Kellic A La Chilena ✅

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De la pileta se oía el chorrillo de agua chocar contra el cemento y la loza, salpicar y mojar a un bulto bajo la sombra y a esa guitarra junto a él como la fiel acompañante, una gorra con algo de monedas y papeles de dibujos y apuntes que en algún momento le daban vida a las singulares, únicas y deprimentes canciones que sonaban en aquel lugar hace ya, unos siete a ocho meses. Era ubicado, aquel chico lo conocían ya bastantes personas que frecuentaban y se sumergían a su melancolía y ese dolor que las cuerdas gritaban, en un llanto vacío y frío.

"Qué culpa tengo yo mi amor
De enamorarme de ti
De pasarme tantas noches
Sin poder casi dormir
Tal vez pienses que estoy loco
Te confirmo que es así
Es el brillo de tus ojos
Lo que me pone a sufrir..."

Algunas personas le miraban, por qué alguien con tan dulce y triste voz debe estar ahí, por qué ha de sufrir para obtener rendimiento, por qué tantas cosas.

Vic había decaído anímicamente hace ya bastante, Mike lo sabía, su madre y hasta su padre lo sabían. Jaime había vuelto, intentando sacarlo de dónde sea que se encontraba, se había juntado con Tony pero fue una pésima idea, aunque él no lo sabía hasta que Mike lo echó de la casa como si fuera un perro con lepra.
De todas formas sus intentos no fueron lo suficiente fuertes para lograr algo diferente. Lo había dado por sentado, Vic volvería a los vicios como años atrás, volvería a ser un hipócrita, volvería con aquellos mismos tipos de antes y comenzaría nuevamente toda la pesadilla para la familia y el alrededor, volverían los escapes, los problemas con los carabineros y los de la PDI, volvería todo, comenzaría primero, con sus vicios; primero el alcohol, el cual ya comenzó una semana después de lo ocurrido, luego agregaría la pasta base ya que la marihuana había perdido el efecto y su escala subiría con rapidez, porque para Vic poco era la nada y mientras más fuerte y rápido tomaba el efecto que deseaba, le era mucho más satisfactorio, y por qué Jaime sabía todo eso, porque había sido él mismo que lo había metido en todo. Lo conoció en un pleito de calle cuando Vic trataba de pedir un cigarrillo y todo se fue a la mierda al tropezar y botar la bolsa mayor del grupo. Jaime lo sacó de ahí, y como él era alguien que se había inducido y conocía todo, lo primero que descartó fue llevarlo a urgencias ya que conocía como los iban a tratar, su solución fue básica, un poco de lo que él tenía calmaría el mal estar de aquel joven golpeado, lo hizo, efectivamente, y convirtió aquello en una amistad algo peligrosa. Aunque dicen que el tiempo lo cura todo, ocurrió algo muy parecido, pero no eficaz, ya que no todo estaba curado en ellos.

Vic prendió marcha por la tarde a casa. La madre le aguadaba como todos los días con angustia, sabía que no comería, pero aún así le tendía un plato de comida en la mesa, le rellenaba bajo la almohada el paquete de suflitos junto a una pequeña botella de pisco para mantenerlo en casa. Una manera errónea, pero desesperada. Ella no quería más dramas, no quería más refuerzos en su casa buscando, intrusos en busca de evidencia contra su hijo, no quería más nada de antes.

— Mañana llega el papi a la casa, vamos a salir adelante y con loh ahorroh que tenemos hay planes al fin —Vivian le dice, trozando un pedazo de pan y dejándolo junto al plato que Vic mira e intenta comer con lentitud.

— Que hueno, poh mamita. ¿Y Michael? —Lo mira y sonríe. Mike ha seguido buscando trabajo, ahora es cajero en un restaurante, se lleva bien con el jefe y los clientes suelen dejarle buenas recomendaciones y atenciones, propinas y dulces rellenan un jarro de vidrio a su lado.

— Está por llegar, iba a pasar a comprar algo pal papito me dijo —sonríe, Vic finalmente a acabado el plato de comida—. ¿Te doy máh, hijo?

— No, graciah amáh. Mañana saldré un rato ¿ia? No quiero que mi viejo me vea así, veré si encuentro pega en alguna hueá aunque sea —se ríe asintiendo, se levanta de la silla y se va a su pieza junto a su guitarra.