Capítulo Especial |Parte 2 |

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~ especial Perrentes, segunda parte. ~



Retiró sus pies del sofá de aquella habitación, mirando a su alrededor el decorado campestre y como las pinturas barrocas adornaban las paredes en diversas posiciones, la pintura descastada del opaco violeta que quedaba de ella. Se había quedado dormido, claramente. Escuchando aquella canción campestre que nuevamente se oía en todo el cuarto.
Suspiró amargamente, aún con ese recuerdo y la sensación del rechazo más impregnado que la primera vez.

Encendió un cigarrillo, dejándose caer por completo del mueble para acostarse y observar el techo. Sabía que ya no tenía posibilidades de mucho, quizá a lo más se llevarían bien, aunque esa misma decisión dependía mucho más del otro que de él mismo, si fuera por él...

Ahogó un gimoteo ¿qué podía hacer alguien en su posición? Le avergonzaba la idea de solo pensar en cómo le dirigiría la palabra. Verle el rostro frío y amenazador que tiene frente a desconocidos, perder ese brillo que le entregaba siempre, porque quizás sí, era verdad, la había cagado de mil maneras. Como le molestaba su actitud borracha y celosa ¿por qué tuvo que hacer esa escena de celos? ¿Acaso creía que sería correspondido? La cabeza le zumba, sabe perfectamente las respuestas y le duele aún cuando no lo reconoce del todo. Le duele porque en lo más profundo, el anhelo sigue siendo más grande que todo.

La pista cambia, ahora es más melodiosa, más baja, más triste y le deprime aún más. Suspira cerrando los ojos, siente como su móvil vibra en el bolsillo, sabe quién es, por eso no le contestará, está rendido, despedido desde el preciso momento y entonces, deja de insistir la llamada.

Y ahí se queda durante gran parte del día, cambiando la posición de su cuerpo cuando las articulaciones parecen detenerse, con mucha hambre, sed y muchísima pena. Entonces es verdad, la tristeza es capaz de asesinar a la gente.

Tres horas más y la puerta es golpeada.

— ¡Oe poh hueón! Abre la puerta agilaoh —parpadea, cierra los ojos y contiene la respiración.

"No ahora, por favor."

Piensa y exhala fuerte, sin muchas ganas de nada.

— Abríh o te la abro, culiao. Vóh decidí, así de vioh.

Arrastró los pies, cediendo ante aquella amenaza honesta.Deja el cigarrillo apagado en aquella pequeña estatua.

— ¿Qué te pasa que vienes así de pesaoh? —le frenó al entrar. Mike avanzó dentro de la casa con pasos algo bruscos y se fue a sentar al sillón principal con manchas de kétchup—. ¿Qué teníh?

— Nah. Tengo hambre no máh. Prepara algo —alzando las cejas se acercó al mueble junto a la tele y apagó la música, mirando a Mike con expresión recelosa por la aparición tan inesperada, pero deseada, de algún modo—. Ya poh, hace algo que tengo hambre.

— ¿No deberíaih estar trabajando?

— Mira quién habla.

— Me despidieron —contentó de forma agresiva, sin titubeos, no dejaría por nada del mundo verse indefenso frente a ese muchacho.

— Somo doh entonces, poh. ¿Vaih a cocinar o teníh nana?

— ¿Qué hueá te pasa? no soy tu niñera. Dime de una qué veniste a hacer aquí —se cruzó de brazos en el pecho. Tal vez deseaba verse potente, fuerte y con agallas, pero ambos sabían que pelear sobrios nunca iba a pasar.

— Vine a verte, punto. Tengo hambre. Prepara algo o pasai hambre todo el día.

— Puedo cocinarme cuando quiera.

— No, hoy. Apúrate

— ¿Qué? ándate culiaoh. Anday súper pesaoh ¿qué teníh? —alza las cejas.
El cuerpo de Mike se levanta con algo de pereza, pero a fin de cuentas lo logra y se posiciona frente a su amigo pretendiendo imponer su autoridad, cosa que no logra, Tony lo conoce demasiado como para temerle en ese preciso momento ¿dónde tomó ese valor? Ni él mismo podría responder a aquello, pero está agradecido de su autoestima y esa capacidad mental de tomar la situación tan bien y orgullosa.

— Tengo las entradas. O comíh o no vamoh a ver tu hueá de las galaxia; elige —sobresaltado, parpadea luego de un colapso al soltar sus manos de los brazos.
Tan mal como siempre, tal equivocado como lo es él, pero, bueno, tampoco es su culpa, no toda por lo menos, solo a Mike se le ocurre llegar así de antipático y mandón.

— PERO QUE ERÍH SACO'WEA ¿QUÉ TE COSTABA DECIRLO AL PRINCIPIO? MONO Y LA...

— Comiah dije, men —lo empuja a la cocina.

Tony rellena sus pulmones y da pasos agigantados a la cocina.

Mierda, mierda.

Las entradas.

El cine.

La película.

Su favorita.

Si no controlara su cuerpo a tiempo convulsiona contra el suelo de madera.

— ¡Te amo más que la perra! —vuelve a los brazos de Mike—. Graciah —le dice apretándole las costillas. Mike se ríe mientras corresponde el abrazo, pero eso no lo es todo, porque cuando el, ahora, sonrisas de Tony se separa de él, nota que sus párpados cedieron a la alegría del chico—. Eres el mejor de los ami...

— Deja de chupármela. Tengo hambre te dije —se ríen.

— Ya, ya. ¿Arroz o arroz?

Mike suspira.

— Será.

Kellic A La Chilena ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora