Capítulo 3

1K 253 95
                                    

ELLA:

— ¡Dios mio! Mamá eso fue... ¡Que vergüenza! Ya ni siquiera quiero míralos a los ojos. Por favor, déjame quedarme aquí.

— No me hagas esto ahora, vienen a conocerte.

— Ya me conocieron, no quiero que me vuelvan a ver en la vida.

— Adriana no es mi culpa que te hayas distraído de esa manera...

— Mamá fue un accidente, de verdad no lo olvide, simplemente llegaron antes de lo que pensaba.

— Llegaron casi una hora tarde — un pequeño gritillo de frustración salió de mis labios y hundida en vergüenza me senté en la orilla de mi cama. Sentí mi dignidad siendo consumida rápidamente en el momento que levante la mirada y los vi frente a mi. ¡¿Cómo fui tan estúpida!? ¡Tengo que quitarme esa maña de andar en bragas por toda la casa! — Ponte esto — dijo mamá arrojando me unos pants.

— No, no por favor. Ten un poco de piedad.

— Si no sales, les diré a ellos que vengan hasta acá.

— ¡Mamá! — río, ella río. ¡Esto no puede estar pasando! — ¡No te burles!

— No hay manera de no hacerlo

— Eso fue cruel.

— Cariño en unos meses ni siquiera lo recordaran.

— Sabes que eso es mentira.

— Tienes tres segundos para ponerte ese pantalón y salir o yo por ellos para traerlos aquí.

— No mamá...

— Uno.

— ¿Porqué eres así?

— Dos.

— Eres mala ¿lo sabías?

— Y...

— Me voy a arrepentir de esto por un largo tiempo — tome el pants y empecé a ponerlo sobre mis piernas. Era uno lo suficientemente amplio para no marcar mi cuerpo y eso me gustaba... Aun que no tenía que marcarse para llamar su atención. ¡Ya me habían visto!

— Ven acá — me acerque hasta ella y empezó a limpiar mi cara con una toalla húmeda, supongo que había rastros de pintura en esta, tomó mis lentes y los dejo en el escritorio. Decidí a tomar otra toalla para empezar a limpiar mis manos sin necesidad de que estuvieran perfectamente limpias, solo quitando el exceso de pintura que también había en estas, es seguro que cuando se vayan seguiré pintando. Terminaré ese cuadro.

— Ya está, — dijo haciéndose un poco hacia atrás para mirar mi rostro y confirmar que no hubiera otra mancha — Ahora, compórtate.

— Haré lo que pueda.

— Adriana...

— Ya, ya vale, era un chiste — salimos de la habitación y no podía evitar ese temblor en mis piernas que reflejaba inseguridad.

— Hola soy Adriana Algora y ya me voy — dije lo más rápido que pude y dudo que hayan entendido pero en cuando termine de decir esa oración y quise regresar a mi habitación, mamá se interpuso en el camino.

— Tú no vas a ningún lado jovencita — Me tomó por los hombros y me giro sobre para quedar frente a ellos de nuevo. Sentía la calentura en mi rostro debido al sonrojo en mis mejillas.

Definitivamente esto es lo más vergonzoso que me ha pasado en toda mi corta vida.

***

Hasta este momento, me han caído bien, los dos son personas que se nota que tienen planes a futuros, que no se quedan con las manos cerradas y luchan por lo que quieren. Son bastante simpáticos y me mantiene tranquila el hecho de que no hemos vuelto a mencionar la circunstancia sucedida cuando recién llegaron. No soy de las personas que suelte soltar su confianza plenamente en personas que recién conocen pero me agrada que no se ven como los típicos patanes ya que después de haberme visto en bragas sus vista se mantiene en mis ojos y no en mi cuerpo.

Otro tipo de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora