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En lo que íbamos saliendo de casa, divisé a Ari cruzando el portón del jardín, cargando una pequeña bandeja consigo y se acercó a mí entre saltitos.

—¡Ari, qué agradable verte!

—¡Hola!

—¿Qué te trae por aquí?

—Mi hermano y yo preparamos esta torta de banana y quise traerte un poco. —sonrió extendiendo la bandeja, la cual gustosa acepté.

—Gracias, dulzura. ¿Dónde está tu hermano?

—Se quedó en la ventana, pero te manda saludos y dice que te ves muy bonita hoy.

—Es tan tierno. Dile que me visite cuando pueda, ¿okay? —sonreí acariciando su cabello— Tú también podrías venir y jugaremos juntas.

—¡Hecho! —respondió entusiasta— Ya tengo que volver a casa. ¡Te veo luego! 

—Hasta luego, pequeña. —agité mi mano con una amplia sonrisa mientras la veía marcharse.

—Parece que te llevas muy bien con su hermano, eh.

—Súper. —regresé adentro para guardar el pan.

—¿Y qué? ¿Te visita seguido?

Mordí el interior de mi mejilla para reprimir mi risa, por suerte estaba de espaldas y así no notarías la gracia que me causaban tus evidentes celos.

—Por ahora sólo me lo he encontrado afuera junto a Ari.

—¿Y platican mucho?

—Es un poco tímido pero súper lindo.

—Tal parece que te cae muy bien.

Por fin me di la vuelta para encararte y ver esa mueca tan seria plasmada en tu rostro me hizo reír internamente; si tan sólo supieras que se trataba de un niño de ocho años.

—Por supuesto que sí, ¿qué parte de que es una persona muy dulce no comprendes? —elevé una ceja mientras ladeaba la cabeza—. Vamos, Kkami, te prometo que amarás este lugar.

Yo iba entretenida con Kkami en mis brazos, hablándole en un tono exageradamente dulce y agudo mientras tú caminabas a mis espaldas, con la miraba baja y en silencio.

—Por lo que veo, lo has echado de menos.

—Por supuesto que sí, lo he extrañado más que a nadie.

No era cierto, sólo quise molestarte un poco y tal parece que mis palabras hicieron algún efecto, porque te quedaste en silencio otra vez. Llegamos a la entrada de la foresta donde muchas personas concurrían en bicicleta o para dar alguna caminata, entonces solté a Kkami para que divagara por sí solo.

—Que area tan llamativa, me recuerda a algo.

Sabía que te referías a nuestro lugar pero no respondí nada con relación a eso.

—Y más al fondo es mucho más bonito.

—¿Hay mosquitos?

—Pues claro, es prácticamente un bosquecito.

Continué guiando el camino mientras jugaba alegremente con Kkami y pude sentir tu mirada fija en mí, pero no me atreví a regresártela. Nos desviamos por un sendero más angosto que recorrimos durante unos dos minutos hasta encontrar el pequeño y cristalino arroyo que era bordeado por un sinnúmero de piedras. Ese era mi lugar favorito desde pequeña, al igual que el de Minho.

—Vaya, qué bonito lugar. —observaste los alrededores con suma admiración.

—Esta es la única razón por la que me gusta visitar a mis papás. —di un pequeño brinco para sentarme en una enorme piedra que yacía ahí desde años.

Si fuera tu Chica ; Hwang Hyunjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora