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"Busque la dicha en tus ojos, y solo obtuve una cosa; erecciones."

Si bien sabía, quien daría el espectáculo de hoy había enfermado, o por lo menos el principal de la orquesta. Siempre había música clásica acompañando la comida o estaba el toca discos dónde tirabas monedas y elegías una canción para acompañar. Estaba vez no había orquesta, y nadie se veía interesado en el toca discos, todos estaba sumergidos en sus conversaciones o en las miradas del acompañarte o acompañantes. A pesar de eso, de tener todo a su favor, Victor tenía miedo, le daba un poco de plancha subirse y comenzar a tocar algo, no tenía su guitarra, no tenía aún siquiera el permiso, y lo peor, no sabía qué mierda de canción dedicarle al pelinegro sentado, absorbido en sus pensamientos, removiendo la comida sin siquiera probarla, ni mirarla había hecho, o no por lo menos con dedicación para por lo mínimo saber qué se iba a meter a la boca. Víctor a lo lejos lo volvió a mirar, pensando en lo bien que se veía con el traje de oficina y esa camisa gris que le quedaba ligeramente holgada. Y él, en cambio, un mesero más, una persona más en la fila de espera para tener siquiera un poquito de dignidad en la vida, ganándosela de a poco, aunque no le avergonzase tanto, pero cuando pensaba en aquel chico, si le daba vergüenza, él al lado de ese chico era basura, desperdicio de alguna joyería, donde se quedan con lo mejor, en este caso el chico de ojos claros, y él lo que votan, lo que venden por la calle, las veredas de alameda  y demás lugares comerciantes, quizá hasta en Meiggs. Resopló, sintiéndose cada vez más decaído ¿pero qué le pasaba? ¿Ese era acaso un Fuentes' no, en definitiva, Fuentes eran los de personalidad, los campantes por la vida, positivos y a todo dar. Ya decidido, por haberse dado aliento él solito, se dirigió donde el patrón, entonces una nueva pregunta le atravesó los sesos ¿sería prudente pedirle permiso para cantarle al hombre de la mesa número 7?  No estaba seguro, pero sospechaba en que no iba a salirle muy bien una positiva de parte del patrón, ¿qué le diría entonces? Quizá ni le diría permiso de ir a tocar algo, se supone que estaba de mesero... tal vez, no ya, era suficiente, él no era de excusas, si salía, salía todo a mano de Dios, como decía su mamita. Hablado y conversado con el dueño, quien al parecer le había gustado la idea del mesero, no había mucha gente como para decir que necesitase más personal, de hecho sobraban, así que estaba autorizado. Nervioso y ansioso fue a la parte trasera del escenario, buscando la guitarra acústica que debía asegurarse estuviera afinado. Habló con uno de los tipos de la orquesta haber si uno de ello le ayudaba, aunque no estaba muy seguro qué mierda cantar. Miró hacía Kellin nuevamente cuando ya tenía todo listo y preparado. Justo un momento de película, sus miradas se cruzaron, no había nada que interpusiera esos ojos tan claros con los de él, tan... normales a decir verdad, sin gracia ni llamativo como solía decirse por ahí, el café era tan normal alrededor del mundo, no era como un azul, o un verde o gris, no, era normal y para la gente era bastante mierda y poco atractivo, pero eso no importaba mucho para él, cada uno era bendecido de diferentes maneras, lo había aprendido a medida que crecía.     Luego de tener listito al chico, que por cierto pidió el tipo del violín, y el del cascabel, sonido que le recordaba a su infancia de por vida. La canción ¿qué le iba a cantar? Aún no sabía bien, pero perdido en aquellos ojos cristales a unos metros de distancia, recordó los días después de haberle conocido, recordó que aquellos ojos tan bonitos y redondos no le habían dejado tranquilo todo este tiempo, esos labios entre abiertos que lo habían tenido prácticamente atormentando algunas noches y hasta de día. Entonces un pequeño hilo de canción se le vino encima, y eso le hizo brillar los ojitos, lo que a Kellin le quedó mirando ahora con duda ¿qué le pasaba a ese moreno? Seguro se preguntaba. Finalmente fue él quien desvió la mirada, le estaba incomodando el cómo Víctor parecía perdido, como si mirara a través de ellos, y eso le daba miedo en cierto punto, se sentía casi al descubierto. Imposible sería que fuese una especia de lector de mentes o algo parecido a ello.

Volvió la mirada a saber qué hacía el moreno de pelo tomado. Estaba hablando con dos tipos que se encontraba también en el escenario ¿qué también tocaba ahí?  No sabía que tuviera tantas facetas en el local, tal vez seguro el dinero le faltaba. Se acercó al micrófono y lo tocó levemente, comprobando que funcionaba bien.

Kellic A La Chilena ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora