Agoney sale de su casa en el momento que el timbre suena y segundos más tarde escucha a Miguel silbar desde abajo. Se saludan con un abrazo y aunque saben que va a estar lleno de gente ponen rumbo a la zona de las terrazas. Algún hueco siempre encuentra y sino, siempre tienen tiempo de irse hacía otro lado.Van hablando de sus cosas sin mencionar en ningún momento el tema importante. Agoney sabe que en el momento que se sienten, va a tener un interrogatorio y efectivamente, así es.
—Bueno, bueno, me vas a contar o te voy a tener que ir preguntando. – Dice Miguel antes de darle un sorbo a la cerveza que tiene entre manos.
—No hay nada nuevo que contar. Ya te dije que si venía.
—Venga ya, Ago, no te creo que haya sido todo tan fácil como invitarle y él decir que sí.
—No lo ha sido, no. – Responde recordando que Raoul pensaba que era una broma.
—Pues cuenta!!!
Agoney le empieza a contar toda la conversación que tuvieron y como Raoul le desquiciaba un poco con los peros... A medida que habla de Raoul se le ilumina la mirada y sonríe más de la cuenta.
—Estás encoñado – Le corta Miguel sin dejarle terminar lo que le estaba contando.
—Eso no es verdad.
—Si lo es.
—No.
—Ago, cariño, tenías que verte la cara de felicidad que pones cuando nombras a Raoul. – Le deja unos segundos por si quiere añadir algo, pero como sigue callado continúa él. —No está mal que te encoñes, el chico está pa' toma pan y moja.
—Miguel!!! – El sonrojo de Agoney, a pesar del moreno de su piel, es notable.
—Es verdad, Raoul está de buen ver – Agoney se tapa los ojos, y acto seguido Miguel le quita las manos de ahí. —Y va a recorrerse más de dos mil kilómetros para conocerte, tengo que decirte que... – Se queda callado.
—¿Qué? – Le responde mirándole fijamente.
— Que él también está encoñado.
Agoney se ríe porque eso es imposible. Si apenas se conocen, ¿cómo van a estar encoñado? Miguel está delirando.
—¿Qué dices?
—Lo que oyes, aunque no te guste.
—No es que no me guste, pero yo no estoy encoñado y él tampoco. – No tiene más argumentos para rebatir.
—Agoney, nadie cruza la península y viene hasta Tenerife por un polvo.
La cara de desconcierto que pone hace que Miguel se explique un poco mejor.
»No estoy diciendo que seas solo un polvo, pero entiéndeme.
—Lo estoy intentando de verdad. – Le responde un poco molesto.
—Joder, Agoney. Tanto él como tú, si quisierais echar un polvo para desahogaros, no os vais a la otra punta. Lo podéis hacer con gente de vuestro alrededor.
Aunque le cuesta reconocerlo, sabe que Miguel tiene razón. Que si quisiera echar un polvo, lo tendría tan fácil como levantar el teléfono y llamar a Bruno.
—Vale, entiendo lo que quieres decir.
Miguel se queda esperando que diga algo más.
»Pero no creo que estemos encoñados.
—Bueno, os gustáis.
—Déjalo ya.
Agoney no quiere seguir hablando del tema. Le pone nervioso hablar de Raoul como si no pasase nada. Hasta con su amigo, tiene vergüenza.
—Es una locura, Miguel. Pero prométeme que vas a acompañarme al aeropuerto a buscarlo.
—Ah, no, amigo, no me metas en tus líos.
—¿Pero tú no eres él que quería conocerlo? – Le pone cara triste. —Porfa, acompáñame.
—¿Por qué? ¿Tanta vergüenza te da?
—Mucha.
Siguen hablando unos minutos más y al final, Miguel acepta acompañarlo al aeropuerto pero no se piensa bajar del coche. El que tiene que ir a recibirlo va a ser él.
Cuando está subiendo las escaleras de casa, le llega un WhatsApp.
Nota: Disculpad por esta ausencia desde el jueves, pero tenía la cabeza como una bomba a punto de explotar.
Espero que volváis a disfrutar de la historia!!! 😊😊
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#RAGOINSTAGRAM
FanficTodo comenzó con una foto en Instagram. Ahora, dos chicos separados por miles de kilómetros empezaran una relación especial a través de la red social.