09. Los Cullen.

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Las primeras clases transcurrieron con normalidad. Aria se sentía completamente satisfecha con el sistema educativo. Era increíble volver a tener una vida normal a partir de ahora, aún que no podía negar que extrañaba las formas mágicas de enseñanza. Extrañaba mucho ver cómo Harry y Ron eran reprendidos en numerosas ocasiones por la profesora McGonagall.

También tenía que admitir que anhelaba muchas veces regresar el tiempo para poder evitar enamorarse de Draco. Se sentía en la necesidad de verlo y abrazarlo, o tal vez golpearlo hasta el cansancio por su estúpida crueldad Malfoy. Jamás olvidaría su traición de unirse a los mortífagos y su horrible comportamiento con ella al terminarla.

A veces se cuestionaba mucho los sucesos, hasta el grado de sentir que su mente explotaría. Cómo odiaba eso, su propio enemigo era ella misma en sus momentos de vulnerabilidad e inestabilidad.

Era la hora del almuerzo, y se encontraba caminando junto a Jessica, que la había invitado a almorzar con sus amigos y ella. Estaba muy feliz de tener a su primera amiga mujer en la escuela, por qué el primero era Eric. Jessica resultó ser muy agradable pero algo entrometida, lo supo cuando una chica pálida y de cabello oscuro había golpeado por accidente con la pelota de voleibol en la cabeza a un chico rubio llamado Mike.

Aria no se había acercado a charlar con ellos, pero el comportamiento de Jessica se notaba a distancia, pensó que lo más razonable era por qué él rubio le gustaba a su amiga.

—¿No le molestará a tus amigos que me siente con ellos?

No pudo evitar hacer esa pregunta. Se sentía muy agobiada y nerviosa por qué no quería invadir el espacio de otros.

En cambio, Jessica sonrió y la miró con algo de incredulidad. Era tan hermosa y su sonrisa era resplandeciente que te contagiaba.

—No tienes por qué pensar eso —dijo y tomó el brazo de la castaña —, ellos son muy buenos. Les agradarás, lo sé por qué eres genial.

Aria no pudo evitar sentirse agradecida.

—Gracias.

—No hay por qué —musitó Jessica, tomando el control del camino.

Entraron por una puerta de tamaño normal (no se parecía para nada a la del Gran Comedor) y el olor estupendo de la comida llegó hasta sus fosas nasales. Incluso el hambre apareció repentinamente.

Habían muchas mesas con mínimo cuatro sillas, pero eran tantos los grupos de estudiantes, que tenían que tomar sillas de otras.

VAMPIRES TALE | jasper h. & draco m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora