VT | ❝Muchos magos y brujas desprecian mi sangre, mientras que ciertos vampiros desean beberla. ❞
La segunda guerra mágica ha comenzado. Aria al ser hija de muggles y prima de Hermione Granger corre el riesgo de ser asesinada por mortífagos. Sus ami...
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El baile había terminado hace apenas una hora exacta. Jasper y Aria se encontraban dentro del auto, que estaba aparcado justo frente a la casa de la chica.
El rubio, decidió que si quería una relación sincera, linda y sin ningún secreto de por medio, tenía que contarle a su novia toda su historia. Lo cual acababa de terminar de hacer.
Aria se quedó en silencio por unos segundos que para él parecieron horas. Tenía en cuenta que ella jamás lo juzgaría por su pasado, pero tras aquella mirada inexpresiva, pensaba que eso era lo que estaba haciendo.
Si pudiera pasar saliva, pensó que lo hubiera hecho en ese instante y Aria lo hubiera escuchado. Sentía un mar gigantesco de nervios.
—Acabo de terminar de procesar todo lo que me dijiste —comentó por fin.
—Seguramente estarás decepcionada de mí —dijo él, evitando los amielados ojos de la morena.
Pero para su sorpresa, sintió como la pequeña y cálida mano de su novia se posaba sobre la suya.
Jasper volvió a mirarla y se encontró con una linda sonrisa, donde sus hoyuelos se hicieron visibles.
—No tengo por que hacerlo —musitó —. Sabes que no te juzgaría por lo que pasaste, todos en algún momento de nuestra vida cometemos equivocaciones.
—Pero hice mucho daño.
—De nuestros errores aprendemos nuevas cosas, y gracias a ello sabemos que no debemos volver a lo mismo —replicó Aria, sonriendo mucho más.
Jasper podría quedarse toda su inmortalidad admirando ese bello rostro, y nunca se cansaría.
—Eres una persona muy valiosa —confesó el rubio —. De verdad agradezco que Alice te viera en su visión.
Aria arrugó un poco su frente. Por un tiempo había olvidado que ese era el don de la vampiresa.
—Y yo agradezco que me enviaran a Forks, por que de esa manera pude conocerte.
El vampiro atrapó con velocidad los labios de la morena y los besó con pasión y una sencilla suavidad.
Aria no lo admitiría aún, pero esos besos causaban un disturbio dentro de su ser.
Luego de un rato, se separaron por falta de aire y se tomaron de las manos.
—Siento que ya es hora de que te aclare todo lo que Edward dijo —agregó la morena.
—No lo hagas si no quieres, no te obligaré.
—Es que sí quiero hacerlo.
Jasper asintió y se acomodó para poner toda su atención a su novia, quien se mostraba un poco nerviosa.
