08.

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Era un sábado, hacía mucha calor y caminaba con Dori entre mis brazos porque Minho me pidió el favor de llevarlo al veterinario, ya que él tenía práctica para su presentación del día siguiente. Dios, ¿con qué alimentaba mi hermano a sus gatos? Dori estaba muy pesado y para colmo no pude encontrar la jaula en la que Minho usualmente lo transportaba; pese a eso, el felino se mantenía muy en sosiego envuelto en mis brazos, así que no fue un martirio llegar.

Ingresé a la clínica y le hice saber a la recepcionista que tenía cita; llegué un par de minutos antes, por lo que me tocó esperar por nuestro turno. Busqué un asiento y me dediqué a proporcionar caricias sobre la cabecita de Dori, que descansaba plácidamente sobre mi regazo y al parecer lo disfrutaba mucho.

Vacilé la mirada por el lugar y me congelé por unos segundos cuando te vi salir de uno de los consultorios, quizás no fue malo venir después de todo. Notaste mi presencia al instante y te aproximáste a mí mostrando aquella preciosa sonrisa, cargabas un peludo amiguito contigo y la imagen era demasiado adorable.

—¡Hey! ¿También vienes a revisar tu gatito? —tomaste asiento junto a mí.

—No es un chequeo, sólo una vacuna que necesita.

—Mhm... ¿hembra o macho?

—Macho. Se llama Dori y es el menor de los gatos de mi hermano, pero también me hago cargo de ellos en ocasiones.

—Qué lindo —sonreíste, acariciando la frente de Dori con la yema de tus dedos—. Este es Kkami y su pasatiempo favorito es ignorarme. —tu tono serio me causó gracia pero traté de reprimir mi risa.

—Que tierno eres Kkami. —canturreé mientras rascaba la parte baja de su hocico con ambas manos. Kkami reaccionó lamiendo la punta de mi nariz y reí cubriendo mi boca.

Me percaté de que me observabas de una manera que no pude comprender; lucías ¿asombrado? ¿Anonadado? Sinceramente no logré descifrarlo. Me mirabas con mucha intensidad y pronto me puse nerviosa.

—Creo que le agradas.

—¿Tú crees? —regresé mi atención a Kkami y revolví su pelaje con cariño— ¿Es cierto eso, Kkami? Eres tan lindo. Sí lo eres, sí lo eres.

Levanté el rostro, encontrándome con tus ojos y me sentí cohibida bajo tu mirada. Estabas muy cerca de mí, mi corazón se descontroló que incluso podía sentir los latidos retumbar en mis oídos.

—Por supuesto —dijiste aún sin romper la conexión entre nuestras miradas—. Si existiera alguien a quien no le agradaras, se las vería conmigo.

Sentí cómo un fuerte calor se alojó en mis mejillas y dejé salir una risilla, sintiéndome más nerviosa.

—Exagerado —mi voz titubeó pero no fue notorio—. ¿Y cómo te sientes? Veo que te encuentras más alegre que la última vez.

—Intento seguir sin pensar mucho en ella. —bajaste la mirada. Me sentí mal al ver tu reacción.

Según tú, te enteraste de algo sobre Gaeul y quizás mi pregunta te hizo recordar la razón de su ruptura. Estaba a punto de cambiar el tema pero la veterinaria apareció llamando a Dori y me puse de pie.

—Espero te sientas mejor pronto, pueda que algo mejor venga para ti —sonreí una última vez—. Nos vemos mañana, Hyunjin.

Ingresé al consultorio donde Dori recibió su respectiva vacuna, el proceso fue rápido y afortunadamente Dori no dio batalla por lo que pronto estuvimos fuera. Mientras hacía mi camino de regreso a la parada del autobús, Dori cayó dormido en mis brazos, lo cual lo volvía más pesado. Estando a nada de cruzar la calle la bocina de un auto llamó mi atención y no me sorprendió ver que eras tú.

Si fuera tu Chica ; Hwang Hyunjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora