VT | ❝Muchos magos y brujas desprecian mi sangre, mientras que ciertos vampiros desean beberla. ❞
La segunda guerra mágica ha comenzado. Aria al ser hija de muggles y prima de Hermione Granger corre el riesgo de ser asesinada por mortífagos. Sus ami...
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McGonagall caminaba a paso apresurado con la intención de llegar lo más pronto posible a la Sala de Menesteres. Detrás de ella le seguían el paso otras tres personas más: Neville y Michael llevaban a Aria entre los dos y la profesora Sprout no dejaba de sollozar cubriéndose los labios para no dejar salir un chillido.
Al llegar al pasillo que requerían, comenzó a caminar de adelante hacia atrás, deseando un lugar donde pudieran estar completamente tranquilos, sin ninguna inoportuna distracción. De pronto, una puerta se materializó frente a ellos y sin pensarlo más, entraron casi corriendo. Lo menos que querían era ser descubiertos y exponer a los otros estudiantes.
La mayoría se encontraba en un rincón del lugar y otros recostados sobre el suelo, con la mirada perdida en algún punto fijo. Luna Lovegood paró de golpe su caminata al observar el cuerpo de Aria entre los brazos de Neville y Michael.
—¿Qué le ha pasado? —interrogó con sus ojos azules clavados en la castaña. Su voz era muy lejana al habitual tono soñador que solía portar.
Neville hizo un movimiento de cabeza, indicándole al Ravenclaw que lo siguiera. McGonagall miró fijamente a Luna y decidió contarle la verdad, no era momento para evadir el tema, además, acaparaban toda la atención del tumulto de estudiantes que había en la sala.
—Fueron los imbéciles Carrow —respondió. Intentó relajarse, pero resultó inútil, su ira era mucho más fuerte que cualquier otro sentimiento —. Supongo que sabes lo que ha pasado para que le hicieran todo este daño.
La rubia asintió.
—Todo el colegio lo sabe —confesó sin vacilar —. Es una chica muy valiente.
El orgullo en el hermoso rostro de Luna era más que evidente. Por otra parte, la profesora McGonagall movió la cabeza de manera negativa.
—Yo opino que fue algo muy ingenuo de su parte.
—¿Por qué piensa eso, profesora?
—Porque pudieron asesinarla. Aria está en el ojo del huracán —resopló un poco y acomodó sus anteojos entre el puente de su nariz —. Cuando Pomona y yo nos enteramos de lo sucedido corrimos hasta el lugar donde ella estaba. De no ser así, ahora mismo se encontrara muerta.
—A pesar de eso, yo pienso que no fue para nada ingenua —opinó con toda la confianza posible —. Aria perdió a sus padres por culpa de mortífagos, y los Carrow son unos de ellos. Tal vez no fueron los que asesinaron a sus padres, pero después de todo estuvieron apoyando que se tomara esa espantosa decisión. Ella sólo se enfrentó a ellos y defendió a Nathaniel. ¿A usted le hubiera gustado que lo torturaran?
Antes de que pudiera responder, Ernie Macmillan y Hannah Abbott entraron a la sala y ayudaban a Susan mantenerse de pie. La pelirroja temblaba con fuerza y tenía los ojos inyectados en sangre. Su tono de piel ya no era rosado, si no, de un tono pálido cenizo.
