Así como el día sigue a la noche, todo final puede no serlo.
No sabe si es la mano que le acaricia la cabeza o que la palabra amor le resulta tan natural que con los ojos cerrados como los tiene, los labios pegados al cuello de Raoul y su respiración pausada, se deja caer de encima de él hasta que encuentra una posición cómoda sin despegarse mucho del chico que le abraza y es cuando los brazos de Morfeo le acogen en dos minutos. Demasiadas emociones fuertes por esta noche. La última noche de Raoul con él.
En cambio, el contrario es incapaz de cerrar los ojos y dormirse. En ese caso empieza a recordar todo lo que lleva vivido en la isla desde que llegó y, no puede evitar sonreír. Nadie le había dicho que tenía la posibilidad de enamorarse de ese chico en tan solo unos días. Nadie le dijo que no se enamorara y lo hizo.
Se enamoró del chico moreno con sonrisa tímida y mirada intensa pero sincera, que te dice más que mil palabras. Lo hizo de su mano fría cuando se entrelaza con la de él. Lo hizo de esos labios temblorosos cuando los besa. También se enamoró de esa pérdida de vergüenza y esa confianza que había generado en él. No quiere pensar en el momento en el que tendría que salir de esa cama para ir a coger un avión y dejar todo lo vivido atrás.
Un movimiento en su costado le hace volver a la realidad. Agoney sigue durmiendo plácidamente, sin enterarse de cada uno de los pensamientos que le rondan en la cabeza a Raoul.
Cuando se intenta girar para no perder el contacto con el cuerpo ajeno, una pequeña punzada en la baja espalda le sube por toda la columna. Le hace darse cuenta de que con lo de la ducha y la preparación de Agoney, no fue suficiente para sentirlo en su interior y ahora sufre las consecuencias. Pero está seguro de que repetiría todos los pasos una y mil veces más. Así que, amoldándose a la respiración calmada de Agoney, intenta dormir un par de horas más antes de levantarse para coger el avión.
Pasan de las tres de la mañana cuando la cabeza de Raoul le da una tregua y se duerme abrazado al cuerpo contrario.
El sonido de la alarma del móvil de Raoul les saca del sueño en el que estaban.
–¿Ya es la hora? – Pregunta Agoney rodeando con un poco más de intensidad el cuerpo que tiene en su pecho.
–Si no quiero perder el vuelo sí, ya es la hora.
–¿Y quieres perderlo? – Quiere saber mientras desliza la mano hacia abajo.
Raoul puso el despertador media hora antes de la necesaria, sabe lo que se entretienen en la cama antes de levantarse y prepararse, así que no pierde oportunidad de quedarse unos minutos más en esos brazos que no lo volverán abrazar.
–¿Qué fue del monito vergonzoso que dormía conmigo? – Es Raoul el que pregunta ahora cuando siente la mano de Agoney rodear su polla.
Agoney está cachondo y quiere repetir una vez más lo de ayer. Rodea la erección que tiene en la mano y sin apretar demasiado baja hasta llegar al final y sentir como se retuerce. Es en ese momento, cuando Raoul echa el culo para atrás, para que su erección se restriegue entre las nalgas contrarias. Sube su mano y la vuelve a bajar varias veces, su aliento caliente choca con la nuca, su polla juega y quiere más. Ambos quieren más.
–¿Te duele mucho?
–No. – Contesta rápido. –Pero vete con cuidado ¿vale?
–Siempre. – Responde acercando su boca al oído de Raoul. –No te lastimaría nunca.
Raoul no puede evitar sonreír y aunque no le ve, sabe que no miente. Estira el brazo hasta alcanzar el bote de lubricante, echa un poco en los dedos de Agoney, se los unta bien para que estén pringosos y no le haga daño cuando se deslicen dentro de Raoul. Los lleva hasta su culo y antes de meter uno de los dedos, juega con su entrada. Le tienta y siente como el agujero se contrae. Mete poco a poco uno de los dedos y nota como Raoul jadea, como mueve su cuerpo para ponerse en mejor posición. Mueve su dedo en círculos dentro de él para dilatarlo, lo saca y juntando dos dedos, vuelve hacerse camino dentro de él, sin dejar de cuidarlo en ningún momento.
Raoul cierra los ojos y se deja hacer, nunca había recibido tanto placer con unos dedos dentro suyo. Jadea y gime a partes iguales, pide más y Agoney se lo da. Lleva su mano hasta la erección que tiene detrás de él y la acaricia con la yema de los dedos, ya que por la postura en la que está se le complica masturbarle.
Agoney saca los dedos del culo de Raoul cuando cree que está preparado, y poniendo una mano en su cadera le ayuda a voltearse hasta que queda boca arriba. Él se vuelve a situar entre las piernas abiertas de Raoul, abre el cajón para sacar un preservativo cuando un papel se enreda con su mano, lo saca, lo deja encima de la mesita sin mirarlo y vuelve a buscar el condón.
Una vez abierto, se lo pone y antes de introducirse dentro de Raoul, se reclina encima de él y lo besa. Son de esos besos que ya son costumbre entre ellos pero aun así, no dejan de sentir cosas con cada uno que se dan. Sin dejar de comerse la boca, alinea su polla y con un suave movimiento de pelvis comienza a introducirse dentro de él, y esa presión que siente le gusta mucho. Deja de besarle para mirarle a los ojos, quiere que le diga que esto que están haciendo está bien, que no le hace daño, que disfruta tanto como lo está haciendo él y, cuando ve a Raoul sonreír y cerrar los ojos, sabe que es así. No le importa que Raoul lleve su propia mano hasta su erección y comience a masturbarse, y cuando ve que los movimientos que hace son más rápidos y no tan rítmicos, él también acelera las embestidas hasta que el placer del orgasmo llega a sus cuerpos y, se deja caer como hizo ayer.
Oyen la segunda alarma del móvil que los trae de vuelta al mundo real, a la despedida que acaban de darse y, al recuerdo de cómo lo llamó la noche anterior.
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#RAGOINSTAGRAM
FanficTodo comenzó con una foto en Instagram. Ahora, dos chicos separados por miles de kilómetros empezaran una relación especial a través de la red social.