08

524 62 1
                                    

Pov Ava

Él se encontraba muy cerca de mí, mirándome con una mezcla de curiosidad y confusión bastante interesante. El engranaje en mi cabeza comenzó a correr a toda velocidad mientras examinaba sus ojos, aquellos bonitos ojos de color verde... ¿Cómo no lo había visto antes?
El Sr. P.

— Daven. — Susurré.

Él parecía igual o más sorprendido que yo, sus ojos se habían abierto un poco y no dejaba de mirarme como si intentara comprobar que en efecto, no había escuchado mal.

— Tardaste mucho, Sra. P. — Respondió sonriente después de haberse recompuesto.

Él era Daven, mi amigo de la infancia y primer amor, mi primer beso.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — Pregunté aún sorprendida.

— Porque pensé que me reconocerías más rápido, creía que bastaría con solo mencionar el apodo... — Se rascó la nuca.

— Lo había olvidado. — Murmuré apenada. — Además, estás muy cambiado.

— Eso ocurre cuando creces y dejas de tener seis años. — En ningún momento dejé de ver el verdor de sus ojos pero podía ver por el rabillo del ojo que Víctor nos miraba, primero a Daven y luego a mí, así sucesivamente.

¿Cómo no me había dado cuenta? Era Daven... Él había vuelto después de tantos años y seguía acordándose de mí y del apodo infantil que le había puesto. Además, había tomado un rol que no le correspondía, el de ser mi salvador cada vez que yo necesitaba algo. Él se había esforzado en ayudarme y en enviarme señales de humo y yo, siendo una tonta en todo su esplendor, no me había percatado de nada.

— ¿Por qué no me dijiste? — Volví a preguntar, golpeando su brazo suavemente.

— Cuando tu novia de la infancia no se acuerda de ti, ni siquiera cuando le mencionas el apodo que ella misma te había puesto, es una mala señal, ¿no crees? — Novia de la infancia... Vaya, eso se había escuchado muy adorable.

— Pero si hubieras utilizado otro apodo... — Se rio de mi tonta excusa.

— ¿Qué querías que utilizara? ¿Seis años? ¿Primer grado en la escuela elemental Thomas Ford? Sr. P era más corto y debía ser reconocible, al fin y al cabo, fuiste tú quien nos llamó así, Sra. P. — Él tenía razón, era lo más fácil de reconocer y había fallado.

— ¿Me quieren explicar qué sucede? — Preguntó Víctor, explotando nuestra burbuja.

Mi querido amigo nos observaba con confusión, girando su rostro de un lado a otro, analizándonos a los dos por turnos.

— Él es Daven. — Le expliqué al chico que se encontraba al otro lado de la mesa, frente a nosotros dos.

— ¿Daven? — Preguntó. — Oh, él es...

Abrí los ojos con exageración porque sabía lo que dirían. Lentamente comencé a negar con la cabeza bajo su atenta mirada para que no dijera nada comprometedor. Sabía que él iba a decir "Oh, él es el niño del que estuviste enamorada toda tu infancia".

— Sí, es ese Daven. — Sonreí falsamente, sabiendo que me tenía agarrada de los huevos que no tenía.

— ¿Por qué siento que me ocultan algo? — Preguntó el chico a mi lado. — Ese Daven está aquí y quiere saber a qué se refieren.

— A nada... — Murmuró Víctor con la burla tiñendo su voz y sin alejar la mirada de mi rostro. — Nada en especial.

— De acuerdo... Volveré en un momento, ¿quieres algo? — El chico de ojos verdes me miraba mientras esperaba una respuesta.

— No, gracias. — Asintió para alejarse.

Automáticamente mi cara se volteó hacia Víctor, quien seguía sonriente. Rápidamente me puse de pie y recosté la parte superior de mi cuerpo sobre la mesa, tomando de la camisa al chico que se reía de mí.

— Si le dices algo te mato. — Le advertí.

— Tranquila, tu secreto está a salvo. Tu precioso mejor amigo no le dirá nada a tu amorcito. — Enrollé la camisa, cortando un poco su facilidad para respirar. — ¡Ava! ¡Que me matas!

— Ni una palabra. — Volví a amenazarlo.

— Viene para acá. — Murmuró con dificultad.

Solté su camisa y me senté nuevamente en mi lugar, aparentando que nada había sucedido.

— Estoy seguro de que no le importará cuán loca estés, ha estado detrás de tu trasero desde que llegó. — Murmuró, acariciando su cuello y mirándome con el ceño fruncido.

Poco después llegó el Sr. P con una bandeja azul para poder llevar sus compras. A pesar de haberle dicho que no quería nada, colocó frente a mí una lata de Sprite y un moffin de chocolate y le entregó a mi amigo una bolsa de lays. Sin saberlo, se había ganado a mi mejor amigo porque aquellas eran sus papas favoritas.

Sr. P... ¿Qué significaba aquello? Sr. Pingüino.

— ¿Por qué me miras así? — Preguntó Daven.

¿Cómo? ¿Me había quedado observándolo?

Sentía que mi rostro se calentaba a causa de la vergüenza que sentía. No lo había hecho a propósito, ni siquiera me había percatado.

— Te ves tan tierna. — Tomó una de mis mejillas y la apretó suavemente. — No tienes porqué ruborizarte.

— No estoy ruborizada. — Intenté recomponerme. — ¿Dónde rayos estuviste todo este tiempo?

— En Francia. — Respondió con pesar.

— ¿Sabes francés? — Me di un golpe mental después de haber analizado mi pregunta.

— ¿Realmente hiciste esa pregunta? — Cuestionó burlesco.

— Sí, lo siento. — Reí, avergonzada.

— ¿Quieres que te diga algo en francés? — Asentí entusiasmada. — Tu es toujours aussi belle que dans mon souvenir.

*Tu es toujours aussi belle que dans mon souvenir.: Sigues siendo tan hermosa como lo recordaba.*

— ¿Qué significa? — Una sonrisa fue apareciendo por sus labios.

— Eso. — Golpeó suavemente mi frente con su dedo índice. — Es un secreto.

Iba a replicar, por supuesto que quería hacerlo pero él se había escabullido con la excusa de ir al salón en el momento exacto en que se había escuchado la campana. Quería saber qué era aquello que había dicho en un perfecto acento francés o bueno, eso creía.

Lastimosamente para él, no se lo haría tan fácil. Ambos tomábamos la misma clase por lo que su intento de huida había sido en vano.

— No lo veía como un cobarde, Sr. Pingüino. — Me senté a su lado con toda la calma del mundo.

— Tu me rends fou. — Respondió después de reírse.

*Tu me rends fou.: Me vuelves loco.*

No tenía ni idea de lo que decía pero tenía que admitir que me gustaba escucharlo porque en el fondo sabía que no era nada malo.

Todos tus Mensajes© AEL #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora