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— No estoy loca, no lo estoy. — Me repetí una y otra vez.
 
Cuando llegara la factura de la luz papá iba a estallar como fuego artificial pero al menos ese día había dejado encendidas todas y cada una de las luces de la casa. Desde las luces de las habitaciones hasta el de los baños, los visitara o no. Él quería evitar a toda costa que yo me encontrara algún punto sin luz y volviera a ocurrir lo que más temprano en la noche había sucedido. Mamá no había objetado, estaba completamente de acuerdo y sabía que aquella decisión había sido tomada para intentar bajar el susto que habíamos pasado.
 
— No quiero dormir. — Susurré.
 
Ellos se encontraban allí, de pie al costado de mi cama y obligándome a descansar. No quería hacerlo, temía que la luz se fuera mientras dormía o que tuviera pesadillas.
 
— Princesa, necesitas descansar. — Negué ante las palabras de papá.

— No, no es necesario. — Ambos me observaban como si hubiera dicho la mayor estupidez del mundo.

— Sí que lo es. — Mamá se sentó a mi lado y comenzó a acariciar mi cabello. — ¿Dormirías si nos quedamos contigo? — Asentí repetidas veces. — ¿Seth? — Ambas miramos a papá, buscando su aprobación.

— No puedo negarme. — Se acercó a mí para besar mi cabello. — Volveremos en unos segundos, ¿de acuerdo? — Asentí nuevamente. — Vamos, Blanca Nieves.
 
Suponía que se habían ido para ponerse el pijama pero como habían tardado más de lo necesario, comprendí que debían estar hablando, posiblemente de mi visita al loquero. Aprovechando ese momento de soledad, decidí sacar el teléfono de debajo de la almohada para escribirle a Daven.
 
Mensajes de texto

— ¿Estás despierto? — Pregunté.

— No. — Respondió a los pocos segundos.

— Bueno, entonces esto es para cuando despiertes. — Envié para luego continuar. — Mañana no podré asistir a las tutorías, tengo algo importante que hacer.

— Ya estoy despierto, ¿puedo saber el qué? — Era un tonto que me hacía reír incluso con tonterías como esas.
 
Me planteé si decirle o no y al final opté por hacerlo pero en persona.
 
— Te lo diré en la escuela. — Si iba a decirle no lo haría por mensaje aunque bueno, no era nada del otro mundo.

— Me estoy preocupando y comienzo a pensar en ir a tu casa…— Daven parecía ser el mismo chico atento que solía ser.

— No es nada malo. — Estaba tan concentrada en escribirle que cuando alcé el rostro y vi a papá mirándome fijamente desde el marco de la puerta, me asusté mucho. — Descansa.

— ¿De verdad me vas a dejar así? Eres malévola. — Estaba por bloquear la pantalla. — Descansa, Sra. P.

Fin de los mensajes
 
— ¿Con quién hablas? — Preguntó papá.

— Con mi tutor. — Volví a poner el teléfono debajo de mi almohada. — Le avisaba que mañana no podré ir.

— ¿Te está ayudando? — Asentí repetidas veces.

— Sí, gracias a él he comenzado a entender conceptos que antes no. — Asintió lentamente. — Si no entiendo algo se toma el tiempo de explicarlo hasta que ve que sí comprendí.

— Eso es muy bueno, Princesa. — Sonrió mientras acariciaba mi cabello.

— Papá, ¿mamá nunca hizo ninguna travesura? — Mi pregunta había logrado que una sonrisa adornara su rostro.

— No, ella era una nerd en toda regla. Sí, llegó a meterse en algún problema pero no por su propio pie. — Explicó.

— ¿Y tú? — En varias ocasiones había escuchado que el abuelo le decía que había tenido suerte de no haber entrado a la habitación de ellos por la ventana cuando limpiaba su arma.

— Renacuajo... — Papá me llamaba así cuando tenía la razón o iba a decir algo irrefutable. — Yo no era precisamente un estudiante modelo. Causaba disturbios, salía cuando quería y no regresaba a casa hasta muy tarde e incluso, llegué a darle más de un dolor de cabeza a tu abuelo. — Él estaba disfrutando de los recuerdos de su adolescencia. — Pero mira, me gradué de la escuela, de la universidad, me casé con la chica y tuvimos una hermosa princesa.

— ¿Llegaste a pelearte por mamá? — Su expresión facial cambió a una más seria.

— No se lo digas. — Me advirtió con suavidad. — Ella sabe que golpeé a un mismo chico en dos ocasiones y lo hace porque sucedió frente a ella pero… La realidad es que no fue con el único que llegué a los golpes.

— ¿De verdad? — Asintió.

— No se lo digas, Ava. — Volvió a advertirme. — Cuando tu mamá y yo aún no manteníamos ningún tipo de relación o conversación, escuché que un baboso hablaba de ella de manera inapropiada y me molesté mucho. — Suspiró. — Al principio solo lo había amenazado pero ese mismo día lo volví a encontrar en el baño de hombre y no pude contenerme.

— ¿Te gustaba mamá desde antes de que se hablaran? — Asintió sonriente.

— Desde que yo tomaba clases nocturnas y la veía salir de la escuela cuando yo entraba, un año antes. — Mis ojos se abrieron con exageración porque jamás había escuchado esa parte de la historia.

— ¿No lo sabe? — Pregunté estupefacta. ¿Cómo era posible que mamá no supiera aquel bonito e importante detalle?

— No tiene porqué saber que babeaba por ella incluso desde antes de que supiera mi apellido. Eso sería reafirmar que me tiene completamente bajo su control y créeme, ya lo sabe. — Cuando mamá apareció por la puerta, él me guiñó un ojo y la conversación se acabó.

— ¿Qué hacían? — Mamá se acomodó a mi lado, dejándome en medio.

— Papá volvía a contarme cómo se conocieron. — Técnicamente no le mentía.

— Mm…— Emitió, observando al hombre que no podía mentirle. — Ya veo…

— A dormir. — Me acomodé entre los brazos de ambos y cerré los ojos para poder dormir.

— Sé que me ocultas algo, Intento de Príncipe. — Susurró ella.

— Es imposible ocultarte lo mucho que te amo, Blanca Nieves. — Susurró, besando su mano y dando fin a toda conversación.
 
Mis abuelos y mis padres tenían los matrimonios más hermosos y unidos que había visto. Aunque yo no deseaba casarme, muy en el fondo esperaba conocer a alguien con quien tuviera esa conexión especial que veía en mi familia.

Todos tus Mensajes© AEL #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora