28. Recuerdos: parte 4.

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Sexto año

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Sexto año.

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Las vacaciones estaban por terminar y Aria estaba emocionada por ello. Ansiaba volver a Hogwarts para ver a Draco y estar con él en todo momento en forma de apoyo.

Durante todo ese tiempo, fue muy difícil contactarse con él, ya que, en la última carta que le había enviado decía que su situación era algo complicada, por lo cual tenía que quedarse en su hogar para servir de compañía a su madre. Aria entendía a la perfección, pues eran ellos dos solos en la mansión, debido al encarcelamiento de Lucius Malfoy.

Ahora se encontraban en Sortilegios Weasley, la tienda de artículos de bromas de Fred y George, mientras intentaban convencer a Molly que los dejara separarse. Luego de un rato pensándolo, aceptó no muy convencida, pero al fin y al cabo Hagrid los estaría acompañando.

Al llegar al establecimiento de madame Malkin, Hagrid se quedó afuera para vigilar el lugar. Así que Hermione, Harry, Ron y ella entraron a la pequeña tienda.

A prima vista parecía vacía, pero tan pronto la puerta se hubo cerrado tras ellos, oyeron una voz conocida detrás de un perchero de túnicas de gala de lentejuelas azules y verdes. Aria se emocionó al instante.

—... un niño, por si no te habías dado cuenta, madre. Soy perfectamente capaz de hacer las compras por mi cuenta.

Alguien chasqueó la lengua, y luego una voz que identificaron como la de madame Malkin dijo:

—Mira, querido, tu madre tiene mucha razón; en los tiempos que corren no es conveniente pasear solo por ahí, no tiene nada que ver con la edad.

—¡Quiere hacer el favor de mirar en dónde clava el alfiler!

Draco llegaba puesta una túnica verde oscuro con una reluciente hilera de alfileres al rededor del dobladillo y los bordes de las mangas. Dió un par de zancadas, se colocó ante el espejo y se miró; tardó unos instantes en ver a Harry, Ron, Hermione reflejados detrás de él, y entonces entornó sus ojos grises, pero al ver a Aria, relajó su mirada.

—Si te preguntas porque huele mal, madre, es porque acaba de entrar una asquerosa y pobretona comadreja —anunció Draco.

Aria entendió que se refería a Ron.

—¡No hay ninguna necesidad de emplear ese lenguaje! —reprendió madame Malkin, saliendo de detrás del perchero a toda prisa, con una cinta métrica y una varita en las manos —. ¡Y tampoco quiero ver varitas en mi tienda! —se apresuró a añadir, pues al mirar hacia la puerta, vió a Harry y Ron ahí plantados con las varitas en ristre, apuntando a Draco.

VAMPIRES TALE | jasper h. & draco m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora