23. El Slytherin.

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Por tercera vez, Draco esquivó una bota que pasó rozando por su rostro. Al sentirse un poco más seguro, corrió hasta Fred y se escondió detrás de él para estar a salvo.

Aria lo miró furiosa y a zancadas se acercó a él, pero el platinado volvió a correr. Está vez, levantó ambas manos para demostrar que había llegado en zona de paz.

—Espera, por favor —pidió, temeroso de que esta vez le aventara con algo más duro.

Por su parte, Aria no se apartó del lado de Fred y le ordenó que le diera la bota que estaba en sus manos.

—Aria, tienes que relajarte —le recomendó el pelirrojo.

—¡No me digas que me relaje, Fred Weasley! —exclamó, eufórica —. ¡Ahora dame mi bota!

—No te la daré hasta que te relajes.

—Bien, no me la des. Tengo más zapatos por lanzarle a este idiota —espetó y caminó hasta su clóset para sacar un zapato escolar. Era uno de los que utilizaba cuando estudiaba en Hogwarts.

Decidida, se acercó a Draco y estiró su mano para estrellarlo en el hombro del chico, pero Fred de un rápido movimiento se lo quitó.

Ante esa acción, la morena se volvió en dirección al aludido y le dedicó una mirada fulminante.

—Deja de quitarme mis zapatos —masculló. Fred negó con la cabeza —. Algunas veces eres un fastidioso.

Draco soltó un profundo suspiro y tomó valentía para acercarse a la morena, que se encontraba roja de cólera.

—Por favor, espera un poco —pidió, con la esperanza de que ella cediera —. Quiero que hablemos.

Aria retrocedió cuando se percató de que Draco estaba a escasa distancia a la de ella. Lo que menos quería era estar cerca de él.

—No quiero hablar contigo —dijo, permitiendo que el llanto retenido saliera por primera vez desde que el chico llegó —. Así que vete de mi casa.

—Lo único que te pido es que me des la oportunidad de explicarte el porque hice esas cosas.

—No me interesa, Draco. Ahora quiero que desaparezcas de mi vista.

Desesperado por la negación de Aria, el platinado tomó las manos de la aludida y les dió un suave apretón para no dejarla ir. No le importaba si recibía un golpe de su parte, pues sabía que lo merecía.

Al sentir que sobraba en esa situación, Fred salió de la habitación y dejó al par para que pudieran hablar a solas.

—Sé que te hice daño al decirte tales cosas —comenzó a explicar cuando Aria dejó de moverse y su rostro adquirió una expresión sería, mientras que se tornaba más rojo a causa del llanto —, y comprendo perfectamente que te encuentres enojada conmigo. Pero te prometo que todo esto tiene una explicación.

VAMPIRES TALE | jasper h. & draco m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora