Capítulo 30

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ÉL:

— ¿No has hablado con Samuel?

— No.

— ¿Y con Adam?

— Tampoco.

— Sabes que él no hizo nada malo ¿Cierto?

— Bueno tampoco esperaba que Samuel hiciera algo "malo"

— Adam a preguntado por ti...

— Mauricio, ahora no.

— Vale, lo siento... ¿Cómo van las cosas?

— Tienes que parar.

— No lo haré, te voy a llamar todos los días si es necesario.

— No Mauricio, no es necesario, — dije dejando de mover lo cocinaba en el sartén para mirarlo a través de la pantalla — las cosas este año han cambiado muchísimo, no sé que pensar al respecto...

— Pues honestamente, si no lo piensas, es mejor.

— Eso no lo decido yo. Tampoco puedo evitarlo.

— Alan mira...

— ¿Qué tal van las cosas por allá? — dije interrumpiendo antes de que comenzará un discurso.

— No te salvarás.

— Lo sé pero apenas es el primer día de octubre, las cosas todavía no son tan horribles.

— Sabes que con una sola llamada estaré ahí, si lo quieres.

— Lo sé y te lo agradezco, pero aún no Mauricio, todavía estoy bien — lo escuché suspirar sin ocultar su preocupación mientras que yo ignorándolo seguí preparando la comida.

— Hola, perdón, apenas termine ¿Necesitas ayuda? — al escuchar su voz me gire para verla de frente. Noté algunas manchas de pintura en su mejilla y sonrió algo apenada. Estábamos solos en la casa y yo sin ningún problema me ofrecí a hacer la comida ya que la vi bastante ocupada terminando una tarea.

— Hola y sí, necesitamos ayuda con este idiota — dijo Mauricio y noté la sorpresa de Adriana al escucharlo. Estábamos en videollamada desde hace unos minutos. Insistí en qué estaría ocupado pero obviamente él sacaba soluciones para ello y es así como temrine cocinando con la laptop en la isla de la cocina haciendo una videollamada con Mauricio — ¡Me ignora desde que me mudé acá! ¡Ya no me quiere!

— ¿Es Mauricio? — preguntó entre risas reconociendo su voz.

— La comida está casi lista, ayudame con él para que deje de molestar.

— Te estoy escuchando — Adriana río un poco más y se sentó en el banco de la isla mientras tomaba la laptop y la giraba para estar frente a ella — ¡Adriana! ¿Qué tal? Oye, creo que tienes pintura aquí.

— No me había dado cuenta — dice mirando su reflejo en la pantalla mientras limpiaba con una servilleta los rastros de pintura en su cara.

— ¿Qué estabas haciendo?

— Una tarea para mí extracurricular, es artes. Es lo que más me gusta y llevo años pintando pero parece que jamás podré pintar sin mancharme.

— Se ve divertido.

— No creo que sea normal.

— ¿Y que sería normal? — ella parecía pensarlo un poco y luego respondió.

— Las personas se hacen manicure y yo jamás pagaré por eso para que luego el acrílico las dejé así — alzó sus manos y las dejo cerca de la cámara para que Mauricio pudiera ver bien. Sus uñas eran una mezcla de diferentes colores pero ahora predominaba el rojo, que es el mismo color de las manchas en su rostro.

Otro tipo de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora