Decayendo

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En lo que pasaba de la semana el sagaz abogado de Izuku había redactado el divorcio definitivo y por petición de Katsuki, a su amigo, habían modificado algunas clausulas.

Primero la casa no se podría vender, así que Izuku decidiría si usarla o no pero solo eso, y segundo Katsuki podría llevarse a Sayumi sin tener que avisar un día antes.

Por más que su abogado le dijo al pecoso que no era buena idea quitar esa cláusula fue en vano. El omega no desconfiaba de su ex esposo, él nunca le haría nada a su hija.

Lo que el chico de ojos jade desconocía era la terrible vida que Katsuki había empezado a llevar desde que no vivían más juntos.

Solo pasó una semana y el rubio había decidido llevar sus malos hábitos al extremo. En el trabajo no podía fumar tanto como quería pero en su casa el aire era viciado de tantos cigarros.

Además como no quería que nadie lo moleste el alfa no abría las ventanas y a pesar de tener dos balcones tampoco salía a ellos y solo abría de vez en cuando el de la sala, cuando se acordaba.

Antes de firmar el divorcio Katsuki se  jacto de su posición de marido y fue a la agencia del pecoso y exigió que le den Dalmore.

Si Deku se quedaría con la casa, él se quedaría con las muestras gratis de whisky que guardaban en la agencia.

Era sabido que en el trabajo, de su en ese momento aún esposo, podría conseguir esa bebida que tanto le gustaba. El maldito whisky que Deku se encargaba de vender era el mejor del mercado sin dudas.

Era fuerte, pero cuando bajaba por la garganta era como una caricia y los tintes dulces que dejaba en la boca eran lo mejor, al rubio le hacía recordad a su esposo. Pero cuando bebés lo suficiente los recuerdos se van.

Incluso había tenido suerte y se pudo llevar una muestra del nuevo The Dalmore, aún estaban decidió que botella quedaría mejor para mandar a producir en masa pero habían un par de muestras que a Katsuki le vinieron muy bien.

En la oficina de Izuku nadie sabía realmente que el jefe iba a divorciarse, sabían que tenía problemas en su matrimonio pero solo eso.

Shinso era el único que sabía lo que pasaba a fondo y era una suerte, ya que aún que no era su costumbre, el ojeroso empezó a pasar más tiempo en la agencia.

Y ni bien sentía el olor a tristeza que salía de la oficina de Izuku iba a avisarle, el omega era consiente de que no podía soltar ningún tipo de olor o feromonas, por respeto a sus empleados, pero había momentos que simplemente no las controlaba.

En un par de ocasiones ni siquiera podía controlar su llanto y tenía que correr al baño o encerrarse en la oficina, de igual forma siempre terminaba igual, unas bofetadas así mismo y a seguir.

A pesar de que su corazón estaba roto y tener que adaptarse a estar solo, con ahora una muy conflictiva Sayumi, el tiempo no se detenía y la fecha de el gran lanzamiento del nuevo Dalmore se acercaba día con día.

Y ese no era su único trabajo, había más y también estaban sus responsabilidades como director, pagar matrículas, a los empleados, llevar el registro de gastos y ganancias.

La vida era complicada para el pecoso, estaba deseando con ansias que llegue el fin de semana y Katsuki se lleve a Sayumi un par de días.

La niña, luego de todo lo que pasó cuando le dieran la noticia, había empezado a ser agresiva con su mami, ella lo culpaba de que su papi no esté además de culparse a si misma.

Si Izuku le decía que venga a comer no lo hacía, bañarla era una lucha que en ocasiones conllevaba mordidas, ir al jardín también era difícil de lograr, en fin, el pobre papi verde la tenía complicado.

The DalmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora