Miércoles 12, Mayo.
Cat
—Él es de mi anterior escuela, estudiamos juntos.
—¿Ah sí? ¿Desde cuándo salen?
—Desde Navidad, justo a medianoche. Subió al techo de su casa para salir del incómodo ambiente familiar y llamarme. Fue inesperado y emocionante. Aunque por los fuegos artificiales no lo escuché muy bien. -dije riendo.
—Qué romántico ¿Y cómo reaccionó cuando se enteró que Lupe y tú se besaron? Es que me parece increíble que se quieran tanto y... haya pasado eso. No aclaraste bien eso la última vez.
—Puso una cara de mierda, claro que sí. Pero recordó todo lo que habíamos hablado y le conté cómo sucedió. Como te dije, tenemos mucha confianza porque ya nos conocemos desde hace años y nos contamos todo. No hay secretos entre nosotros. Somos muy cercanos.
—¿Y nunca viene a visitarte? Es que no lo he visto por acá.
—Bueno ¿Qué sabrás tú de lo que pasa aquí? Si te la pasas en casa de Joan la mayoría del tiempo, apenas y vives por aquí.
Me detuve al instante para ver su reacción.
—Cat...estás lista. -dice Anto, sonriendo.
—¿Crees que se la trague toda?
—Ya lo hizo. -se parte de risa y yo también.
—Si serás pendeja... Ya pues, dime si sonó creíble.
—Sí, no digo que Nicolás no sea inteligente, pero si puede creerse las mentiras de Joan, puede creerse esto también.
—Genial...
No soy tan buena mintiendo, por eso recurrí a la maestra. Papá la ha descubierto unas cuantas veces, pero la mayoría no y eso es lo que cuenta.
—Necesitas ponerle un nombre a tu novio falso.
—Eh... no se me ocurre nada. -dije preocupada- tiene que ser un nombre que no suene como si me lo estuviera inventando todo. Quiero decir... nada como Manuel, Miguel, Brandon o Brayan.
—Sí, y también necesitas un apodo cariñoso.
—¡No me presiones! Ni siquiera puedo elegir un nombre. -respondo nerviosa.
—¿Qué tal Estéfano? Estudiamos con uno en la primaria, no sería del todo mentira.
Lo pensé unos segundos. Así el verdadero Estéfano termine por enterarse, no sabría que me estoy refiriendo a él. Y el nombre es muy creíble para la situación.
—Sí, es perfecto. Ahora el apodo.
—Con que le digas "amor" está bien. Al final no llevan tanto tiempo juntos, en teoría.
—Eres una genio, sabía que podía contar con la maestra.
Antonella sacudió su melena negra como una diva.
—Excelente ¿Me acompañas abajo? Martha quiere que lave los platos hoy y no quiero estar sola.
—Vale, ya te alcanzo.
Me quedé mirando la ventana un buen rato, hacia la casa de enfrente. Jesse estaba sin camiseta, con las cortinas abiertas, jugando con la consola junto con Nicolás. Sí, se nota que uno tiene más vergüenza que el otro. Tal vez Anto y yo deberíamos empezar a actuar así. Ver películas y charlar en brassier, para que todos se enteren que también sabemos divertirnos... o mejor no, porque ellos no son los únicos vecinos al frente.
El sonido del teléfono fijo me hace desviar la mirada hacia la puerta. Voy corriendo a contestar.
—¿Buenas noches? -dije en tono serio.
—Buenas noches señorita Catalina -ay, joder.
—Joan ¿Sabías que ya nadie usa el teléfono fijo en nuestra generación? A no ser que seas mucho mayor...Además es muy creepy.
—¡Cómo me juzgas! Si me pasaras tu número de celular no tendría que hacerlo. De todas formas, si contesta tu papá, diría que soy tu amiguito del colegio.
—¿Tú siquiera recuerdas tus épocas de colegio?
—Fueron ayer, mi alma es joven. No como la tuya.
—Bueno, como fuese ¿A qué se debe tu llamada?
—Nada, solo para decirte que quiero estar en paz contigo y tu hermana. Como ya te habrás dado cuenta, Nicolás y yo hemos vuelto. Entonces quiero empezar de nuevo teniendo una buena relación con sus amigos cercanos. Y nada. Solo disculparme por subir el video de ustedes perdiendo el control en esa fiesta. Más bien, viendo cómo son, se me antojó invitarlas a un par de las que organiza mi gente ¿Qué te parece? Tú me dices y yo paso por ustedes.
Joan dando una disculpa... ok, ya lo he vivido todo, supongo. Está loco si cree que con un par de palabras se soluciona todo y de ahí vamos a ser los mejores amigos y luego a drogarnos juntos.
—Qué considerado de tu parte, pero tranquilo, sin resentimientos. Ya sabes, nos jodiste demasiado y encima con estas llamadas random asustas más ¿Sabes los problemas que tendría si contesta mi tía?
—Hijita ¿Con quién hablas? -interrumpe Martha.
Mierda, es como invocar al diablo.
—Con un amiguito del colegio, tía. -Al decir esto, escuché la carcajada de Joan al otro lado de la línea- Ya en un rato cuelgo, solo estamos hablando de un trabajo grupal.
Martha asiente y baja las escaleras.
—¡Oye! ¡Qué graciosa resultaste!
—¿No te digo? Bueno, ya colgaré. No vuelvas a llamar por aquí.
—¿Qué esperas que no me das tu número entonces?
—No sé. Pídeselo a Nick. -dije exagerando la última palabra.
Colgué y bajé rápido las escaleras al rescate de Antonella.
—Tía, ya pues... -escuché
—No, mamita. Tienes que aprender a ser responsable, los platos están ahí hace un par de horas.
—¡Pero tengo frío! Mis dedos se congelan a esta hora.
—Eso te pasa por estar en el celular todo el día. -levanta la voz.
—¡El celular no tiene la culpa del calentamiento global!
—Tal cosa no existe. Lo que pasa es que Dios te está castigando, algo habrás hecho.
Ay no...ya empezamos.
—Tía ¡No! Me refiero al calentamiento global, oye bien lo que digo.
—¿No que tenías frío? ¿Qué tiene que ver el calor aquí?
No sabíamos si reír o llorar. Mejor nada.
—Tía, no hay problema -me metí- lo haré yo.
—Ya ven ustedes cómo hacen, pero lo quiero todo impecable antes del amanecer.
—Sí tía, ya no te preocupes. Tú ve a dormir. No tendrás ratas en tu cocina.
Martha salió y a medio camino dijo algo sobre rezar en la noche. Y sí, que Satán nos libre.
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Solo un Juego de Niñas
Random-Ya no tenemos a nadie más ¿No? -se rió Cat -Como siempre, tú y yo contra el mundo... y es mejor así a decir verdad. ... Anto y Cat se mudaron de un lugar en el que vivieron las cosas más tristes de su infancia y de toda su vida. Con la esperanza d...