31 de diciembre

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El día de nochevieja amanecen temprano para subir a esquiar lo más pronto posible, ya que ayer después de bajar a comprar al supermercado del pueblo, fueron demasiado vagos para subir a ponerse los esquís, se les iba hacer tarde y después del viaje prefirieron quedarse en el sofá con la chimenea encendida, preparar la cena con tranquilidad y ver de noche una película. Eso sí, delante de la casa hicieron un muñeco de nieve que después decoraron con ropa que habían llevado.

A Raoul es al que menos le cuesta levantarse de la cama, pues las ganas que tiene de esquiar son infinitas. Es tan feliz deslizándose por la nieve... que necesita sentir esa libertad que le transmite el aire frío rompiendo con su bonita cara.

-Venga, chicos, vamos que al final llegaremos cuando las pistas estén llenas. – Comenta saliendo de la habitación directo a la cocina a preparar el desayuno.

-Son las ocho y media de la mañana, ¿te quieres tranquilizar? – Le contesta Yeray, que al haber dormido juntos, desde que se despertó Raoul, fue como una mosca cojonera hasta que él también se levantó.

Raoul sonríe mientras saca las tazas del armario, prepara café y pone unas rebanadas de pan a tostar.

-Venga, no seas gruñón y ayúdame. – Le tiende las tazas para que las vaya a colocar a la mesa.

-Por lo menos, hazme las tostadas que esas que me hiciste aquella vez en tu casa.

-¿Qué tostadas?

-Esas que llevaban aguacate, creo, y plátano.

-Te las voy a hacer – se ríe. -Pero que sepas que te las hizo Ago. - Mira como Yeray abre los ojos, preguntándole "¿estás seguro?" - Sí, no me mires con esa cara, si llevaban plátano es obra de él.

-Bueno, pues esas. Es que madre mía, se me hace la boca agua solo de pensar.

-Espero que sea de pensar en el desayuno y no en mi novio, porque si no vamos a tener un problema. – Le dice Raoul sonriendo mientras tritura el aguacate, recordando la inocentada que le intentaron gastar.

-¡Ay! Raoul, que tonto eres. – Se acerca a él y le da un abrazo por detrás. -Obviamente tu novio está buenísimo – Raoul se queda quieto esperando que Yeray diga algo más o se lo va a decir él -pero estoy pensando en la tostada que voy a desayunar porque tengo mucha hambre.

-¿Podéis callaros un poco? – Dice Marta saliendo de la habitación.

-No – Raoul contesta y junto a Yeray se ríen. -Venga despierta que el desayuno casi está listo.

-¡¡¡ADRIÁN!!! – Grita Yeray desde la mesa del comedor.

Adrián aparece frotándose los ojos a los pocos minutos, y sin decir ni una palabra, se sienta en la silla. Marta está llevando los platos y cubiertos a la mesa mientras que Yeray y Raoul se organizan en llevar el resto de las cosas.

-Que al señorito no le falte de nada – Le dice Marta a Adrián. -No vaya a ser que le entre el lumbago por ayudar a poner el desayuno.

-Encima que me despertáis... - Deja la frase en el aire.

-Pues como a mí, y no por eso me siento y no hago nada.

-Marta, es muy pronto para empezar a discutir. – La mira. -¿Podemos dejar la discusión para luego?

-No, te toca fregar todo y punto.

-Así me gusta, Marta, muy bien dicho. – Contesta Yeray.

El desayuno lo hacen a la vez que planifican como van a llevar el día a partir de que Adrián recoja y friegue el desayuno. Están nerviosos pero Raoul está eufórico.

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