí- me había quedado en el apartamento donde vivía con Cruz, esperando que volviera a casa. Tenía que trabajar esta noche. 

Benicio lo había perseguido de inmediato. 

Allegra había llamado a Ivan y Andrés y les había dicho que fueran tras Benicio. Tenía miedo de que matara a Cruz.

-No veo cómo puede haber una explicación para esto- dije sentándome.

-Si llamas al número, tal vez eso responda a tu pregunta. Tal vez Enzo fue… una broma…- se calló. Eso no fue muy creativo. Pero tampoco lo era el hecho de que Cruz me estaba engañando. El me ama- Estoy llamando al número. Tiene que haber una explicación. Necesitamos resolver esto antes de que tu hermano mate a tu prometido- dijo Allegra, sacando el teléfono de la cama, donde me había caído. 

Marcó el número y se lo acercó al oído. La vi, conteniendo la respiración. Cuando sus ojos se abrieron, mi estómago cayó y mi pecho se sintió como si hubiera explotado.

-¿Quién eres?- preguntó, pasando de la sorpresa a la ira- ¿Marilyn quién? ... Allegra Ponte. Ahora, responde mi pregunta- Allegra estaba frunciendo el ceño.

-¿Cómo conoces a Cruz Navarro?- Allegra cerró los ojos y maldijo- Ella cortó el teléfono

No pude hablar. O respirar. O hablar. Me incliné y agarré mis rodillas, queriendo despertar de esta pesadilla. 

Esto tenía que ser una pesadilla. Una horrible.

-Su nombre es Marilyn Castellano. Estaba en el club. Escuché a Juan sonando de fondo- Marilyn Castellano. No era Enzo. Fue Marilyn Castellano. No conocía a Marilyn. No conocía a nadie con el nombre de Marilyn. Oh Dios, quería gritar, pero no podía respirar lo suficiente para gritar.

-Estaba tratando de mantener una actitud positiva al respecto, pero ahora espero que Benicio le golpee el trasero- dijo Allegra, arrojando el teléfono sobre la cama.

-Vamos a casarnos- le dije, mirando a Allegra- El sábado. Íbamos a prometernos el uno al otro para siempre. No lo entiendo- un sollozo salió de mí, me acurruqué en el sillón y dejé que el dolor en mi pecho se liberara. Tenía que hacer algo antes de que se rompiera.

-Lo siento, cariño. Lo siento- Allegra se sentó a mi lado, tratando de calmarme, pero no ayudó. 

Nada ayudaría jamás. 

No podía superar esto. Ojalá no tuviera esta vida



Continuará....

Sólo por ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora