Capítulo XXI

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Sábado 21, Marzo

Cat

Desperté última. Justo veinte minutos antes de que mi padre venga por nosotras, Anto ya está bañada y cambiada esperando a que me digne a salir de la cama. Maldita sea, me siento más adormilada que de costumbre, de seguro por la mala noche que pase.

—¡Hey! al fin te despiertas.- Dice lupe con su cara de fastidio constante, estoy por contestarle algo y entonces, recuerdo lo que presencié anoche. No soy capaz de mirarla a la cara sin sentirme incomoda ¡Mierda! Eso estuvo realmente fuerte, ni siquiera a mi hermana la he atrapado masturbándose, y eso que soy consciente de que lo hace muy a menudo, si es que no es diariamente.

—Anto ¿Ya nos vamos?

—Sí, ya puse tus cosas en la mochila, solo cámbiate de ropa.

No le hice caso, subí al auto de mi padre en pijamas porque nadie más me verá. Apenas llegue a casa, me tiraré a mi cama un par de horas a seguir descansando. Esta vez sin pesadillas, ni parálisis del sueño.

—Chicas, les tengo una sorpresa en casa, pero no se vayan a molestar. -dice mi padre.

Ruego para que no haya comprado uno de esos artefactos innecesarios y ridículamente costosos. Antonella me mira muy extrañada por el gesto que tengo, no tiene una puta idea de lo que pasé anoche.

Entramos a casa y quería subir las escaleras rápidamente para cubrirme con mis sábanas y descansar.

—Cat, vamos a la cocina un rato -ordenó mi padre, interrumpiendo mis planes.

Sin contestarle, lo seguí junto a Anto, enganchadas del brazo.

—¡Niñas! ¡Pero qué grandes están!

Mi sueño se ha ido, estoy en un estado de Shock del que no puedo salir. Menudo fin de semana. Antonella se aferra a mi brazo y retrocede un par de pasos al escuchar esa voz.

—Tía Martha... -respondo muy bajo, ya no sé cómo reaccionar.

—Chicas, su tía se quedará este fin de semana a dormir, tiene planeado un paseo el día de mañana.

Anto no pudo pronunciar ni una palabra, entiendo que esté así de asustada y totalmente cohibida. Ambas miramos a Martha muy asombradas, espero que mi padre no nos llame la atención más tarde por esto. Es en este instante, que prefería mil veces que se haya comprado un artefacto estúpido. En verdad.

—¡Antonella! ¿Qué te hiciste en el cabello, hija? Está color cereza.

—Sí...papá me dejó pintarlo en mi cumpleaños ¿No te gusta? -dice Anto con nerviosismo.

—Alvaro, las niñas están en época de colegio. No es correcto que hagan eso.

—No te preocupes, ya lo conversamos con la directora.

Martha se quedó mirando su cabello con desprecio ¡Qué descarada para hacer eso luego de haber cometido un casi homicidio! Además, mi hermana se ve bastante adorable desde que se lo pintó así.

—Papá ¿Me das un segundo con Cat? Ya bajamos de vuelta, iremos a dejar las cosas.

Mi padre asiente. Subimos apresuradamente como si estuviésemos huyendo de algo. Bueno...básicamente eso estamos haciendo.

—Pero qué carajos, mi padre se volvió loco.

—No quiero hablar de eso ¿Si? Solo busquemos algo para cubrir los tatuajes rápido.

Le presté a Anto una chompa negra delgada, con la que no se traslucen los tatuajes.

Bajamos al instante, solo para que no nos vuelvan a llamar. Entonces, al parecer a Anto se le ocurrió una fugaz salida de escape.

Solo un Juego de NiñasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora