Capítulo 92

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Pasan tres días cuando Agoney abre la puerta entreabierta de la habitación de Raoul, lo encuentra tocando y cantando, sentando delante del piano. Sin hacer ruido, se apoya en el marco de la puerta y disfruta de su voz una vez más. Pone toda su atención en escucharle cantar.

Me muero al pensar que algún día este sueño
Llegue hasta el fondo del suelo
Y no recordemos nada de este tiempo

Me muero como aquel soldadito de hierro
Que aguanta de pie en la batalla
Con miedo, temblando, dispara
Y no quiero despedirme de estos años
Que no, no voy a dejarte de la mano

Voy a robarle todo el tiempo que pueda al amor
Despertarme y que estés a mi lado
Y el sol pinte nuestra habitación

A Agoney le parece una canción preciosa pero no le gusta la voz triste que tiene Raoul cantando. Se acerca despacio mientras sigue tocando el piano sin interrumpirlo. Solo quiere que sepa que está ahí con él. Raoul lo mira y le canta un trocito mirándole a los ojos.

Me muero al pensar que algún día estés lejos
Y no pueda contarte mis miedos
No quiero echarte de menos.

Agoney le pone la mano derecha en la mejilla de Raoul que se la acaricia hasta que consigue una pequeña sonrisa.

-¿Vamos a estar bien, verdad? – Acerca sus labios a los contarios

-Sí, amor. Vamos a estar bien. - Le responde Agoney antes de dejarle un beso suave.

Cuando separan sus bocas, se miran a los ojos y sonríen porque saben que van a estar bien.

-¿Sabes qué? – Le pregunta Raoul

-Sorpréndeme.

-Los ojos no saben guardar secretos – le dice sin apartar la mirada de los de Agoney, percibiendo el brillo debido a la sonrisa que le sale al haberle escuchado.

-¿Y los míos que dicen?

-Algún día te lo diré. – Se ríe y le da un beso en la comisura de los labios para separarlo de él y poder levantarse de la butaca donde estaba tocando el piano.

Después de cenar, Agoney se sienta frente al ordenador en la habitación de Raoul con el móvil en la mano.

-¿Qué haces? – Pregunta Raoul entrando por la puerta, después de haber ayudado a sus padres a recoger la mesa.

-Estoy hablando con mi madre – Mueve la mano al aire con el teléfono en ella.

Raoul se acerca hasta la silla donde se está sentando Agoney y baja la cabeza para darle un beso.

-¿Ya lo cogiste?

-No. - Le responde después de estar varios segundos mirándose a los ojos.

Raoul sabe que Agoney tiene que coger la vuelta a casa, que no se puede quedar a vivir aquí para siempre, pero no quiere que se vaya.

Los días que pasaron en Tenerife fueron increíbles y los días que están pasando en Barcelona también. Les va a costar mucho despegarse uno del otro, porque no fueron nada y ahora lo son todo.

Raoul está feliz por haber encontrado en Agoney ese punto de vergüenza que tienen las pequeñas cosas cuando está nervioso por algo, y Agoney se encuentra ilusionado por querer la espontaneidad y las ganas de hacer locuras de su novio.

¿Qué pasará? Ninguno de ellos lo sabe, pero una cosa tienen clara y es que quieren arriesgarse a descubrirlo juntos, pero separados en la distancia.

-¿Quieres que te ayude? – Le pregunta Raoul haciéndose sitio en sus piernas donde se sienta.

-Claro. – Le besa en la mejilla.

-Lo miramos para la semana que viene, ¿te parece?

-¿Y pasar 5 días más aquí? – Ve como la mirada de Raoul cambia. -No me malinterpretes, estoy encantando de estar aquí. – Le abraza un poquito más fuerte. -Pero ya sabes...

-Sí, ya sé que no quieres ser una molestia. – Acaba la frase por él.

-Pues eso mismo. – Se ríe mientras vuelve a mirar los vuelos que salen en la pantalla del ordenador.

-Y no lo eres – beso en la mejilla. -No eres ninguna molestia. – Le gira la cara y beso en los labios.

Beso que se alarga más de la cuenta, ya que para ellos cualquier momento es bueno para besarse y regalarse caricias como lo están haciendo.

-Venga, pues coge ese vuelo entonces. – Le dice Raoul después de acabar el beso, mirar la pantalla y señalar el primer horario que sale.

Agoney, con un poco de dificultad por tener a Raoul en sus piernas, lleva la mano hasta el ratón táctil del portátil, y selecciona el avión. Le da a continuar y Raoul le va rellenando los campos que le van pidiendo para adquirir el billete, hasta que llega a la tarjeta de crédito, momento que Raoul se levanta de las piernas de su novio, para dejarle que termine de completar todo el proceso.

Raoul mientras tanto se dirige al baño a lavarse los dientes y meterse en la cama, para preparar la televisión y ver el cuarto capítulo de "Young Royals". La empezaron ayer por la noche y tuvieron que acabar apagando porque se les cerraban los ojos del sueño que tenían.

-Listo. – Dice levantándose de la silla. -Oficialmente me vuelvo a Canarias en 5 días. – Pone un puchero triste cuando acaba de hablar.

-Pues tenemos 5 días para disfrutar – le responde Raoul arrastrándose de rodillas por la cama hasta acercarse a él.

Agoney se ríe.

-Bueno, pero ahora vamos a ver la serie.

-¿En serio? – Se pone de rodillas frente a él. -Vengo hasta a ti todo provocativo y ¿no te muevo ni un pelo?

-Pelos pocos, cachondo me pones bastante. – Le coge de las mejillas y acerca su boca a la contraria para morderle el labio. -Pero ahora, necesito saber qué pasa con Simon y el Prince Wilhelm.

Agoney aprovecha la cara que se le quedo a Raoul para darle uno, dos y tres besos seguidos sin que pueda coger aire para respirar.

-¡Qué me ahogas tonto! – Le empuja por el hombro -Y tendrías que hacerme el boca a boca.

-Pues yo creo que sí te hago – Baja su mano hasta agarrarle la polla -una buena mamada, abrirías tanto los ojos... - Le aprieta por encima del pantalón. -Que me pedirías más.

-Agoney – Le aparta. -Si quieres ver la serie, no me pongas cachondo.

-Y no podemos disfrutar un poco antes, ¿y ver la televisión después? – Le propone Agoney acercando su boca a la contraria, sacando la lengua y pasándola por los labios de Raoul.

Raoul sabe que perdió esta partida. Deja que Agoney le quite la camiseta que tiene puesta, que deslice sus manos por la espalda atrayéndole más contra él y que baje las manos hasta cogerle de las nalgas, momento que Raoul suelta un gemido. Pero con un rápido movimiento, Agoney le aprieta el culo y lo atrae más contra él, Raoul abre la boca y le muerde en el hombro.

-Dios, Agoney – gime.

-Shhhh, tus padres. – Le recuerda Agoney.

-Joder.

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