56.

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Esto no puede ser real, todo se siente irreal, pero el dolor que siento me cala hasta las entrañas, está quemando todo mi interior. Escucho a los chicos sollozar a mi costado, especialmente a Minho, y verlos tan devastados sólo proporciona más dolor a mi ser, ninguno merece pasar por esto.

Se ha ido, Hyunjin.

Me niego a aceptarlo.

Tienes que dejarla ir.

No quiero, aún no termino de demostrarle lo mucho que la amo, todavía quedan cosas que quiero vivir con ella.

¿Por qué nosotros? Nunca tuvimos la oportunidad de amarnos como queríamos. Si pudiera dar mi vida para traerte de regreso y que fueras feliz como te lo mereces, lo haría sin pensarlo dos veces, mi amor.

Todo se desvanece a mi alrededor, ¿qué está pasando? Apenas puedo sentir mi propio cuerpo, el dolor lo ha adormecido y es como si estuviera flotando. Puedo distinguir una silueta a lo lejos, es ella que se aleja a paso lento.

Por favor no te vayas aún, estiro mi mano queriendo alcanzarla pero no me puedo mover.

¡Hyunjin! Escucho una voz a lo lejos. No quiero voltear porque no quiero perderla de vista, me rehuso tajantemente a encarar a quien sea que me llama. ¡Hyunjin! Es una voz femenina.

—¡Hyunjin! —sentí una sacudida.

Ahogué un grito y mis ojos se abrieron abruptamente. Estaba tendido en mi cama, completamente agitado y una delgada capa de sudor cubría mi cuerpo, humedeciendo mi cabello a su paso.

—Mamá...

—Perdón por despertarte, cariño, pero ya casi es hora de su sepulcro —acarició mi brazo—. Si no quieres ir, está bien, comprendo perfectamente que esto es algo muy difícil para ti.

—Lo haré —reincorporé mi postura—. Salgo en un rato.

—Nos iremos en media hora.

—Entendido.

Mamá me miró con tristeza antes de ponerse de pie y salir de la habitación. Me quedé ido e inmóvil, aún deseando que todo fuera un sueño. Tan sólo pasó un día desde que partió y lo único que hice en el lapso de esas veinticuatro horas fue llorar en mi habitación y consumir pastillas para dormir a hurtadillas de mis papás. Por supuesto que iría a su sepulcro, aunque no estaba listo para verla irse permanentemente.

Creo que jamás lograré asimilar su fallecimiento.

Limpié con brusquedad las lágrimas que se me habían escapado y suspiré, poniéndome de pie. Apenas podía moverme, así que me vestí con suma lentitud y entre el incesante llanto que comenzaba a generarme un dolor de cabeza.

Cuando llegamos al cementerio, mi tortura comenzó, esa ha sido una de las experiencias más difíciles que me ha tocado afrontar. Me quedé solo por un momento mientras mis papás le daban sus condolencias a los señores Lee.

Observé su ataúd y mis ojos se inundaron de lágrimas, la parte superior de este estaba repleto de flores y notas que sus compañeros allí presentes habían dejado, incluyendo a Gaeul, Eunji, Jacob y sus demás amigos, y entre medio de todo había un retrato suyo, luciendo tan hermosa y risueña.

—¿Quieres llevarlas? —preguntó mi mamá, refiriéndose a las flores que compramos para ella. Yo negué.

No me atreví a verla, no me sentí con el valor de hacerlo porque tener que contemplar su cuerpo dentro de ese ataúd y saber que esa sería la última imagen que me llevaría de ella era doloroso y traumatizante. Mamá asintió comprensiva y ella misma se encargó en dejarlas, quedándose un momento cerca de ella para después regresar a mi lado y abrazarme.

Si fuera tu Chica ; Hwang Hyunjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora