Capítulo III

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Domingo 08, Marzo

Anto

Al llegar a la parroquia, nos dimos cuenta que toda la avenida estaba vacía. No había una sola alma, por lo que yo sentí un poco de miedo. Sin embargo a Cat no parecía importarle eso, sino solo se quedó mirando la fachada con desprecio.

—¡Qué prejuiciosa! Creo que deberíamos concentrarnos más en el nivel de educación, que por cierto, es bastante bueno, ya después si quieres le pedimos a papá que nos exonere del curso de Religión. Así como hemos hecho un año atrás ¿Recuerdas?

—¡Al parecer alguien no está pensando! ¡Hello! Es un colegio parroquial ¿Cómo nos podríamos exonerar de Religión en una escuela así?- Cat empieza a vociferar en las afueras de la iglesia. Esto no es normal.

—¡Tienes mucha razón! pero no perdemos nada intentando. -Respondo también gritando para que se de cuenta de lo que está haciendo.

—Opino que es una pendejez ¿Qué tal si aprovechamos y la incendiamos antes que empiecen las clases? Busquemos una bodega donde vendan encendedor, yo iré a casa por un desodorante en aerosol. -Sonó muy en serio lo que dijo. Qué miedo.

—¿Te volviste loca? Eso ya ni siquiera es vandalismo, más bien es un crimen. -Ya no me parece normal su nivel de sarcasmo, llegó lejos.

—¿Te refieres a quemar la iglesia o el colegio? A mí me suena divertido.

—No sé por dónde puede ser divertido eso, realmente no se me apetece ir presa.

Dudo mucho que a Cat se le ocurra hacer alguna estupidez, ella no es de hacer estas cosas.

—No vamos a quemar nada, ya cálmate. Regresemos a casa porque tengo hambre, pero recuerda que solo estamos regresando por eso.

—De acuerdo, vamos por este camino que parece que llegaremos más rápido.

Luego de avanzar un poco, vi el asfalto iluminado justo adelante, que era reflejo de las luces de un auto. Agarré a Cat del brazo y comencé a caminar más rápido. Ella estaba muy tranquila, pero entonces oigo que el auto se acerca mucho y va cada vez más lento -casi a nuestro ritmo- hasta llegar a nuestro costado.

—¡Niñas! ¿A dónde van? ¿Por qué tan solitas? -¡Mierda! me cago de miedo, decidí ignorar al sujeto, que no debe tener menos de cuarenta y cinco años. Cat mira hacia otro lado para hacerse la loca. -Me ignoran todavía, suban a mi carro pues...a ver si nos hacemos amiguitos.

Ya no puedo con esto, pero tampoco soy capaz de gritar algo. Cabe la posibilidad que baje y nos haga daño. No quiero exponer a Cat a estos peligros, el acoso callejero en este país se ha vuelto muy común y se salió de control. Aprieto los labios y tiemblo. Ruego para que ese degenerado arranque el auto y sólo nos deje en paz.

—¿Qué chucha tienes? ¡Enfermo de mierda! -desde lejos escucho una voz algo familiar. Entonces volteo y veo que viene corriendo el mismo chico que me hizo problemas en la panadería hace unas horas. No viene solo...

—Déjalas en paz, huevón. -grita el chico que viene a su costado.

El sujeto que iba conduciendo se pone muy nervioso y se ajusta el cinturón con torpeza; rápidamente pisa el acelerador y se va.

—¿Están bien? -Mi sensación de alivio no podría ser más grande, pero aún tiemblo de los nervios.

—Sí -suspiro- Muchas gracias...¿Jesse?

—Sí, Jesse. Él es mi primo... Nicolás. -Oh, no era su hermano entonces.

—Hola -Nos dice Nicolás a mí y a Cat, muy agitado por lo que vinieron a toda velocidad desde la otra cuadra.- Las acompañamos a su casa, normal.

—Sí bueno, de todas formas viven al frente -se ríe Cat. Al menos podría dejar de hacerse la graciosa en este momento y ser más agradecida con los que salvaron nuestra "virginidad".

Empezamos a caminar hacia nuestras casas, no estábamos muy lejos. No entiendo cómo nos pudo pasar eso si supuestamente es un distrito muy seguro.

—¿Qué hacían por acá a estas horas? Es casi la medianoche. -nos pregunta Jesse

—A Anto se le ocurrió la gran idea de salir a respirar aire de contaminación -hace énfasis al describir el aire- y a ver la fachada de la escuela en la que estaremos en unos días. -Otra vez Cat con sus huevadas.

—En mi defensa, pensé que era muchísimo más temprano. De hecho no hemos traído ni siquiera los celulares. Además tú también querías ver cómo era "San Pancho"

—¿Estarán aquí en SFB? -nos preguntan los chicos al unísono.

—Sí -respondemos ambas- Menuda pendejez ¿No? -completa Cat, para variar.

—Por lo que me han contado es una buena escuela. -Se ríen los dos, cómplices.

—¿Lo que te han contado? Bueno, al menos sólo nos quedan dos años de escuela y se termina todo esto.

El poco recorrido que quedaba para llegar a casa es muy ameno y a la vez extraño, porque hace menos de veinticuatro horas habíamos estado gritándonos por un malentendido. Jesse y Nico bromeaban acerca del SFB, y se reían de eso como si ellos hubiesen vivido esas experiencias en carne propia. Al llegar a la puerta les agradecemos una vez más por salvarnos y acompañarnos de vuelta.

—Oigan, no hay de qué. Ya nos veremos otro día, vecina. -dijo Jesse dirigiéndose a mí. Tiene una sonrisa muy amigable y simpática, a pesar de que tenga cara de idiota. Cat y Nico se despiden y entramos.

Al entrar a casa intentamos no hacer ruido para no despertar a nuestro padre, sin embargo, es en vano porque lo vemos salir de la cocina con cara de culo, es más que evidente que el hecho de levantarse a media noche y no encontrar en casa a sus dos hijas adolescentes puede ponerlo de muy mal humor, solo espero que no nos de un sermón muy largo sobre lo que sea que vaya a decir ahora.

—Esto tiene una explicación. -digo en mi defensa

—De hecho es una historia bastante larga, pero ya tenemos sueño -Cat fingió un bostezo.

—No irán a ningún lado hasta que se excusen, necesitarán una historia muy buena y creíble.

Papá no suele enojarse con nosotras porque nunca le hemos causado problemas, pero al parecer eso cambiará a partir de ahora...

—Pues no voy a inventar nada. La verdad es que necesitaba ir por aire fresco y ni me fijé en la hora, ni sacamos los teléfonos. Ambos estaban sin batería, lo siento. -Pero si hay algo que no le diré, es lo que nos pasó hace unos minutos con aquel taxista morboso. Si le decimos, es probable que no nos deje salir nuevamente.

Cat se quedó asombrada, aún más cuando mi papá asintió frente a mi respuesta y accedió a que podamos subir a nuestras habitaciones.

—Te adoro, eres una crack.

Entré a mi habitación luego del cumplido de Cat. Quiero pensar que no nos volverá a ocurrir una mierda así, porque esta no será la última vez que saldremos a esta hora y no creo que tengamos tanta suerte de que nos salve Jesse nuevamente. Este ha sido un día agotador e interesante, definitivamente vivir aquí será toda una travesía. Lo malo de las nuevas oportunidades es que hay que enfrentarse a situaciones que no quisieras que sucedan. Tendré que pasar nuevamente por el cambio de colegio y los prejuicios de los profesores al ver que soy repitente. Estar en el mismo grado que mi hermana menor, siempre atrae muchas críticas. Sin embargo, no estoy sola en esto, después de todo sé que no lo estaré. 

Solo un Juego de NiñasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora