Capitulo 40

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SISI

Ernesto: ¿Has pensado en esa cena en Nueva York?

El mensaje de Ernesto llegó durante mi clase de literatura.

Me quedé mirando mi teléfono e intenté pensar qué iba a decirle.

Si la decisión era entre Cruz y él, entonces era Cruz.

Me gustaba Ernesto y era probable que sea el más seguro cuando se trataba de proteger mi corazón.

Pero eso era todo.

No me preocupaba que Ernesto me lastimara, porque sabía que él no tenía ese poder.

Sólo salimos una vez y fue en la fiesta de compromiso de mi hermano. No era como si hubiera seguido adelante con él.

Metí mi teléfono en mi mochila y decidí que me ocuparía de él más tarde.

Necesitaba pensar en la respuesta correcta.

El profesor despidió a la clase y me apresuré a mi auto para volver con Cruz.

Prometí peinar a Taly y si era completamente honesta conmigo misma, me sentía ansiosa por ver a Cruz otra vez.

Anoche y esta mañana casi parecía como si hubiera entrado en uno de mis sueños.

Era increíble que Cruz me mirara con esa emoción en sus ojos.

Y que me diga que me cambiara puede que haya sido algo bárbaro, pero honestamente, si me lo pedía, me pondría unos pantalones chándal.

El hecho de que fuera posesivo conmigo y que no quería que otros chicos me miraran, provocaba que mi tonto corazón se acelerara.

Lo malo era, que seguía esperando que mi alarma me despertara.

Seguía sin parecer real.

Mi teléfono empezó a sonar y lo alcancé dentro de mi mochila para sacarlo.

El número de Cruz iluminó la pantalla.

Sonriendo, respondí y puse mi teléfono en la oreja- Hola.

-Hola. ¿Ya saliste de clase?

¿Me comprobaba?

¿En serio?

-Sí, acabo de salir.

-¿Vas a regresar?

-Um. Eso planeaba. ¿Prometí peinar a Taly, recuerdas?

Hizo una pausa y suspiró.

Oh no. Llegaba a su fin.

Tiempo de despertarse.

-Cierto. Quería asegurarme de que tus planes no habían cambiado. Tengo que correr al gimnasio para encontrarme con el entrenador. No puedo dejar sola a Taly.

Oh… no intentaba deshacerse de mí.

-Odio tener que pedirte que vengas y te quedes con ella mientras estoy fuera.

Sonriendo, abrí la puerta y entré- Estoy feliz de poder cuidarla por ti. Planeaba pasar el resto del día con Taly, así que no es un problema. Estaré ahí en un par de minutos.

Otra pausa.

¿Qué le pasaba?

-Está bien. Gracias, Sisi.

¿De verdad no estaba acostumbrado a que la gente lo ayudara con los niños?- No tienes que agradecer. Te veo en un segundo.

Corté la llamada y conduje el auto hacia lo de Cruz.

La puerta del apartamento de Cruz se abrió antes de que pudiera tocar.

Estiró el brazo, tomó mi mano, y me jaló hacia dentro.

Su boca estuvo en la mía inmediatamente. Esta vez era diferente a las otras veces.

Algo sobre esto era desesperado. Como si intentara aferrarse a mí.

¿Le preocupaba que cambiara de opinión?

¿Después de la forma en que lo perseguí por meses?

Dejé caer mi mochila al suelo y deslicé las manos en su cabello.

Él necesitaba algún tipo de consuelo de mi parte. Me sentía segura de eso. Así que se lo di.

-No quiero dejarte- dijo contra mi boca mientras cerraba la puerta detrás de mí y luego me presionó contra ella.

-Estaré aquí cuando regreses- le aseguré, luego le di un mordisco a su labio inferior antes de acariciar dentro de su boca con mi lengua.

-Pero no quiero irme- repitió. Su voz sonaba con un poco de pánico mientras sus manos corrían dentro de mi camiseta y ahuecaba mis pechos- Te deseo, Sisi. Sólo a ti.

No pude evitar sonreír. Eso sonaba tan bien- Simplemente es un entrenamiento, Cruz. Incluso te daré un masaje cuando vuelvas.

Sus brazos se apretaron a mí alrededor y sentí el teléfono vibrar en su bolsillo. Masculló una maldición y se apartó de mí. Pasó la yema del pulgar por mi labio inferior- Tengo que irme. Ojalá no tuviera que hacerlo.

Este Cruz pegajoso era algo nuevo.

Me gustaba, pero entonces, también me molestaba un poco.

No quería que se preocupara cada vez que me dejaba como si las cosas pudieran ser diferentes cuando volviera.

¿Era inseguro?

Nunca clasifiqué a Cruz como inseguro.

-Entre más rápido te vayas, más rápido regresarás- le dije, mordiendo su dedo pulgar que todavía tocaba mi labio- Ahora ve.

Cruz asintió y dejo caer la mano de mi boca.

Empezó a decir algo más y se detuvo. Me moví de la puerta y observé mientras la abría. Le di una sonrisa tranquilizadora y una sonrisa lenta y sexy tocó sus labios. Me gustaba cuando sonreía. No quería que estuviera preocupado o ansioso.

Cuando cerró la puerta, me di cuenta que no se llevó la bolsa.

Eso era extraño. Quizá tenía un cambio de ropa en su casillero en el gimnasio.
      


Continuará.....

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