Capitulo 42

446 23 0
                                    

SISI

Oí el chasquido de la puerta de enfrente cerrarse y miré la puerta del dormitorio para ver si Cruz aparecía.

No lo hizo.

Miré por encima de Taly, que veía la televisión otra vez después de explicarme que esta chica era la niñera de un puñado de niños y que un par de ellos eran adoptados y me giré en la cama.

-Enseguida vuelvo- le aseguré, cuando volvió la cabeza llena de rizos para mirarme. Sonrió y volvió a ver su espectaculo.

Cerré la puerta de la habitación al salir y me dirigí a la sala.

El sonido de la ducha respondió a mi pregunta. Cruz había vuelto a casa desde el gimnasio todo sudado y quería estar limpio.

Qué mal.

Me hubiera gustado verlo sudoroso.

Me acerqué a la heladera y saqué el pollo frito y galletas que Taly me ayudó a preparar.

Cruz debía de tener hambre después de estar en el gimnasio durante tres horas.

Encendí el horno y puse una pechuga de pollo y una pata junto con un par de galletas en una bandeja de horno, luego la deslicé dentro.

No era una fan de la microonda. Estaba segura de que era la causa de todo tipo de problemas de salud.

El agua de la ducha dejó de escucharse y las mariposas en mi estómago empezaron a subir mientras esperaba ansiosamente volver a verlo.

Era ridículo que estuviera tan emocionada por ello.

Sólo había estado fuera tres horas.

Cuando abrió la puerta del baño, Cruz salió con nada más que una toalla alrededor de su cintura.

No había palabras para esto. Nada se le comparaba. Sus ojos se encontraron con los míos y una sonrisa tocó sus labios.

-¡Hola!- dijo mientras se acercaba a mí. No me moví de mi lugar en la cocina.

-Hola- me las arreglé para responder.

Mantener los ojos fuera de su cuerpo y sobre su rostro era otro problema.

-Algo huele bien- miró hacia el horno y luego a mí- ¿Sabes cocinar?

-Tal vez.

Cruz bajó la cabeza hasta que su boca se cernía sobre la mía- Sexy como el infierno y además cocinas, Dios, cariño, no podría haber conseguido nada mejor.

Riendo, me puse de puntillas para besarle en la boca antes de dar un paso atrás y revisar su pollo.

-Taly me ayudó- le dije.

-¿En serio? Creo que es necesario comprobarlo otra vez- dijo con una sonrisa maliciosa en su rostro mientras me daba la vuelta.

-Necesita unos minutos más- le expliqué- admiraba la vista. Dejé que mi mirada viajara por su cuerpo húmedo, apenas cubierto y a continuación, volvía a subirla- Podría decir lo mismo- le dije.

Los ojos de Cruz se oscurecieron y ardieron al instante- Me miras así de nuevo, y te meteré en el baño y te tomaré contra la pileta.

Di un paso hacia él- ¿Es una amenaza o una promesa?

Cruz alcanzó mi cintura y me jaló hacia él, cuando se abrió la puerta de la habitación.

Taly salió saltando y sonriendo.

-Cuz- gritó en señal de saludo y luego una pequeña arruga tocó su frente- ¿Nonde está tu ropa?

Me tapé la boca para sofocar mi risa y alcancé una agarradera para sacar la comida de Cruz del horno.

-Bueno, Taly, tengo que ir a buscar un poco. Acabo de tomar una ducha para quitarme la suciedad.

-Te cocinamos la dena- dijo alegremente, señalando a la comida que ponía en un plato para él.

-Y se ve deliciosa. Gracias, chicas, por cuidarme. Voy a buscar algo de ropa y entonces vendré a comer.

-Buena idea- concordó Taly.

Observé a Cruz caminar hacia la puerta de su habitación y la vista de él en su toalla era tan bonita desde la parte posterior.

Necesitaba un ventilador.

-¿Le dijiste sobre la tarta de matequilla de maní?- preguntó Taly en un susurro después de que Cruz cerrara la puerta.

-No. Pensé en dejarte sorprenderle con ella. Ya que hiciste todo el trabajo duro.

Taly aplaudió e hizo un pequeño baile feliz. No había manera de que fuera a ser capaz de dejar que se comiera toda su comida antes de que sacara la tarta de la heladera.

-¿Por qué no me ayudas a arreglar algo de beber?

Taly corrió al lavavajillas y sacó un vaso limpio. Me lo entregó- Creo que le gusta beder cerveza. Porque Agustin dijo que le gustaba beder cerveza, pero no creo que sea del tipo que bede mi mamá. No le gusta cuando ella bede esas cosas.

Dios la bendiga.

Era tan pequeña y ya sabía mucho.

No iba a ser la que le dijera que Cruz, en efecto, bebía cerveza.

Pero también sabía que no iba a haber ninguna cerveza en esta cocina.

-¿Y el jugo dulce que hice antes? ¿Crees que le gustaría eso?- tenía la esperanza de que sí, porque habría eso. Abrí la heladera y empujé las cervezas a la parte trasera de la heladera y trasladé el jugo de naranja delante antes de que Taly se diera cuenta.

-Esa dulce bebida deliciosa. Creo que le gustará- respondió.

Terminé de verter el té y le arreglé un plato en la mesa con la ayuda de Taly, justo a tiempo para que él viniese pavoneándose de su habitación en una camiseta azul ajustada que hacía juego con sus ojos y un par de vaqueros de cintura baja. Esa aspecto debería ser ilegal.

Sus pies estaban desnudos y bronceados. Antes no les había prestado mucha atención, pero ahora sabía que incluso tenía los pies sexy.

-¿Debo quedarme quieto hasta que termines?- bromeó Cruz. Negué con la cabeza y me encontré con su mirada divertida- No dejes que te detenga. Lo disfruté. Por favor, continúa.

No pude evitarlo.

Me eché a reír.

Me había atrapado comiéndole con los ojos.






Continuará....

Sólo por ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora