VT | ❝Muchos magos y brujas desprecian mi sangre, mientras que ciertos vampiros desean beberla. ❞
La segunda guerra mágica ha comenzado. Aria al ser hija de muggles y prima de Hermione Granger corre el riesgo de ser asesinada por mortífagos. Sus ami...
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Draco apretó los puños mientras que Jasper lo estudiaba de pies a cabeza, con mala cara. La tensión en el ambiente era muy notoria, tanto que podía cortarse con un par de tijeras.
Tonks y Aria intercambiaron miradas. La metamorfomaga la miraba como si le estuviera pidiendo disculpas por dejar pasar al vampiro, sin embargo, a ella no le interesaba eso porque sabía que Tonks no lo hizo con mala intención.
Su única preocupación era Draco, que se mostraba bastante molesto, pero sabía que la fuerza de Jasper era el doble que la de su novio, así que lo apartó. Ya tenía conocimiento de como eran ambos, así que era mejor evitar algún accidente.
—Tranquilo —dijo ella, sobando el hombro de su novio.
Jasper no perdió ese detalle y alzó una ceja.
—¿Qué haces aquí? —espetó Draco, en tono hostil.
—Vine a hablar con Aria —contestó el rubio, cortante y dirigiendo sus dorados ojos a la morena —. ¿Podemos hablar?
—Creo que esto deben dejarlo para otro momento —habló Tonks, nerviosa.
—No te preocupes —le dijo Aria, y le dedicó una sonrisa de tranquilidad —. Puedo hacerlo.
Ante esas palabras, Draco miró a su novia con ceño y entrecerró los ojos.
No quería hablar con Jasper, pero sabía que si no lo hacía, él no la dejaría en paz, además, si le había dado una oportunidad a Draco para explicarle las cosas, también le daría una a Jasper. No obstante, no lo perdonaría, porque el sufrimiento que él le causó aún seguía intacto, no de la misma manera que antes, pero seguía ahí.
—¿Es en serio? —le preguntó Draco, estupefacto.
Aria sonrió y tomó su mano para apretarla ligeramente.
—Confía en mí —pidió —. Solo hablaremos. Después de esto, pasaremos la noche viendo películas.
Eso pareció calmar a Draco, porque su semblante cambió al instante y asintió. Antes de salir de la habitación, plantó un beso en la frente de Aria y estrelló su hombro con fuerza contra el de Jasper.
Cuando la puerta se cerró, el vampiro dió unos cuantos pasos para acercarse a la morena.
—Para —ordenó ella, de manera autoritaria.
Por el tono en el que habló, Jasper supo que estaba molesta. Y por supuesto que la entendía, pues todo eso era su culpa.
—¿De qué quieres que hablemos? —dijo Aria, cruzándose de brazos y adquiriendo un semblante de indiferencia —. ¿Del cómo te fuiste sin decirme nada o de tu forma tan impulsiva de tomar las cosas sin siquiera darme una explicación?
