Al carajo todo

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Los días pasaban, Bakugo no estaba seguro de cuánto habían pasado pero sabía que lo hacían, aún no le dejaban usar su celular y por lo que los demás decían, en dos semanas más o menos te dejaban revisarlo.

Con la única persona del exterior que el rubio había tenido contacto era con su amigo pelirrojo y más que nada fue porque los médicos le obligaron a pasarle los informes médicos y tenerlo al tanto de su tratamiento.

En su cabeza solo había las constantes preguntas de si Deku le perdonaría y si su hija lo aceptaría una vez más, era muy difícil estar lejos de ella.

Si bien era un asco como padre, nunca dejó de escuchar algún mensaje de voz que le mandaba su ex o una foto o solo contándole alguna ocurrencia que hacía la pequeña y ahora absolutamente nada.

¿Estará más alta? ¿Ya podrá sentir las feromonas? ¿Será como Deku y tardará un poco más? ¿Le sigue gustando esa serie de princesas guerreras? ¿Y Rogelio?

Había una constante de preguntas que el alfa se hacia y casi siempre lo atacaban al llegar la noche, durante el día sus múltiples actividades lo distraían pero en las noches el sonido de fondo de la tv ya no estaba alcanzando para acallar sus pensamientos.

Cómo tenía un psiquiatra a su disposición fue un par de veces a pedir que le den algo para dormir pero volvió sin nada. Según el doctor con lo que tomaba ya era suficiente.

Maldito cerebrito, como esperan que mejore si ni siquiera puede dormir bien, era todo lo que él rubio tenia en mente y eso lo enojaba y le hacía tener sed.

Y no había jugó de frutas, batidos o agua que le quitaran la sed que sentía, en ese lugar de mierda no le dejaban tomar ni gaseosas por "su dieta".

Una vez intento tomar una lata de gaseosa sin azúcar y Tetsutetsu lo descubrió. Eso era otra cosa, no había nada en ese puto lugar que pueda despertar una adicción.

No gaseosas con azúcar, no comida chatarra, no cigarrillos, ni siquiera caramelos, lo único que te daban para calmar la ansiedad eran chicles sin azúcar.

La impotencia de Katsuki empezó a crecer día con día y sus ganas de beber alcohol también, sin darse cuenta había empezado a apretar sus dientes cuando estaba solo y aún con los ansiolíticos su piernas no paraban.

Su acompañante terapéutico siempre estaba sobre él tratando de hablar de cualquier cosa o intentando de integrarlo con el resto del grupo.

Bakugo era el único que a estas alturas aún estaba solo, no había cruzado palabras, más que las necesarias con los otro residentes. Todos les parecían unos idiotas fracasados.

Amas de casa con más cirugías que pelos en la cabeza, hombres que habían derrochado todo su dinero y adolescentes malcriados, eran un fastidio, si él llegó a ese lugar fue por trabajar no por cosas absurdas como los demás.

La única persona con la que cruzaba, en los almuerzos, unas tres palabras más era una adolescente con muchos rulos y ojos azules que estaba allí por segunda vez.

En cierta forma le recordaba a Sayumi o quizás ya deliraba, pero la verdad que la chica era muy directa y cuando todos se presentaron expreso abiertamente que no quería estar allí y que estaba solo porque sus padres la internaron.

Estaba mal, si estaba mal pero al menos la chica no se la pasaba llorando por los rincones o cada vez que se tocaba algo sensible en los talleres y eso le caía bien al alfa.

_: Hoy tampoco quieres hablar con nadie?- el peligris hablo en tono cansado mientras que solo estaba sentado al lado de Bakugo en una esquina del salón común.

The DalmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora