Capítulo 74

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Agoney sale de la habitación con Raoul, no salen de la mano pero si lo bastante juntos para que el brazo de Agoney le transmita a Raoul algo de seguridad.

-Mamá, papá, este es Raoul. – Dice cuando llegan al salón y le miran. - Es un amigo de la península que vino a pasar un fin de semana aquí.

-Hola. – Habla por primera vez Raoul con la boca pequeña.

-Hola, cariño. – Le responde la madre acercándose a él y dándole un abrazo. -¿Todo bien? – Le pregunta cuando se separa.

-Bueno... podría estar mejor.

-¿Te pasa algo? – Quiere saber la mujer. Pues el padre aun no tuvo tiempo de saludar.

Entre Agoney y Raoul comienzan a relatar lo que le pasó ayer cuando tenía que haber cogido el avión de vuelta a Barcelona. En un primer momento la madre se asusta mirando a Raoul a ver si tiene algo o se ha hecho daño, pero cuando ve que no, no puede evitar estrecharlo una vez más entre sus brazos.

-Mamá, papá, le dije a Raoul que se podía quedar aquí hasta que su compañía área le asigné otro vuelo. ¿Os parece bien? – Pregunta Agoney después de terminar de contar todo lo de accidente.

-¿Y qué pretendías, Agoney? ¿Qué se fuera y se pagará un hotel? – Le dice el padre en un tono serio.

-No le digáis nada a él. – Le mira. -He sido yo el que ha dicho que igual lo mejor era marcharme. – Habla Raoul.

-Por supuesto que no. Tú te quedas aquí, hasta que tengas un vuelo a Barcelona ¿vale? – Afirma la madre mirándole y pasándole una mano por el brazo.

Raoul mira a Agoney como sonríe y acto seguido una sonrisa también se le dibuja en su cara.

»Y tú - Señala el padre a Agoney. -No juegues con fuego que te meto en el avión con Raoul y te vas para Barcelona ¿eh? - Todos se ríen.

Por unas milésimas de segundo Agoney se imagina volando en un avión con Raoul al lado, con destino Barcelona. Siempre le gustó esa ciudad y nunca tuvo oportunidad de ir.

-¿Qué quieres para comer, Raoul? – Pregunta su madre -Seguro que Agoney te tuvo a base de pizzas y de comida precocinada.

-Pues no, lista. – Le responde Agoney. -He cocinado y Raoul también.

Hablan un rato más de distintas cosas para conocer un poco más a ese chico que tienen sentado en el sofá de su casa, cuando la puerta de la entrada se abre y ven entrar a una chica con vestido y coleta.

-Esta es Glenda, mi hermana. - Dice Agoney levantándose a darle un abrazo.

-Encantado, yo soy Raoul. – Habla desde el sofá sin moverse.

Antes de que pregunte nada, la ponen al corriente de todo. Ella no puede evitar lanzarles miradas a cada uno de los chicos jóvenes que pasaron dos noches bajo el mismo techo.

Es Raoul el primero en abandonar el salón para irse a la habitación a cambiarse de ropa para ir a comer con los padres de Agoney por ahí. Cuando se está quitando los pantalones, abren la puerta y entra Agoney con la toalla que estuvo usando estos días en la mano.

-¿Te duchas antes? – Le pregunta dándole la toalla.

-¿Me das un beso primero? – Coge la toalla pero la tira encima de la cama.

Como si fueran un imán ambos se juntan, sonriendo y mirándose a los ojos.

-Gracias. – Dice Raoul en un susurro acercándose al oído de Agoney.

Agoney solo puede girar la cara y dejar un beso en donde la boca y la piel contraria se juntan.

-¿Estás bien? ¿Te han agobiado?

-Estoy bien, Ago. Se interesaron por ti y se preocupan por mí. - Le dice a la vez que le va dando besos por la mejilla. -¿Qué más puedo pedir?

-¿Te lo digo?

-¡¡Agoooooo!!

Raoul se ríe después de escucharle decir eso. Este chico le desconcierta por momentos y él está feliz de que sea así.

»Creo que debería de irme a la ducha – comenta Raoul, soltándose de los brazos de Agoney para coger la toalla.

-Sí. – Responde Agoney con las mejillas sonrojadas.

Raoul coge la toalla y dándole un beso en la boca a Agoney, se pierde por la puerta de la habitación y se mete en el baño.

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