Capitulo 48

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SISI

Arreglé una bolsa con hielo mientras Cruz se daba un baño y limpiaba toda la sangre de su rostro.

Me encogí al pensar en su rostro maltratado. Iba a ser difícil perdonar a Benicio.

Siguió golpeando a Cruz, quien ni siquiera se defendía.

Sabía que Benicio estaría molesto, pero no sabía que sería tan violento.

Nunca lo había visto pelear con nadie, y casi nunca lo oía maldecir.

Hizo ambas cosas esta noche.

No entendía por qué no pudo escucharme y dejar que le explicara.

Simplemente enloqueció.

Si no hubiera soltado el brazo de Cruz, no lo habría golpeado.

Fue mi culpa.

Lo único que podría haber hecho para protegerlo era mantenerme en la línea de fuego y me moví creyendo que podía conseguir que Benicio hablara de ello.

Que me escuchara.

La puerta del baño se abrió y Cruz salió usando nada más que una toalla, de nuevo.

Podría acostumbrarme a eso.

Sin embargo, los moretones en su cara y su ojo hinchado tenían mi completa atención por el momento.

-Siéntate. Tenemos que poner hielo en tu ojo- le dije antes de empujarlo hacia el sofá.

-¿No me vas a dejar vestirme primero?- preguntó en un tono divertido.

-Nop. Ya hemos esperado demasiado tiempo para poner hielo en tu ojo. Siéntate.

No discutió.

Se ajustó la toalla para evitar que se abriera cuando se sentó y se recostó.

Le entregué la bolsa con hielo- Hazlo tú. No quiero lastimarte.

-Ojalá tuviera un bife. Funcionaría mejor- dijo, tomando la bolsa, sosteniéndola sobre el ojo y haciendo una mueca de dolor.

-Lo siento mucho- dije de nuevo. No podía evitarlo. Cada vez que miraba su cara, me sentía culpable.

-Basta, Sisi- me alcanzó- Ven aquí.

Fui voluntariamente. Necesitaba sentirlo y saber que estaba bien.

Además, su pecho estaba desnudo y acurrucarme era algo que tenía muchas ganas de hacer.

-Esperaba que Benicio viniera por mí. Estaba como loco. No lo culpo.

Pasé los dedos sobre las ondas de su estómago- Fue un idiota. No puedo creer que actuó de esa manera.

Cruz se rió entre dientes- Sí, bueno, nena, hay muchas cosas de mí que no sabes. Benicio lo sabe casi todo. Sabe lo suficiente como para no querer a su hermanita cerca de mí.

¿Qué significaba?

¿Ahora él también decía que yo era una idiota? 

Empecé a alejarme y los brazos de Cruz se apretaron- ¿A dónde vas?- preguntó.

Esta noche le dije a mi hermano que amaba a Cruz.

Demonios, se lo dije a cualquiera que estuviera cerca para oírme gritarlo.

Pero Cruz no dijo lo mismo.

No había esperado que lo hiciera. Sabía que no me amaba. Pero supongo que esperaba más que una afirmación de su parte. Algo más que sólo aceptar la molestia de Benicio como algo justificado. Era como si estuviera de acuerdo en que yo cometía un error.

-Sisi, dime lo que está mal- podía escuchar la preocupación en su voz.

Las lágrimas inundaron mis ojos y parpadeé para eliminarlas.

No iba a llorar. Me cansé de llorar por todo.

No es extraño que Benicio me tratara como un bebé. Actuaba como uno.

-Simplemente parece que estuvieras de acuerdo con Benicio. Como si creyeras que mi deseo de estar contigo es algo malo.

El cuerpo de Cruz se puso rígido y luego la bolsa de hielo cayó a su lado. Puso las manos en mi cintura y me jaló a su regazo.

-Mírame, Sisi- dijo suavemente.

Hice lo que me pidió y las emociones que podía ver en sus ojos eran suficientes.

Podría no amarme, pero sentía algo muy cercano. Podía verlo.

-Nada acerca de esto que tenemos es malo. No voy a mentir: no te merezco. Estoy muy seguro de que no soy lo suficientemente bueno para ti pero, siempre y cuando me quieras, soy todo tuyo.

Esa no era una declaración de amor, pero era lo más cercano que conseguiría de Cruz.

Conocía lo suficiente sobre su pasado como para saber que nunca había sido serio con ninguna chica.

-¿Esto entre nosotros va a ser exclusivo? O es sólo…- me detuve, insegura de cómo ponerlo en palabras. No quería decir “sólo sexo”, porque no se trataba de sexo. Éramos más que eso, o al menos eso pensaba.

-Demonios sí, es exclusivo. No puedes salir con nadie más, Sisi. No puedo lidiar con eso. Esta noche estaba listo para arrancar los brazos de ese chico por hablar contigo.

Esto era en ambos sentidos.

-Um… ¿y tú? ¿Es exclusivo para ti- pregunté tentativamente.

Sabía que si no podía decirme que sí, no sería capaz de hacer esto.

Era muy profundo emocionalmente.

Sonrió. Pasó la mano por mi cabello y acunó la parte posterior de mi cabeza- Cariño, lo único que veo es a ti. Es algo que nunca he experimentado, pero ya no puedo ver a nadie más. Sólo a ti.

Mi corazón se estrelló en mi pecho.

Cruz acercó mi cabeza lo suficiente para que sus labios tocaran los míos. Sabía que le dolía la cara, así que le devolví el beso suavemente. No quería lastimarlo.

-Sisi, te deseo- susurró contra mis labios.

Esas no eran las dos palabras que quería escuchar, pero estaban bastante cerca del segundo lugar.

Salí de su regazo y me coloqué delante de él, mientras alcanzaba mi espalda, abría la cremallera de mi vestido y lo dejaba caer.

-Sisi Jesús- susurró Cruz.

No me había puesto un sujetador y tenía la tanga más reveladoras que poseía.

Me hallaba doblada quitándome las botas, cuando Cruz se inclinó y agarró mi brazo.

-Déjatelas puestas.

-¿Cómo voy a sacarme la tanga?

Me lanzó una sonrisa maliciosa, luego agarró mis piernas y me metió entre las suyas.

Acariciándome con las manos, las deslizó bajo las finas cuerdas que sostenían mi tanga y me las sacó con un fuerte tirón.

-Ni siquiera quiero saber cómo aprendiste a hacer eso.

-Las reemplazaré. Te compraré un montón igual a esas- prometió, llevándome a su regazo mientras se quitaba la toalla.






Continuará....

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