Capitulo 51

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CRUZ

Dejar que Sisi vaya a casa fue difícil. Quería tenerla aquí. Cada vez que salía por mi puerta, me preocupaba que no fuera a volver.

Que iba a descubrir la verdad acerca de mí.

Esta noche era la cena familiar en su casa.

Dijo que su hermano le había dicho que no quería que se lo dijera a su madre. Ella no se hallaba lo suficientemente estable emocionalmente como para tratar con ello.

No esperaba que su madre me aceptase.

Ella sabía que yo era del lado equivocado de la ciudad.

Sabía que me metí en problemas durante toda la secundaria y que Benicio tuvo que ayudar a rescatarme.

A sus ojos, era un caso de caridad de Benicio y nunca sería lo suficientemente bueno para su hija.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo, recordándome mi cita.

Cada vez que tenía que ir a trabajar, lo odiaba más.

Había empezado a buscar en el periódico todos los días un trabajo que pudiera pagarme lo suficiente como para cuidar a los niños y que se adapte a mi horario de clases y a la temporada de béisbol, cuando se pusiera en marcha.

Hasta ahora no había nada. No calificaba para nada. Pero no iba a renunciar. Tenía que encontrar una manera de salir de esto.

Quería ser digno de Sisi y sabía que nunca lo sería mientras continuara haciendo lo que hacía.

Estiré la mano y agarré mis llaves. Tenía que ir a hacer esto. Si quería mantener mi beca y alimentar a los niños, tenía que hacerlo.

**********

Subí por la zona posterior de la casa de ladrillo de tres pisos que pertenece a nuestro ilustre alcalde.

Él se cogia a su secretaria y su esposa me pagaba por el mismo servicio.

Lo había hecho por más de un año.

Tuve que aparcar a un kilómetro de la carretera y subir hasta la parte trasera de la casa y usar la puerta de atrás.

Ella la había dejado desbloqueada.

Al abrir la puerta, entré y me dirigí a la escalera. A veces me atendía con alguna ridícula pieza de ropa interior y a veces estaba en la cama desnuda, bebiendo vino.

Dependía de su estado de ánimo.

Llegué al primer escalón y escuché voces. Eso no podía ser bueno. Siempre se encontraba sola cuando me llamaba.

Me congelé y escuché.

Era otra mujer.

Reconocí la voz, pero no la pude identificar.

Seguramente no había invitado a otra de mis clientes para un trío.

Cobraba extra por eso y ahora mismo no estaba seguro de poder lograrlo.

Que se me levantara sólo por ella iba a ser bastante difícil.

Últimamente, tenía que cerrar los ojos y fingir.

Era lo único que funcionaba.

-Te veré en la reunión del comité de la semana que viene. Gracias, Ester, por ofrecerte a ayudar. Tener tu nombre detrás de esto, siempre atraerá a más voluntarios- Ester era la esposa del alcalde.

Ella trataba con una visita inesperada y se acercaban a la esquina.

Mierda.

Me dispuse a huir, cuando la señora Ponte dobló la esquina y nuestros ojos se encontraron.

Mierda.

Los ojos de Ester me encontraron y se abrieron por la sorpresa.

Ella tampoco esperaba que las atrapara.

Me quedé sin poder moverme de este choque de trenes.

¿Cómo iba a explicarlo?

No necesitaba que esta mujer supiera lo que hacía.

Iba a encontrar otro trabajo y cuando lo hiciera, iba a ser digno de Sisi.

Que su madre sepa mi sucio secreto lo arruinaría todo.

Se lo diría a Sisi.

Y si alguna vez descubría lo mío con Sisi, se lo diría a ella.

-Oh, Cruz. Estoy tan contenta de que estés aquí. El, emm, inodoro que se rompió está arriba a la izquierda. Simplemente sigue caminando- la sonrisa forzada de Ester y su voz aguda no fueron muy convincentes- Ve ahora y arréglalo- agitó la mano y sonrió a la madre de Sisi.

Los ojos de la señora Ponte seguían fijos en los míos. Ataba cabos, maldita sea.

-Sí, señora. Creí que usted mencionó que también se rompió la lavadora- yo era condenadamente mucho más convincente.

Asintió con nerviosismo.

-Sí, así es. Pero sigue adelante y arregla el inodoro.

Asentí y me dirigí hacia las escaleras, rezando por que la señora Ponte creyera esta mierda.

-Que chico más dulce. Puede arreglar cualquier cosa- dijo Ester en el mismo tono nervioso y agudo.

-¿Es así?- preguntó la señora Ponte. El tono de su voz hizo que mi estómago se atara en un nudo.

Lo sabía.

Por todo el maldito infierno.

Ella lo sabía.







Continuará....

Sólo por ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora