22 de diciembre

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Después de casi tres meses viviendo bajo el techo de Casa Vázquez, el 22 de diciembre está subido a un avión que lo lleva a Tenerife por Navidad. A su familia le toca el gordo de la lotería teniéndolo en casa por unas semanas.

Sus días en Barcelona no los cambiaría por nada en el mundo, aunque quizás, y sin el quizás también... En alguna ocasión hubiera matado a Raoul. Para lo pequeño que es, la vergüenza que le hace pasar a veces delante de sus padres. ¿Qué cuando fue la última? Pues esta misma mañana en el desayuno, antes de que le llevara al aeropuerto.

- Ago, ¿te guardaste el consolador en la maleta? - Dice Raoul dando un mordisco a su tostada de aguacate cuando ve que la madre está entrando por la puerta. -Que tantos días sin mí... - Y deja la frase en el aire.

El tono del color de la cara de Agoney se podría comparar a un tomate. Está rojo, tosiendo porque el café le pasó por otro lado y encima la madre de Raoul riéndose de la escena.

-Te odio, ¿lo sabes, verdad?

-Yo también te quiero amor, venga acaba que no llegas a coger el avión.

Y sí, perlas como estas son las que escucha de vez en cuando en esa casa en la que ahora vive. Pero es que ama a este niño rubio como nunca amo a nadie y eso no hay nadie que lo cambie.

¿Os acordáis de la anterior despedida en el mismo aeropuerto? Pues esta no tiene nada que ver. Raoul acompaña a Agoney hasta el control y una vez que llega allí, se despide de él. Raoul se pone de puntillas, se agarra al cuello y besa sus labios, mientras las manos contrarias le acogen por la cintura. Son besos suaves, tiernos y un poco juguetones, pero nada que no hayan experimentado ellos antes.

-Te aviso cuando llegue, ¿vale, cariño? - Habla Agoney sujetándolo aún por la cintura y mirándolo a los ojos.

-Si te acuerdas, estaría genial, sí. - Beso en la nariz.

-¿Por qué siempre que te digo que te aviso, me dices lo mismo?

-Porque no sabes lo mal que lo pasé mientras tú dormías en tu cama.

-Pero soñando contigo - Agoney se acerca y le deja un pico en los labios. -Anda vete a repasar y suerte en el examen de esta tarde.

-Gracias, amor.

Y se despiden con un beso más y una nalgada en el culo por parte de Raoul cuando da la vuelta y camina para llegar al parking y coger el coche.

Esta vez no hay dramas, hoy tiene claro que cuando pasen las fechas navideñas, su novio va a volver con él.

Raoul llega a la universidad y aunque en casa dijo que iba a repasar, no lo va a hacer. Porque tiene claro que lo que no se sepa ya, no lo va a aprender en un par de horas. Así que decide ir a la cafetería y juntarse con sus compañeros para distraerse hasta la hora del examen y aprovechar para comer más tarde allí con ellos.

Agoney despierta después de más de dos horas durmiendo en el avión y como para no hacerlo, la noche anterior no pegó ojo. Descansar sí que lo hizo, porque el simple hecho de tener a Raoul rodeando su cuerpo descansa, pero no consiguió conciliar el sueño más allá de cuatro horas. Está nervioso por volver a abrazar a su familia. La ve varias veces a la semana por videollamadas, pero él, mejor que nadie, sabe que no es lo mismo.

Cuando está camino a la puerta de salidas con la maleta de mano rodando a su lado, saca el móvil.

Agoney: Ya estoy en Tenerife, amor. Espero que estés relajado en el examen y haciéndolo genial. Te quiero.

Y vuelve a guardar el teléfono para poder abrazar a su hermana. Una vez que deja la maleta a su lado, hunde su cara en su cuello y la estruja todo lo que puede y más.

-Ago, que me haces daño, suéltame. - Le dice cuando siente su espalda crujir.

-Quéjate, me da igual. - Le vuelve apretar un poquito más despacio. -Te eché mucho de menos. -¿Mamá y papá? - Habla cuando se separa de ella.

-En casa preparando la comida.

-Pues vamos, que me muero de hambre. - Contesta cogiendo la maleta y siguiendo a su hermana por el aeropuerto.

Raoul mira el reloj porque aún no acabó de escribir todo lo que sabe sobre la pregunta del examen, pero cree que le da tiempo. Cuando cree haber acabado, echa un vistazo rápido a los 3 folios y medio que rellenó y sonríe. Entrega el examen y sale de clase.

-¿Qué tal te fue?

-Genial - Contesta con una sonrisa en la cara. -Ese tema lo estuve repasando ayer con Ago, y me dijo que me lo sabía muy bien. - Dice, esta vez sacando el móvil de la mochila.

-¿Ya se fue?

-Si, esta mañana le fui a dejar al aeropuerto. - Pone cara triste. -Hasta después de año nuevo no viene.

-¡Ay!, Raoul ni que se fuera un mes.

-Ya, sí tienes razón.

Enciende el móvil mientras espera que salgan más compañeros y poder hablar que tal les ha ido el examen.

-¿Te vienes a tomar algo con nosotros? - Pregunta uno de ellos.

-No, que va, no puedo. - Contesta con el móvil en la mano porque le sonó un WhatsApp. -Ya he quedado. Así que me voy, ¡nos vemos! - Termina de decir haciendo un gesto con la mano.

Raoul se va leyendo el mensaje de su novio. Esta vez sí se acordó de avisarlo y cuando lo termina de leer, lo llama.

-¿Y bien? - Pregunta Agoney nada más descolgar.

-El tema tres, Ago, el que me preguntaste anoche. - Responde alegre. -Escribí un montón, espero no haberme dejado nada.

-Bueno y que lo que hayas escrito esté bien.

-¡Oye! ¿Tú me vas a animar o a desanimar? - Le pregunta parándose enfrente del coche.

-Es broma, mi amor, lo sabías a la perfección y confío en ti. - Raoul puede apreciar el sonido de un beso que le manda cuando acaba de hablar.

-He quedado con los chicos, ¿luego hablamos, vale?

-Claro, cielo.

-Da recuerdos a tus padres. Te quiero. - Dice Raoul a modo de despedida.

-Y yo.

Ambos cuelgan el teléfono a la vez, pero antes de que Raoul arranque el coche le llega un WhatsApp.

Raoul: Yo te quiero más.

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