Capítulo XXII

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Sábado 21, Marzo

Anto

Al llegar a casa, cosa que no tomó más de dos minutos, pude ver a Martha llevando una fuente de ensalada a la mesa del comedor. Me acerqué para ver con detenimiento que había para cenar ¡Joder! pollo al horno con arroz y ensalada fresca, he de admitir que Martha es una excelente cocinera y que su pollo al horno es una de mis comidas favoritas en todo el mundo y obviamente ella lo sabe. Esto claramente será "La cena de reconciliación" o como prefiero decirle, "La gran estafa". Antes de que nos llamen a la mesa para cenar decidí subir a mi habitación a ponerme algo más cómodo y fresco, realmente muero de calor. Opté por un polo de manga corta y un short de tela y bajé con eso a cenar.

—Bueno niñas, es hora de dar gracias a Dios antes de comenzar a comer. Recuerden que es gracias a él que podemos llevarnos la comida a la boca. -dice Martha al estar todos sentados.

¿Qué demonios? Dios no se la pasa trabajando para traer comida a esta mesa, lo hace mi padre. Igualmente hacen en los hospitales, le agradecen a Dios en vez de al doctor.

—Antonella ¿Comienzas con la oración?

Definitivamente me negué a hacerlo y Martha me miró con desaprobación. La tuvo que hacer mi papá, porque mi hermana y yo no íbamos a acceder a esto.

Una vez que concluyó, Cat al instante agarró el bol de ensalada y se sirvió una buena porción.

Luego de esto, le hice una seña para que me lo alcance. Entonces, Martha ahogó un grito y parecía que se le iban a salir los ojos de la sorpresa.

—¡Por el altísimo! ¡Hijita linda! Dime que eso te lo has hecho con un lapicero.

Mierda...los tatuajes. Recuerdo que estaba muy feliz y emocionada cuando mi papá accedió a firmar los permisos para hacérmelos, incluso se ofreció a pagarlos. Uno es un corazón con ondas, idéntico a la portada de mis álbumes favoritos de mi banda preferida. El otro, es un dibujito de una galleta enojada. Me parecieron bastante tiernos, pero creo que Martha no opina lo mismo.

—No, tía...son reales.

—Alvaro ¿Tienes un poco de ese vino? Necesito una copa urgente. -dice ella desesperada.

Creo que esa necesidad por el alcohol en situaciones intensas, es algo que heredé de Martha. Mi padre le trae el licor y le explica toda la historia, tratamos de calmarla, comer tranquilos y el resto de la cena marchó bien. Cat y yo agradecimos al retirarnos de la mesa y nos despedimos de mi padre con un beso, lastimosamente a Martha también. Me encerré en mi cuarto apenas subimos a nuestras habitaciones y decidí que una noche de spa era necesaria para sacarme el estrés del cuerpo. Prendí el parlante y puse la música en un volumen medianamente aceptable. Estuve alrededor de 3 horas ocupada entre tratamientos faciales y capilares hasta que escucho como Cat toca la puerta de manera insistente mientras repite mi nombre muy emocionada.

—Anto, en el almacén está mi caja de DVD's que aún no saqué. Hay una película que necesito que veas, porque está...re buenísima, la vas a disfrutar. -se emociona Cat.

Asentí. No me vendría mal una película con Cat luego de este día tan agotador. Entré al almacén que está lleno de polvo y enciendo la linterna de mi teléfono, buscando una caja que tenga el nombre de Cat escrito con plumón. Al encontrarla, la bajo del estante y agarro una franela para quitarle el polvo acumulado de hace unas semanas. No puede ser...

Hallé un álbum de fotos de cuando Cat y yo éramos niñas, me imagino que en estas imágenes teníamos unos seis o siete años. Al abrirlo, es inevitable encontrar a mi madre en todas las fotografías. Habían unas de ella jugando con nosotras en el parque, salieron realmente bien, porque mi padre fue fotógrafo antes de empezar a ejercer su carrera. También vi otras de mi cumpleaños, cuando me dio mi primer libro...aún lo tengo. No debería, al fin y al cabo, resultó ser muy mala. Y así fui pasando las páginas, un montón de recuerdos se me venían a la mente mientras observaba con detenimiento cada foto, las veces que hacíamos galletas los fines de semana, o las veces que me dejó dormir con ella porque "Los monstruos bajo la cama me atacaban" al final solo eran mosquitos... ¿Por qué se tuvo que ir? ¿Acaso tan poco signifique en su vida? ¿Tan mala hija fui como para que decida irse y no volver? Yo realmente no logro entender qué pasó en su vida para que nos deje de lado como si fuésemos... cualquier cosa.

Solo un Juego de NiñasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora