Capítulo XIII

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Sábado 14, marzo

Anto

Despierto a las siete y media, ¿Temprano? Sí, demasiado tal vez pero para disculparme con mi padre no se me ocurrió mejor idea que preparar su desayuno favorito: "Pan francés, tamal con sarcita criolla y café", si no me levanto ahora no quedarán ni migajas en la panadería así que sin perder más tiempo me pongo un polerón encima y unas zapatillas. Bajo silenciosamente las escaleras para no despertar a nadie y corro hacia la panadería, justo como hace una semana hay cola pero está vez la hago sin quejarme, compro el pan y el tamal sin inconvenientes. Vuelvo a casa y me pongo manos a la obra, enciendo la cafetera y mientras se hace el café, corto los panes por la mitad, los relleno con bastante tamal justo como le gusta. Una vez que tengo todo listo lo coloco sobre una bandeja y me dirijo a su habitación. Bien, aquí vamos. Toco la puerta con una mano mientras le ruego al cielo que no se me caiga la bandeja, justo cuando creo que no me dejará pasar lo escucho musitar algo parecido a un "pase"

—¡Anto!, hijita ¿Qué pasó?- dice medio adormilado

—Papi...- Mierda creo que lloraré, me acerco a su cama con la bandeja- te traje el desayuno

—Ay, gracias hija no era necesario- dice algo sorprendido

—Verás, yo... lamento mucho lo de ayer- le digo tímidamente y al borde de las lágrimas

—No te preocupes, estaba muy molesto en ese momento y no medí mis palabras, no estoy para nada de acuerdo con lo que hizo tu tía ese día- inevitablemente comienzo a llorar, mi papá se hace hacia un lado, dejándome un espacio en la cama y no dudo en recostarme a su lado y esconder mi cabeza en su pecho. No pasan ni tres minutos cuando Cat se asoma por la puerta y se mete en la cama con nosotros

—A mi también me habrás traído tamalitos ¿No? -Cuando no ella pensando en tragar

—No, tu come fruta- le digo sorbiéndome la nariz- engordarás

—¡Papá! Antonella me acaba de decir gorda- dice haciendo pucheros

—No hijita tú estás perfecta. Lo que pasa es que tu hermana quiere ser flaca y escuálida

—¡Oye! eso no es cierto- le reclamo- además solo era una broma, hay más tamal en la cocina

—Bien, mis niñas preciosas si dejamos de hablar de tamales y procedemos a comerlos seré realmente feliz.

Cat y yo salimos de la habitación de mi padre y ella me felicitó por mi buen gesto con un abrazo. Luego de comer los tamales que traje, cada una se fue a su habitación nuevamente y empecé a revisar mi teléfono. No hay ninguna foto vergonzosa de ayer, solamente algunas con mi hermana y Gianfranco, que por cierto, es bastante agradable. Es una lástima que se vaya a ir de la escuela antes que yo.

Después del comportamiento de Jesse anoche, solo puedo tener la certeza de que es un cretino e inmaduro, definitivamente no quiero estar con alguien como él...Bueno, no para algo serio. Las vibraciones de mi teléfono me sacan de mis pensamientos y observo la pantalla. Es Jesse. Que se joda, no voy a responder. Decido perder la llamada, sin embargo, vuelve a vibrar un par de veces más. Llega un momento en el que no lo soporto más y contesto.

—¿Qué quieres?

—Hola ¿Quieres salir a dar una vuelta? ya reviví.

¿Qué demonios le pasa? Anoche me dijo claramente que yo era la última persona con la que quería hablar ¿Y ahora quiere que salgamos? Está demente.

—De hecho, esta tarde tengo una cita con un chico -miento.

—Qué lástima, justo te quería invitar un helado.

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