49

420 39 0
                                    

Pov Ava

La noche del viernes social había llegado y con ello, el momento de sacar nuestras mejores ropas. En esa ocasión nos había tocado cambiarnos en casas de Aurora porque nosotras habíamos quedado en que nos tocaría un viernes sí y uno no, para variar un poco.

Ella había decidido que nos vestiríamos un poco provocativas o bueno, prácticamente me había obligado.
 
— Te ves muy guapa y si el jefe no se entera, todos conservaremos nuestros trabajos. — Esa era la fuente de mi nerviosismo, Daven White.

— Aurora, Daven no es así. — Él no iba a despedir a todos sus empleados por una simple salida.

— Eso espero porque te amo pero también amo mi trabajo y no me gustaría tener que empujarte justo al frente de un camión. — Esa mujer era todo un caso.
 
Terminamos de arreglarnos en un tiempo record. Ella vestía un bonito vestido de tirantes y con lentejuelas de color salmón mientras que yo tenía puesto uno más sencillo, con cuello de tortuga, sin mangas y de color mostaza.
 
— Aquí vamos. — Murmuré mientras cerraba la puerta detrás de mí.
 
El lugar estaba lleno pero no tanto como para que se nos dificultara caminar y no habíamos tardado mucho en encontrar a nuestros compañeros de trabajo: Susan, Ben, Yeri y Sebastián. Las bebidas habían comenzado a llegar y a desaparecer con la misma velocidad en que los ánimos se iban poniendo alegres.

Yo no estaba ebria, apenas había bebido porque esa noche me tocaba llevar a Aurora pero el resto estaba fuera de sí, todos menos Sebastián. Él no era mucho de beber, prefería tomar agua o jugos naturales a beber cervezas hasta perder la conciencia.

Mi teléfono no había dejado de vibrar pero no había podido contestar porque había estado más pendiente a que mi mejor amiga no se fuera con algún tipo loco que le fuera a quitar los órganos.
 
— Ava, ¿puedo hablar contigo? — Me preguntó Sebastián.
 
Él se había acercado lo suficiente como para que pudiera escucharlo.

— No creo que sea buena idea dejarlos solos. — Respondí haciendo lo mismo que él.

— Será rápido. — Aseguró.
 
Miré con preocupación a los chicos una última vez antes de asentir, tenía que ser muy rápido hablando. Esos chicos no bromeaban cuando decían embriagarse y hacer locuras.
 
— ¿Qué ocurre? — Pregunté cuando salimos a la parte de atrás del club.

— Yo… Necesitaba hablar contigo sobre… Ava…— Se suponía que iba a ser rápido.

— Sebastián, solo dilo. Creo que nos conocemos bastante como para tener confianza con el otro. — Lo animé.

— De acuerdo. — Respiró profundo y se dispuso a hablar. — Ava, me gustas y…

— Sebas, yo no te he dado motivos para sentir cosas por mí. — Él asintió lentamente. — Somos amigos.

— Lo sé pero… Mira, podríamos intentarlo. No te he visto saliendo con nadie y pensé que tal vez podrías darme una oportunidad. — Me sentía muy mal, yo no quería verme en ese tipo de situaciones. — Por favor…— Comenzó a acercarse a mí hasta que el espacio que quedaba era el que se hacía por nuestros cuerpos.

— Sebas, lo siento pero yo… Me gusta alguien. — Después de años, era la primera vez que lo admitía en voz alta.

— ¿Puedo saber quién es? — Cuando comenzó a acariciar mi cabello mis nervios terminaron por dispararse.
 
Sabía que él no me iba a hacer nada pero era parte de mí estar a la defensiva, mi abuelo me había entrenado para eso.
 
— Seb…— Cubrí mi boca cuando vi que se movía hacia al frente. — No.

— Yo…— Sebastián se debatía entre hablar o actuar.

— Te han dicho que no. — Habló una tercera voz a sus espaldas. —Aléjate.

— No entiendo qué hace aquí pero fuera del trabajo no tenemos que seguir sus órdenes. — Daven no parecía nada contento y Sebastián solo le daba motivos para estar mucho más molesto.
 
A pasos firmes se acercó a nosotros y le dio un leve empujón a Sebastián para que nos diera nuestro espacio personal. Daven se había parado al frente de mí y no pensaba moverse.
 
— ¿Es él? —Preguntó mi amigo, visiblemente herido. — ¿Te acuestas con tu jefe?

— Lo que ella haga o no, no es tu problema. — El Sr. P se movió un poco hacia al frente. — Si vuelves a decir “te acuestas con tu jefe” voy a hacer que te tragues los dientes.

— Daven, no es necesario. — Sostuve la parte de atrás de su camisa y no la solté para nada. — Solo estábamos hablando.

— ¿Daven? — Volvió a preguntar. — ¿Tan poco tiempo y tienen esa confianza?

— Dieciocho años no es precisamente poco tiempo así que deja de joder y lárgate. — Otro paso y Sebastián estaría fuera del juego. — Para que quede claro, Ava es mi novia desde hace más de ocho años y ella no tenía que filtrarlo, por si te preguntas porqué no lo sabías.
 
Daven sostuvo mi mano y comenzó a caminar hacia la puerta conmigo siendo prácticamente arrastrada.
 
— Simons. — Giró un poco la cabeza para observarlo sobre su hombro. —Mantente lejos y entrega los malditos documentos, no me hagas despedirte.
 
Con eso dicho, continuó arrastrándome por el lugar mientras esquivaba a todo aquel que se cruzaba en su camino.
 
— Espera, tengo que llevar a Aurora. — Tiré de su mano.

— Donnez-moi de la patience. — Giró sus pasos como si supiera dónde estaba mi amiga.
 
*Donnez-moi de la patience.: Dame paciencia.*
 
Pobre Aurora, después de haberla encontrado había sido obligada a caminar con nosotros y a subirse al auto de Daven. El viaje hacia la casa de Auro había sido tenso, silencioso y aterrador, no sabía lo que sucedería después de que ella estuviera en su casa y tampoco quería averiguarlo.
 
— Cuídate y llámame si necesitas algo. — Ella asintió sonriente.

— Vayan con cuidado. — Habló con dificultad. — Adiós jefecitooo. —  Ella había alzado el brazo y movía su mano con exageración, realmente estaba ebria hasta los huesos.
 
Nuevamente en el auto y estando solos, no sabía qué hacer o decir. Jamás lo había visto así, ni siquiera cuando me había ordenado ir a su oficina y esperarlo ahí.
 
— Daven…— Murmuré.

— Ahora no, Ava. — Algo iba a explotar cuando llegáramos a nuestro destino y eso sería mi cabeza.

Todos tus Mensajes© AEL #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora