Si fuera tu Chica ; Hwang Hyunjin

34.

Cuando cayó la noche ordenamos pollo frito y tteokbokki para cenar, los dos estábamos sobre la alfombra comiendo tranquilamente mientras conversábamos.

—¿Y le has dicho a tu hermano sobre nosotros?

—Todavía no, aunque creo que ya lo sabe pues no es tan tonto.

—¿Te dijo algo por los regalos o el dibujo?

—Me preguntó quién me los dio y se lo dije —entoné con desdén—. Me da curiosidad saber cuánto tardaste en acabar el dibujo.

—Días, primero tuve que hacer un boceto en mi cuaderno, después añadir y arreglar los detalles y por último pasarlo al lienzo, además de que tenía muchas tareas, pruebas y las prácticas encima.

—Oh...

—Por eso fue que... —suspendiste tus palabras mientras ladeabas la cabeza y fruncías el entrecejo, mirándome fijamente.

—¿Qué pasa?

—Tu nariz está... sangrando.

—¡¿De verdad?!

De inmediato coloqué mi mano sobre esta y me puse de pie para ir al baño, observé mi reflejo en el espejo y no mentías, en verdad estaba teniendo una hemorragia nasal, entonces tomé agua entre mis manos y limpié cuidadosamente la zona antes de colocar un pedacito de papel dentro para detener el flujo, tuve que quedarme como por cinco minutos allí hasta que el sangrado cesó por completo. Salí del baño para regresar a la sala y te encontré en el pasillo con una mirada consternada.

—¿Todo bien?

—Sí, no hay de qué alarmarse.

—¿Segura? Primero te desmayaste y ahora estás sangrando por la nariz.

—No es nada, de pequeña me pasaba muy seguido.

—Igual deberías visitar un doctor.

—Okay, lo haré, ya deja de preocuparte —sonreí, acariciando tu pelo—. Vamos a comer.

Continuamos comiendo sin ninguna incomodidad y al terminar recogimos la basura para jugar cartas en la mesita de centro, no pasaron ni diez minutos cuando ya estaba enojada porque desde la primer ronda me tenías halando un montón de cartas, dejándome sin ningún chance de ganar.

Hasta que por fin estaba a nada de obtener mi victoria, ya sólo me quedaban dos cartas mientras tú tenías alrededor de siete. El hecho de que llevabas un largo rato mirándome y riéndote me tenía inquieta y muy confundida, no comprendía porqué hasta que...

—Dame tus cartas. —reíste, colocando la tarjeta que permitía que los jugadores intercambiaran cartas entre sí.

Te miré con una mezcla de incredulidad e indignación y apreté los labios... así que ese era tu truco bajo la manga, eh. Fue una estrategia muy sucia de tu parte pero inteligente a la vez.

—¡Me rindo! —tiré las tarjetas en la mesa, tu cara de idiota me hizo reír— Eres un tramposo. —me puse de pie para ir a la cocina por un vaso de agua y me seguiste.

—No es mi culpa que no sepas jugar. —me abrazaste por atrás para besar mi mejilla y apoyar tu mentón en mi hombro.

¿Crees que iba a caer por tus caricias? Pues sí, pero no lo iba a demostrar.

—Tramposo...

Terminé mi agua y me zafé de tu agarre para regresar a la sala y recoger las cartas de muy mala gana. Observé por el rabillo del ojo como hacías todos tus esfuerzos por retener la risa mientras te sentabas en el mueble.