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Mis manos se cerraron alrededor de la perilla de la puerta y sin pensarlo demasiado le di vuelta. No podía ver nada, estaba tan oscuro que ni siquiera me era posible ver la punta de mi nariz.
 
— ¿Ava? — Su nombre salió de mi boca pero en mi mente solo estaba pidiendo que ella no estuviera ahí.
 
Como pude, llegué hasta el interruptor y encendí la luz, quedando cegado por instantes.

Sollozos y un vestido de color claro, era todo lo que había podido identificar en un primer instante. A medida que mis ojos se fueron acostumbrando a la claridad pude apreciar lo que allí sucedía, él sabía el mayor temor de Ava.
 
— Ava. — Corrí hacia ella y me arrodillé a su lado para intentar llamar su atención. — Ava, por favor. Abre los ojos, todo está bien.
 
La chica frente a mis ojos estaba sentada en el suelo, cubriéndose las orejas con sus manos y con los ojos fuertemente cerrados. Ava no parecía escucharme, era como encontrarse frente a una pared de concreto y yo no sabía qué hacer.
 
— La luz está encendida, Sra. P. — Susurré. — Nadie volverá a apagarla.
 
Nada, ni siquiera un golpe o una mirada llena de desprecio.
 
— Ava, soy yo, Daven. Por favor, abre los ojos. — Pasé mi brazo por su espalda y la acerqué a mí para intentar que regresara conmigo. — La luz está encendida y nadie volverá a apagarla, te lo promete el Sr. P.
 
Le había fallado, no la había protegido como se debía. La había expuesto por egoísta y no sabía cómo hacer para calmar sus temores.
 
— Perdóname, debí protegerte. — Susurré mientras comenzaba a mecerla. — Nadie volverá a apagarla luz, te lo prometo.

— No apagues la luz. — Susurró su voz, tan débil y rota como nunca antes la había escuchado.

— No lo haré, Preciosa. No volverá a suceder. — Acaricié su cabello una y otra vez en un vano intento para que ella se calmara y a su vez, para que yo también lo hiciera. — Nadie volverá a apagar la luz, de eso me encargaré yo.
 
No supe cuánto tiempo estuvimos sentados en el suelo o cuántas mujeres habían entrado y salido de inmediato al vernos allí. Lo que sí sabía era que Ava se encontraba mejor, eso entre muchas comillas y que mi hermano más tarde iba a saber lo que ocurría cuando se metían con ella.
 
— ¿Estás mejor? — Asintió y se alejó de mí como si hubiera recordado algo.

— Lo siento, yo…— No quería que se disculpara porque nada había sido su culpa.

— Vámonos de aquí. — Me puse de pie para ayudarla a ella. — Vayamos por un helado, ¿te parece?

— Sí. — Susurró.
 
No me gustaba esa Ava, la que lloraba en silencio y prácticamente no hablaba, la que se sentía culpable por haber sentido miedo. Deseaba que volviera la Sra. P de siempre, aquella que no temía en decir las cosas y defender a su familia sin importar quién estuviera al frente.

A medida que caminábamos aquel grupo de personas volvió a aparecer en mi campo de visión y con ellos, la escoria que había roto a la chica entre mis brazos. No la había soltado desde que habíamos salido del baño, caminaba con ella abrazada y solo la liberé unos instantes cuando me acerqué a él.
 
— Te dije que si le hacías algo me iba a olvidar de que eras mi hermano. — Sin pensarlo demasiado alcé mi puño y golpeé su quijada, provocando un golpe seco y el silencio en todo el lugar.
 
El cuerpo de mi hermano perdió el equilibrio y cayó al suelo, acentuando aún más la conmoción de los que allí se encontraban. Tomé el cuello de su camisa y lo alcé un poco para que mis palabras solo fueran escuchadas por él.
 
— Ne vous approchez plus jamais d'elle. — Liberé la tela sin dejar de observarlo, dando pasos hacia atrás hasta llegar a ella.
 
*Ne vous approchez plus jamais d'elle.: Nunca más te acerques a ella.*
 
Volví a abrazarla y la llevé conmigo bajo la atenta mirada de todos los invitados. No me había despedido de mis abuelos pero debido al coraje no era buena idea y lo sabía. Luego iba a llamarlos y a disculparme con ellos pero en ese momento mi prioridad era sacar a Ava de allí y llevarla a un lugar al que considerar seguro y libre de veneno.
 
— No debiste pegarle. — Susurró. — No quería causarte problemas.

— Tú no hiciste nada, fue ese imbécil. — Abrí la puerta del copiloto para que ella ingresara y la cerré cuando estuvo adentro.
 
Al girarme y observar hacia las escaleras del costoso salón, me encontré con la figura de mi hermano. No podía observar su rostro debido a la oscuridad pero podía jurar que no era a mí a quien miraba. Por impulso di un paso hacia el lado para que mi cuerpo cubriera la ventana del auto y no pudiera verla.  
 
— Vous avez attaqué votre famille pour une jupe. — Habló lo suficientemente alto como para que pudiera escucharlo.
 
*Vous avez attaqué votre famille pour une jupe.: Atacaste a tu familia por una falda.*
 
— Si ma famille attaque et insulte qui je veux, je n'hésiterai pas à attaquer. — Escupí con el mayor de los corajes.
 
*Si ma famille attaque et insulte qui je veux, je n'hésiterai pas à attaquer.: Si mi familia ataca e insulta a quien quiero, no dudaré en atacar.*
 
El viaje hacia la heladería más lejana fue silencioso y tenso. Ava no había hablado pero sabía que de vez en cuando una lágrima se deslizaba por su mejilla, por el rabillo del ojo podía ver que borraba aquel rastro.
 
— Nos van a mirar raro. — Murmuró la Sra. P cuando nos estacionamos frente a la heladería. — La ropa.

— Ava, nunca me ha interesado parecer fuera de lugar si tú me acompañas. — Me acerqué a ella para besar su cabello y solté su cinturón, no iba a dejarla sola en el auto. — Vamos por nuestros helados.

Habían jugado con el mayor de sus miedos y yo iba a intentar que olvidara ese mal momento. Luego él y yo tendríamos una conversación y en ella saldría la pregunta que había estado dando vueltas desde que habíamos salido de allí. ¿Cómo había averiguado que Ava le temía a la oscuridad?

Todos tus Mensajes© AEL #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora