Capítulo 32

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ELLA: ESPECIAL.

No sé que hacer.

No sé si esto esté bien.

No sé cuándo terminará.

Y estoy muy preocupada por ello, cada noche se ha vuelto peor que la anterior, no solo para él, en realidad creo firmemente que todos en esta casa estamos nerviosos por esto, Alan ni si quiera sale de la habitación y yo solamente tengo que arraigarme a las palabras de Jorge diciendo que esto temrinará pronto.

— Tengo que decirte algo — hablé una vez que mis nervios estaban por explotar me la cabeza, llame su atención de inmediato y me miró preocupado.

— ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

Aquí viene el vómito de palabras.

— Mauricio y yo hemos estado hablando, somos amigos o eso dice él. Por mí vino la última vez pero me dijo que Adam también quería venir y yo le dije que estaba bien, creo. ¿Está bien? ¿Dime si crees que buena idea? Tal vez a Alan no le guste que haya mucha gente aquí o quizá eso sea lo mejor. Vendrán hoy por la tarde y no sé que hacer...

Suspiré profundo recuperando el aire que había perdido por hablar tan rápido y escondí mi cara entre mis manos desesperada. Los nervios me consumían y no logro concentrarme en otra cosa que no sea su bienestar preguntándome si aún faltan más noches de golpes, de angustia, de tristeza... Alan está jodidamente mal y no se qué hacer al respecto.

— Adriana ¿qué pasa?

— No me gusta verlo así, no me gusta escucharlo molesto, no me gusta escucharlo golpear las paredes en la madrugada... — dije mientras iba y venía en el pequeño pasillo de la cocina.

— Siéntate acá — dijo mamá mientras me tomaba de los hombros y me sentaba en uno de los bancos de la isla.

Suspiré de nuevo y recargue los codos en la mesa mientras sentí a mamá sentarse a un lado de mi y Jorge me tendió un vaso con agua que acepte pero no bebí, esperaba su respuesta, en verdad la necesitaba. Parecía rogarle con la mirada para que reafirme mis palabras.

— Sí, es una buena idea. Lo más probable es que no salga pero créeme que esta por acabar...

— ¿Lo prometes? — ahora fue él quien suspiro y dió una mirada rápida a mamá.

— Lo prometo — lo dijo, lo había dicho, si no pasaba como el prometió, yo exigiría que lo hiciera.

— De acuerdo — dije intentando calmarme pero era inútil, esa presión en el pecho no desaparecería. El timbre sonó — Deben ser Mauricio y Adam.

— Iré a abrir.

— Yo lo hago — dije tomando su mano deteniéndolo y sin esperar respuesta me puse de pie ya salí de la cocina directo a la puerta principal.

— Hola, pasen — dije respondiendo a su saludo mientras me hacía a un lado para dejarlos entrar.

Ambos me sonreía gentilmente pero no por lo que está pasando, si no por la situación que se vivió con Samuel. Adam era el más cuerdo, definitivamente recordaba todo y tal vez entendía lo que había pasado pero no tengo espacio en mi cabeza para preocuparme ahora por eso.

— Estamos en la cocina, Alan no ha salido de su habitación hoy...

— Vamos a dejar esto y luego subimos ¿De acuerdo? — asentí levemente y hasta entonces preste atención a lo que cargaban. Fuimos a la cocina y mamá los recibió con una sonrisa ladeada mientras que por otro lado, tenía dificultad para definir la actitud de Jorge.

Otro tipo de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora