VT | ❝Muchos magos y brujas desprecian mi sangre, mientras que ciertos vampiros desean beberla. ❞
La segunda guerra mágica ha comenzado. Aria al ser hija de muggles y prima de Hermione Granger corre el riesgo de ser asesinada por mortífagos. Sus ami...
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El horario escolar llegó a su fin y todos los alumnos salieron como rayos cayendo a un punto exacto en cuanto el timbre sonó indicando que podían marcharse.
Abner y Aria vincularon una genial amistad en tan sólo tres horas de conocerse, lo cual era muy poco tiempo, pero para ella jamás fue un problema hacer amigos. Su personalidad extrovertida y acoplada le ayudaba mucho. Cuando estaban por cruzar el pasillo para salir por completo de la escuela, Mike se acercó corriendo a ella y le ofreció llevarla a casa, a lo que Aria con toda la pena del mundo se negó argumentando que su padre no tardaría en llegar.
Y era verdad, Remus ya estaba allí esperándola dentro del auto. Sonrió complacida al verlo tan ensimismado en el entorno. El licántropo jamás había tenido la oportunidad de ver una escuela muggle, así que probablemente esa era la razón de su concentración en el ambiente.
—Nos vemos mañana —se despidió Abner al ver qué ya esperaban a la castaña.
—Te podemos llevar a casa, si gustas —ofreció Aria, sonriente.
—No hay problema, vivo a una cuadra así que iré caminando.
Aria hizo un movimiento afirmativo con la cabeza y se despidió de su amigo agitando su mano derecha. Caminó unos dos metros más y subió al auto.
Arqueo una ceja cuándo el hombre ni siquiera la recibió con un saludo, y estuvo a punto de decir algo, pero luego percibió que Remus se mantenía enfocado en un lugar en concreto. Totalmente extrañada siguió su verdosa mirada hasta que dió directo en los Cullen.
Los nervios volvieron a recaer en ella al reparar en Edward. Quería superar la extraña situación e incomodidad que le generaba ver su parecido con Cedric, no obstante, su subconsciente se aferraba a seguir teniendo esa tempestad de emociones.
Aria carraspeó un poco para acaparar la atención de Remus, antes de que su mirada se cruzara con la del cobrizo.
—¿Mi vista está fallando o lo que veo es real? —preguntó Remus, saliendo de su asombro.
—¿A qué te refieres? —cuestionó Aria, acomodando el cinturón al rededor de si misma. Sabía exactamente a lo que su contrario se refería, pero prefirió fingir incredulidad.
—Ese chico —extrañamente su voz sonó en un hilo de escepticismo. Con el dedo índice señaló con discreción el sitio donde los Cullen se mantenían —. El pálido y de rasgos definidos.
—Todos son muy pálidos y tienen rasgos definidos —dijo ella, inconcientemente, asegurándose de no dejar que sus ojos se centraran en ellos. Suficiente tenía con Edward y Jasper.
—El de cabello cobrizo.
—Es Edward Cullen -respondió —. ¿Qué hay con él?
—Luce exactamente igual a Cedric Diggory —soltó Remus, estupefacto.
