Epílogo

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ÉL:

— Estas exagerando.

— Alan me van a decir que no, ¿cómo vamos a hacer un gasto "inútil" justo antes de entrar a la universidad.

— No es "inútil" — dije haciendo comillas con mis manos, tal cual lo hizo ella.

— Sabes a lo que me refiero — dijo regresando su mirada a la estufa donde cocinábamos la cena.

— No es tan costoso, ya tenemos todo para planteárselos, solo es tardado ¡pero que va! si en verdad quieres hacerlo estoy seguro de que no se negarán.

— ¿Sabes que es lo que en verdad quiero? — dijo lentamente mientras se giraba para mirarme de frente — no joder a nadie más con mi existencia.

— En verdad necesito que empieces a sacar esas ideas de tu cabeza porque estando conmigo esos pensamientos son una puta mentira.

— Pero que sorpresa — la voz de papá entrando a la cocina nos agarro de imprevisto y de inmediato nos giramos para mirarlo — ¿tengo que preocuparme de que se estén hablando de esa manera?

— No — dijimos al unísono.

— Vale — dijo lentamente y segundos después un silencio incómodo nos envolvió. Veía la cara de Adriana de reojo y era fácil notar que no estaba molesta, ella en realidad está bastante preocupada y se que desea esto, en verdad lo hace porque ha hablado de ello todo el día pero cuando un pensamiento negativo se planta en su cabeza es bastante difícil sacarla de ahí — No me convencen.

Eso lo sabíamos, nuestra respuesta no fue lo mejor y ahora será difícil quitárnoslo de encima.

Escuchamos el sonido de una silla siendo arrastrada y al mirar hacia atrás, notamos a papá sentándose en un banco de la isla mirándonos fijamente.

Esto será un problema...

Adriana y yo nos miramos por unos segundos antes de regresar nuestra mirada a la estufa y me fue imposible pasar por alto el hecho de que sus manos empezaban a temblar.

— Estamos bien pa — hablé en un tono diferente esperando así convencerlo — No tienes que preocuparte.

— Ajá, haré como que te creo.

— En verdad, no estamos molestos o algo así. Solo estamos nerviosos por lo de la universidad y todo eso — dije sin dejar de cocinar.

— Eso lo se, pero empiezo a saber cuando mis hijos me esconden algo.

— Papá no, no es algo malo, no tienes que preocuparte en descifrar nuestra actitud cuando traemos algo entre manos — dijo Adriana girándose para mirarlo. Hablaba lentamente y sus nervios eran bastante notorios.

— Aunque intente evitarlo no puedo. No quiero que nada les pase, nunca.

— Estamos bien papá, eso no era una mentira — dije sacando los sartenes de la estufa y apagando el fuego de ésta — en verdad no queremos preocuparlos.

— Están deseando algo imposible. Quieren evadir tanto esta conversación que solo hacen que los nervios crezcan.

— Vale, vale, ah... — intervino Adriana rápidamente restregando la palma de sus manos en sus piernas — En realidad sí tengo algo que decirles pero me gustaría que estuviese mamá aquí...

— Aquí estoy cariño — dijo mamá entrando en la cocina, ni siquiera estaba en casa y no escuchamos cuando entro. Creo que ya no tenemos escapatoria — ¿Cómo te sientes Jorge?

— Mejor, he dormido casi todo el día. Probablemente fue cansancio por el vuelo y ya está. ¿Cómo te fue en el trabajo?

— Bien, bastante bien — dijo con una sonrisa de satisfacción en sus labios — pero bueno el trabajo se queda en el estudio y escuche que me necesitaban por aquí — dijo tomando asiento justo a un lado de papá — ¿para que soy buena?

Otro tipo de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora