Capítulo XXXV

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Martes 28, Abril.

Anto

A media noche, Cat se ofreció para ayudarme con el regalo de Jesse. No lo pensé mucho, serán seis cupcakes decorados. La semana pasada le pregunté disimuladamente qué sabor de pastel era su favorito, como siempre hay que explicarle las cosas dos veces, pues no se dió cuenta.

—¿Chocolate con maní? -preguntó Cat

—Ya te conté que comiendo maní, pasó "lo nuestro". Así que, es una manera muy tierna de representarlo -dije echando el maní picado a la mezcla.

—¡Ay qué cursi eres! -hizo un gesto de desagrado.

—También estarías así, graciosa.

—Bueno, para que Jesse entienda esa referencia, vas a tener que escribir una notita. Aunque eso sería aún más cursi.

—¡Buena idea!

Luego de meter los cupcakes al horno, aproveché el tiempo en hacer una notita para Jesse. Es probable que no capte el mensaje con tan solo una mordida.

—Ya está ¿Qué opinas? -se la enseñé a Cat

—Está demasiado bonita, solo faltaba que explote brillantina.

—Cállate y sigue decorando la caja.

—Sí, patrona.

Nos dormimos muy tarde haciendo los cupcakes que se quedaron enfriando en la madrugada para poder decorarlo a primera hora. Moría de sueño, pero nada que un café y buen maquillaje para ocultar las ojeras no solucione.

Espero que le gusten porque me esforcé demasiado en esto, pero de todos modos cómo podría no gustarle estos cupcakes ¡Están deliciosos! Lo sé porque Cat se comió el cupcake extra que hicimos exclusivamente para probar.

Guardo la caja con mucho cuidado en mi maleta y me alisto para ir al colegio, por suerte Martha y mi papá devolvieron de a pocos gran parte de las cosas que me quitaron, y entre ellas un corrector que hace las ojeras desaparecer en cuestión de segundos.

—Anto ¿Ya estas lista?- dice Cat mientras entra a mi cuarto sigilosamente.

—Casi, solo me falta... un poco de color en la cara para dejar de lucir como un muerto viviente y amarrar mi cabello.

—Bien, no demores mucho porque Martha quiere que bajemos a desayunar antes de ir a clases y si demoras se pondrá insoportable.

—Lo sé, estaré ahí en nada.

El desayuno fue algo rápido, por suerte, por primera vez en mi vida estaba emocionada por ir a la escuela... bueno no tan así, en realidad estoy emocionada por darle su regalo de cumpleaños a Jess. Cuando llegamos a la escuela faltaban pocos minutos para que suene la campana así que decidí darle el regalo a Jesse en el receso, a esperar casi cuatro horas de aburridas clases.

—¿Se aplastaron en el camino? -se burló Cat apenas sonó el timbre del recreo.

—Cállate, y no.

—Vale, aquí está la notita que hiciste con amor. Parece que llevan más de un año con este regalo que le hiciste.

—¿Tú crees que fue demasiado? -le digo, un poco preocupada.

—No, digo...para su cumpleaños está bien, pero imagínate en un aniversario de primer mes.

—¿Soy muy cursi? No quiero quedar como una ridícula con todo esto.

—Es un bonito y delicioso detalle... supongo que te gusta alimentar a las personas en sus cumpleaños.

Asentí y nos dirigimos al patio en busca de Jess.

Solo un Juego de NiñasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora