Capítulo XXIX

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Sábado 28, Marzo

Cat

Me levanto de donde estoy sentada y me alejo de Lupe, necesito ver a mi hermana y saber que está bien en vez de estar perdiendo mi tiempo con ella. Me tiembla todo el cuerpo y siento que la cabeza me da vueltas, definitivamente no pienso tomar más alcohol por hoy, entre lo de hace un momento y la borrachera que debo traer encima. A pocos pasos de retirarme, escucho una arcada muy ruidosa. Me vuelvo y encuentro a Lupe vomitando en el pasto. Una parte de mí dice que la deje ahí, que se va a recuperar sola. Aún así no pude evitar regresar para ayudarla.

—Bien -la levanto y pongo uno de sus brazos sobre mis hombros- Te dije que no tomes más alcohol, vamos a que te laves.

No pareciera que ella me está escuchando. Es probable que le de un coma etílico. Bueno, no.

—Iremos al baño ¿Si?

Al abrir esa puerta, fue inevitable que el recuerdo de Nico y Joan se me viniera a la mente.

Lupe se arrodilló frente al inodoro y yo sujeté su cabello.

—Cat, siento que mi pecho va a explotar...

—Claro que no... solo es el vómito

—La... bebida tenía algo más -dice ella entre arcadas.

—¿Algo... más?- mierda- Lupe, necesito que te recompongas y me digas dónde está tu vaso

—Está al costado de mi cartera... no te vayas por favor siento que me voy a morir.

—No tardaré, lo prometo.

Con las mismas, salgo disparada a buscar el vaso. Aún está oscuro, así que saqué mi teléfono para utilizar la linterna.

Al encontrarlo, noté que tenía una pasta derritiéndose dentro. Era uno de los mismos vasos que Nico y Joan estaban preparando para todos nosotros. Aunque yo no bebí ninguno de esos...Anto.

—¡Maldito hijo de puta!- susurro mientras voy a encarar a Nicolás.

La mayoría de gente se ha ido y el cielo recién empieza a esclarecer. Aún así, se me está haciendo difícil encontrar a Antonella o a alguien del grupo ¿A dónde carajos fueron todos?

—Cat, no volviste -me dice Lupe.

—Te drogaron. Eso es lo que pasa. -la jalo del brazo para recostarla en el mueble. Jamás cuidé personas con drogas encima y no tengo una puta idea de cómo hacerlo. -iré a traerte agua, ni se te ocurra aceptar algo que no te de yo. Quédate aquí ¿Si?

No esperé respuesta, encontré a Jesse junto con Anto en la esquina del patio y corrí a ellos.

—¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?

—Sí, la fiesta estuvo sensacional -dice Anto riéndose.

—Yo me encargaré de ella, no te preocupes -se ofrece Jesse.

—¡Ni hablar! ¿A dónde te la llevas?

—A mi casa, cuando se recupere, ya podrá irse.

—¿Tú no estabas mal?

—Ah, sí. Pero solo tomé un vaso al inicio de la noche. Ya estoy normal.

—¿Qué era lo del vaso?

—Éxtasis ¿No lo sabían?

—No, idiota. Las drogaron ¿Por qué no dijiste nada?

—Pensé que Joan les dijo de que se trataban las bebidas especiales. -se encoge de hombros. La verdad es que Jesse puede llegar a ser todo un imbécil.

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