Capítulo 39

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Van andando por las calles a medida que se van acercando a ver el mar y en ningún momento dejan de hablar. Caminan tan cerca que Raoul aprovecha para deslizar las yemas de sus dedos por el interior de la mano del moreno, hasta que quedan encajadas. En ese momento le mira y Agoney le devuelve la mirada, regalándole una sonrisa también. Raoul le deja una pequeña caricia con el pulgar en el dorso de su mano y se suelta.

Siguen caminando sin rumbo y Raoul parece un niño pequeño haciendo preguntas de todo. A Agoney le gusta que sea así porque no le da tiempo a pensar que está paseando con Raoul, cuando nuevamente acaba sonriendo.

−¿Otra vez riéndote solo? – Raoul lo mira como pone la mano frente a la boca para no enseñar sus dientes. −Vas a tener que contarme el chiste, así me puedo reír contigo.

-Es una tontería, no lo entenderías. - Le responde, sin mirarle para ocultar la vergüenza que ahora mismo tiene en su mirada.

-Todo lo que tenga que ver contigo, ahora mismo me interesa y mucho. – Agoney no lo mira. - ¿Me oyes Ago? Quiero conocer todo de ti. -Dice alzando un poco la voz.

Agoney se gira para mirarlo y acto seguido se tapa los ojos.

−¿Podemos ir allí? – Le señala Raoul con la mano derecha, pues con la izquierda vuelve agarrarle de la mano para que mire a donde le señala.

−¿Al Teide? – Pregunta Agoney

−Siiii – Le contesta efusivo cuando se ponen frente a frente. − ¿Podemos?

Raoul está de puntillas frente a él, y sabe que cuando vaya a hablar va a rozar sus labios sin querer queriendo.

-Por fa Ago, llévame allí.

Con los roces de sus labios hacen que los nervios de Agoney aumenten, pero también busca el labio inferior de Raoul para cogerlo y soltarlo poco a poco. Cuando Raoul vuelve a tener su boca, lo mira y le sonríe.

-¿Me llevarás entonces?

−Claro, pero otro día ¿vale?

− Vale. – Es Raoul el que ahora le deja un pequeño beso en los labios antes de girarse y seguir caminando.

No tienen un rumbo fijo a donde ir por eso no caminan rápido, sus cuerpos están relajados y se sienten a gusto. Las sonrisas en su caras reflejan felicidad y cuando se pillan mirándose, nervios. Aún no están acostumbrados a estar juntos en el mismo espacio y tiempo, cuando hasta esta mañana los separaban dos mil y pico kilómetros. Antes de volver a rehacer el camino para volver al piso y comer tranquilos como habían acordado mientras paseaban, se paran a comprar un helado. Para Agoney un helado de gofre, con nata, sirope de fresa y chocolatinas varias, mientras que el de Raoul es un Maxibon Black.

-La aventura de comerme un helado es no marcharme en el proceso. – Dice Raoul en el momento que abre el envoltorio del helado.

Agoney lo mira cómo quita con mucho cuidado el plástico y se ríe.

-Tranquilo muchacho, si te manchas te cambias de ropa y listo. – Responde después de que con la lengua rodeara la parte de arriba de la galleta para que no se le siguiera derramando el helado.

-Agoney – Lo llama para que le mire. -Tengo una edad en la que debería de dejar de mancharme a la hora de comer helados.

-¿Quieres que nos sentemos mientras lo comes? – Le señala un banco que hay en el paseo.

-Por favor y gracias. – Responde dirigiéndose hacia allí.

Raoul se sienta al borde del banco con las pierna abiertas y el cuerpo echado hacia delante, en el caso de caer el helado que lo haga en el suelo y no sobre sus pantalones.

-Que posturas más raras tienes para comerlo.

Raoul iba a darle un lametón a su helado pero gira la cabeza y le mira aguantando la risa. Agoney no sabe qué le pasa y por qué le mira así.

-No quieras saber lo que pienso yo al verte chupar así y meter el helado en la boca. – Le contesta riéndose, volviendo la cara y lamiendo el chocolate que se le sale por la galleta.

Agoney comienza a respirar más rápido y, sin mirarle, abre los ojos todo lo que puede y se pone a pensar que dijo. "Joder tenía que haber dicho comer el helado y no comerlo, si es que tu solito te metes en unos berenjenales..."

No le da tiempo a contestar cuando siente la mano de Raoul encima de su rodilla.

-Eh Ago, ¿estás bien? – Le dice acariciándole.

-Sí, sí, claro. – Mira la mano contraria. - Es el calor que a veces es un poco agobiante.

-Nos deberíamos de haber pedido unos granizados, así seguro que refrescábamos ¿verdad?

-Sí. – Carraspea un poco.

-Ago.

-¿Sí? – Le responde a la vez que gira la cabeza para mirarlo.

-Lo siento.

-No te preocupes, está bien. – Responde bajando un poco la mirada. Ahora le da un poco de vergüenza mirarlo.

-No lo está, no. - Quita la mano de su pierna. -Si te hago sentir así, no está bien.

Se miran a los ojos y no hacen falta las palabras. Terminan de comer los helados con la compañía del silencio.

-¿Qué me vas a preparar de comer? – Cambia de tema Raoul en el momento que se levantan para seguir su camino de vuelta a casa.

-Uy! ¿Quién te dice que voy a cocinar yo?

-¿Me vas a hacer cocinar a mí? – Lo coge del brazo haciéndolo girar.

Agoney se encoge de hombros.

»¿Agoney?

-¿Raoul?

Éste se acerca a él con la intención de dejarle un beso en los labios pero después de la situación que pasaron, prefiere que sea Agoney el que se acerque y termine de romper la pequeña distancia que los separa o no. Raoul sonríe cuando adelanta la cara y le deja un pequeño beso. 

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