VT | ❝Muchos magos y brujas desprecian mi sangre, mientras que ciertos vampiros desean beberla. ❞
La segunda guerra mágica ha comenzado. Aria al ser hija de muggles y prima de Hermione Granger corre el riesgo de ser asesinada por mortífagos. Sus ami...
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Esa noche, Jasper salió de su casa y fue directo a la de Aria, sin embargo, no tocó la puerta para que ella lo recibiera. Se limitó a observarla por la ventana de su habitación, tal como la noche anterior.
Lo dicho por Edward quedó grabado en su mente y se repetía como una grabadora descompuesta. Él claro que sospechaba que la chica escondía algo, pero no era un motivo para insistir en hostigarla. Admitía que su raro comportamiento con Carlisle el día que quiso cambiar su vendaje lo aturdió un poco, al igual que el día que la vió por primera vez y parecía salir de una película de guerra, no obstante, él no quería investigarla por qué esa chica no era un objeto, ni ninguna otra.
Su interés en ella se debía a qué tenía algo que llamaba excesivamente su atención, y no era su sangre.
Había una particular diferencia entre los humanos que lo rodeaban y entre Aria. No le atraía su sangre, no moría por tomar su sangre y devorarla, no moría por mantener distancia y alejarse para siempre de ella, al contrario, moría por estar cerca, por no perderla. Ya tenía sospechas del por qué, pero necesitaba confirmarlas para estar seguro y confesárselo.
Estaba decidido a entrar en la habitación una vez que ella durmiera, la cuidaría de esa forma, no sabía de quién pero lo haría.
Su atención la capturó la castaña, al parecer acababa de salir de tomar una ducha por qué su cabello goteaba y su cremosa piel canela aún estaba húmeda. Aria llevaba puesta una bata de fina seda color perla que llegaba más arriba de sus rodillas, la tela era muy delgada por lo que podía ver más allá de lo que le hubiera gustado.
Hizo el ademán de tragar saliva -ya que no podía por qué no vivía -, y desvió su dorada mirada hacia abajo. Estaba más que nervioso, sus sentidos de vampiro se aceleraron de una forma que desconocía. ¿Cómo era posible que usara esa prenda tan delgada con el frío que hacía afuera?
Aún nervioso, alzó poco a poco la vista, deseando que ya estuviera vestida con la pijama. Agradeció internamente cuando fue así y apagó las luces para dormir. Esa fue su señal y entró con cautela.
Tenía que ser precavido si no quería ser descubierto y acusado de ser un acosar pervertido, así que se deslizó como la niebla y recorrió la habitación. La última vez que había entrado habían unas cuantas cajas dentro de un clóset entre abierto, y ahora todo estaba en orden. La noche anterior, Aria, se dedicó a ordenar unas cuantas cosas, y por lo que notó eran objetos muy raros que jamás en su vida tanto como de mortal como de vampiro, había visto.
Habían libros con títulos como: Historia de Hogwarts, Pociones, Defensa Ecensial Contra las Artes Oscuras, Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, El monstruoso Libro de los Monstruos, entre otros.
Había un caldero reposando bajo un estante dentro del clóset –que seguía entre abierto –, una túnica que tenía bordado un escudo con los colores negro y amarillo, y en el centro había un tejón. Una bufanda con los mismos colores y lo que parecía ser una varita.
