Extra 02

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Estaba sola o bueno, algo así. Mis padres esperaban afuera de la oficina de la psicóloga a la que Daven me había llevado, Ainoah González.

Daven… ¿Dónde estaría en ese momento? ¿Qué estaría haciendo? Esas y muchas preguntas más cruzaban por mi mente en todo momento. Lo extrañaba y mi pecho dolía de tan solo pensar en él porque… El amor dolía.

Me costaba dormir más que nunca, mi miedo a la oscuridad y los recuerdos del accidente eran situaciones que me superaban, vivía un constante calvario y solo quería que se detuviera.
 
— Ava, necesitas hablar con alguien, no puedes continuar ocultando lo que sientes porque te estás dañando. Tu madre me dijo que no duermes y apenas comes, habla conmigo. — Quería hacerlo pero no podía, no podía expresar lo que sentía.

— Estoy bien. — Murmuré con la mirada fija en la madera del escritorio.

— ¿Es por él? — Él… Era un tema delicado.

— No. — No quería pensar, solo deseaba dormir y jamás despertar.

— Sabes que él está bien, ¿verdad? — Asentí levemente. — También sabes que no le gustaría verte así.

— No está aquí, no es un problema. — Daven no estaba ahí, no podía verme porque él se estaba recuperando en algún lugar, uno que tenía mejores servicios médicos.

— ¿Qué ocurrió el día del accidente? — Eso… Eso era algo que quería borrar.
 
Flashback

— ¿Qué harás cuando te gradúes? —Le pregunté mientras entrelazaba nuestros dedos.

— No lo sé, jamás he pensado en algo que me gustaría hacer después de la escuela. — Lo había dicho con normalidad, como si solo se dejara llevar. — Supongo que negocios.

— ¿Supones? — Asintió. — ¿Eso te gusta?

— Preciosa, me guste o no, mi padre espera que maneje las empresas por lo que no tengo muchas opciones. No me desagrada pero no lo sé, no siento que sea el trabajo de mi vida. — Su mirada cayó en mi rostro por instantes, logrando ver mi ceño fruncido. — Oh, vamos… No es tan malo.

— Debe haber algo que te guste. — Algo había cruzado por su mente, su sonrisa y asentimientos confirmaban mis sospechas.

— Me gustas tú y eso es más que suficiente para mí. — Susurró cuando se detuvo en un semáforo en rojo.

— Daven…— Siempre hacía lo mismo, decía palabras bonitas para salir del centro de la conversación. — Eres muy dulce pero eso no va a hacer que dejemos de hablar de esto. ¿Qué tal si buscamos algo que te guste?

— ¿Eso te haría feliz? — Asentí enérgicamente como una respuesta a su pregunta. — Entonces hagámoslo, busquemos algo que me guste si eso te hace ilusión.
 
Mi mano fue elevada por la suya y llevada hacia sus labios. Un casto beso en el dorso de mi mano fue suficiente para que aquella conversación se alejara de nosotros.
 
— Te quiero, ¿lo sabes? — Mientras sus ojos analizaban mi rostro, su sonrisa me quitaba el aliento.
 
Daven White me tenía viendo corazones por todas partes.
 
— Lo sé. — Susurré. Quería besarlo pero no podía, la luz había cambiado a verde y no podíamos detener el tránsito, no otra vez.
 
Íbamos hablando de cualquier tontería que pasaba por nuestras cabeza, tal y como lo hacíamos siempre. Con Daven siempre era así, podíamos tener conversaciones realmente extensas sobre cualquier tema y sería interesante.
 
— ¿Qué mierda? — Preguntó, dando un giro brusco.

— ¡Daven! —Grité con todas mis fuerzas.
 
Dolía… Dolía moverme, intentar abrir los ojos y respirar. No sabía lo que ocurría a mi alrededor pero por algún motivo que desconocía, no podía moverme y sentía que me ahogaba. Me obligué a abrir los ojos, pudiendo ver qué era lo que sucedía.

Mis piernas estaban pinchadas con el metal y mi propia sangre me impedía respirar correctamente.

Como pude, dejé caer la sangre que salía por mi boca e intenté liberarme pero no pude. No tenía fuerzas suficientes.
 
— Daven. —Lo llamé. —Daven, despierta.
 
Nada, ni un sonidos o movimiento, él no había hecho nada.
 
— Daven, despierta. —Volví a insistir. — Por favor…
 
No importaba cuánto lo llamara, por primera vez él no respondía a mis llamados, no acudía a mí. Comenzaba a desesperarme, necesitábamos salir de ahí y ser atendidos, necesitaba que un doctor lo revisara.
 
— ¡Daven! ¡Despierta! —Grité como pude. — No… No puedes estar muerto, tú no…
 
Mis manos comenzaban a perder la poca fuerza que había reunido y mi alrededor se tornó borroso. Luchaba contra mi propio cuerpo para no dormirme pero no podía, era algo mucho más fuerte que yo.
 
— Daven, mi amor. —Susurré.
 
Torpemente entrelacé nuestras manos y giré mi rostro hacia él una última vez antes de morir. Su rostro estaba manchado de sangre y su cabeza estaba acomodada hacia un lado, como si estuviera dormido.

No quería morir, no era así como deseaba irme al más allá. No era así como quería ver a mi amor una última vez.
 
— Te amo. — Susurré entrecortadamente mientras me dejaba ir.
 
Todo el bullicio terminó de desaparecer al igual que el dolor y la claridad. Incluso, la calidez de su mano lo hizo, dejándome caer por completo en la oscuridad.
 
Fin del flashback

— ¿Ava? — Preguntó la voz de la psicóloga que se encontraba sentada frente a mí.

— Estoy escuchando. — Mentira, mi mente había vuelto a aquel momento.

— Daven se encuentra bien. — Asentí levemente.

— Lo sé. — Susurré por lo bajo. — Después de todo es el Sr. P. — Hablé para mí misma.
 
Sí, Daven era el Sr. P, el pingüino más fuerte y valiente de todos.
 
— Vamos a cambiar el tema, ¿de acuerdo? — Asentí en respuesta. — ¿Recuerdas algunos dibujos que hiciste en tu infancia?

— No. — No recordaba ser amante a los dibujos.

— Tu madre me entregó algunos y… En ellos la pequeña Ava nos cuenta mucho. — Abrió uno de los cajones y sacó un expediente, de donde extrajo unos papeles viejos. — ¿Ves esto?

— ¿Sí? — Eran unos dibujos en donde predominaban el marrón y el negro.

— Sabes que he estado hablando contigo y tus padres durante meses y necesitaba algo que pudiera cerrar por completo mis sospechas. Para nuestra suerte, tu madre se encargó de guardar tus dibujos y esto es lo que necesitaba para darte un diagnóstico. — ¿Por fin sabría lo que tenía? — Trastorno de Estrés Postraumático.

— ¿Eso? — Asintió. — ¿Hay tratamiento? —Volvió a asentir. — ¿Cuándo lo iniciamos?

— En nuestra próxima visita, pronto terminaremos con tus temores. — Aseguró sin titubear.
 
Ainoah podría acabar con el más antiguo de mis demonios pero no con el más reciente y doloroso, no con el que soñaba todas las noches.

Todos tus Mensajes© AEL #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora