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Vic lleva varios días sin ver a Kellin, Mike se pregunta si es que acaso han discutido o algo por el estilo, pero no pregunta nada al respecto, le parece extraño de todas formas el hecho de que Vic anda muy campante por la vida como si todo estuviera bien, y en lo absoluto, Mike sabe que no todo está bien con su hermano, lo conoce.
Vic ha salido a comprar unas cosas, le dice a  Mike mientras cierra la puerta. Así que Mike corre escaleras arriba y entra al cuarto de lado de Vic para revisar exactamente todo lo que puede y hallar lo que sospecha.


Kellin ha comenzado a reorganizarse, a pesar de que extraña a Vic, él sabe que debe esperar porque fue algo que acordaron después de todo. Comenzó a trabajar con Chris con una mini empresa de exportación de productos y esos primeros días aunque les costó llamar la atención se pudo ya que una de las seguidoras de la tienda les sugirió que Chris modelara con los productos pues era bastante guapo y haría más fama de ese modo. Una idea que a ninguno de los dos se le hubiera ocurrido. Kellin llamó a un viejo amigo suyo fotógrafo y le cobró algunos favores, así que pronto Chris lucia ropa o las enseñaba con fondos pegados desde photoshop.

Todo estaba bien, las cosas a Kellin prontamente comenzaron a cobrar sentido y mientras veía los productos y catálogos, se informaba nuevamente del hogar, anhelaba hacer una visita, pero estaba tan ocupado que no lograba darse el tiempo que necesitaba para ello, y eso lo hacía sentir mal.
Estaba tan sumergido en esos pensamientos que le costó escuchar el teléfono, el remitente era Victor, así que atendió sin pensárselo dos veces.

— ¿Aló, Vic? —Él contestó de inmediato—. ¿Cómo has estado? —Cuestionó, escuchó una risa del otro lado, así que guardó silencio.

— Ho-hola, poh —le respondió Vic, riendo nuevamente—. Te llamaba porque necesitaba saber si podías verte con...mmm bueno no sé, la verdad es un cuento corto que debo decirte —Kellin tragó saliva, sintió como una corriente le recorría la espalda, no sabía qué era eso del "cuento corto" que Vic le diría, pero su cuerpo reaccionó de mala forma.

— Ah. Si quieres podemos vernos —le sugirió de todos modos—. ¿Dónde estás?

— Lejos —le respondió a secas. Kellin tomó una gran cantidad de aire.

— Bien, entonces ¿qué debes decirme?

— Lo intentamos ¿no? — ¿A qué venía eso?

Kellin separó el móvil de su oreja para percatarse de que realmente era él quien llamaba.

— ¿A qué te refieres con eso?

— A que esto no va a funcionar, Kellin. Estamos separados, no solo por la distancia que tenemos físicamente, nos hemos aislado. Pasé estos días pensando en lo qué hemos hecho y es verdad, nos hacemos daño de alguna forma u otra, por eso yo creo que... —fue ese pequeño lapso de tiempo en que el moreno de ojos claros comenzó a oír un pitido en sus oídos, no entendía lo que Vic decía y después de lo que había escuchado tampoco deseaba entender más, estaba claro, pero una parte de él le decía que era mentira y estaba tal vez dormido nuevamente sobre el escritorio de su casa como quedaba gran parte después de un día agotador—. ¿Kellin? ¿Estás escuchándome?

— Ya desperté ¿dónde estás para que hablemos?

—  ¿No me escuchaste? Te dije que no estaba cerca. Kellin; esto se acabó. Ya no quiero seguir pensando en cuando volveré de nuevo a perderte. Tengo y tenemos que salir adelante. Adiós.

Y el constante ruido al colgar la llamada se escuchó un par de segundos hasta que se finalizó por completo.

Kellin quedó mirando un momento a la nada, por la ventana, dónde las hojas caían al suelo y un aire tibio recorría la ciudad en aquel caluroso día.
No sabía cómo describir lo que acababa de pasar, de hecho ni sabía ni cómo sentirse, su cuerpo parecía haber quedado en el aire después de aquella noticia. No lograba entender por qué estaba pasando esto ni qué sucedió en ese lapso de tiempo en que Vic había cambiado tanto como para decir semejante tontería.
Miró nuevamente la llamada, tomo el laptop de la mesa y comenzó a buscar si es que Vic había dejado el GPS encendido para saber dónde carajos estaba. No podía cortarle por teléfono, era inmaduro y estúpido de su parte. Pero de todos modos no logró hallar su ubicación.
Era frustrante, era una mentira, si no lo escuchaba a él mirándolo a los ojos entonces no lo iba a creer por nada del mundo.

Se levantó de la silla y se dirigió al salón para rellenar la taza de café de sus manos. Miró por la ventana del comedor hasta la cocina, dejó el preparado en la cafetera y espero a que se sirviera, miró por un costado, iba a suspirar, pero escuchó el soplido del aire y una lágrima comenzó a caer por su mejilla, una que condujo a las demás a seguirle el paso.
Pronto Kellin estaba golpeando las paredes y volcando la cafetera contra el suelo, pateo las sillas de la cocina y botó vasos, platos y cuanta cosa se le cruzaba por delante, todo estaba roto en un par de minutos, dejándolo caer contra el suelo. Se agitó tanto que no lograba llorar ni respirar al mismo tiempo. Su garganta le dolía y eso se debía a que había logrado gritar un par de cosas mientras rompía todo.



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Habían pasado dos semanas, Chris entraba como un día normal a la casa de Kellin con la llave que copió y fue a la oficina que tenía su amigo al fondo de casa, junto al salón y todo eso de por medio, ignoró al dueño de casa que veía televisión y encendió la laptop, contestó dudas sobre los pedidos y avisó sobre las nuevas cosas que tenían para vender, publico unas fotos y se tomó un par de selfies para añadirlas de forma temporal en el perfil.

Chris sabía lo que había pasado después de dos días desde lo ocurrido, intentó de todo para convencer a Kellin que dejara de intentar comunicarse con Vic puesto él no le contestaría de todas formas, tuvo que detenerlo al querer ir a buscarlo a la casa, él debía rehacer su vida y no pensar en ese otro. Era joven aún, pero eso Kellin no lo tomó de la mejor forma, seguía callado mirando películas de animales y románticas todos los días, atendía por las mañanas la tienda online y lo dejaba por las tardes, seguía consumiendo chatarra y cada vez era peor, no se controlaba, cuando tenía ganas de llorar, se metía frituras y golosinas a la boca, era una especia de terapia estúpida pero lo mantenía más cuerdo de lo que se puede creer.

Como a Christofer las cosas le iban saliendo cada vez mejores, optó por arrendar su apartamento, decidió ir a vivir con Kellin y manejar la tienda más, costeó los gastos del hogar que Kellin abandonó a la semana después de la última llamada, contrató a la antigua ama de llaves y restableció un poco el orden que le hacía falta a su amigo.

— Ya que no te interesa nada más que sólo tragar, comenzaré a recortar tu parte —él le había dicho esperando a que Kellin protestara contra él, justificando tal vez su ausencia.

— Me da igual, lo que sea me alcanza para comprar la mercadería —había dicho a cambio, provocando a Chris un suspiro de perdida.

—  Habiendo tanto hueón bueno en Santiago y tú llorando por ese otro drogadicto —aquella última palabra hizo a Kellin arrugar la frente, se levantó y fue a donde se encontraba el castaño, aunque le costó el levantarse del sofá, logró ponerse de pie y caminar a encararle, transmitiendo en los ojos rabia a diferencia del dolor que era normal.

— No te atrevas a decir eso de él, está rehabilitado. Es cosa del pasado. Y yo... yo estoy así porque quiero.

— Cosa del pasado, claro —Kellin lo mira, la oscuridad de sus ojos no ha cambiado—. No me crees.

— No. No tendría por qué hacerlo.

— Ay, Kellin, eres tan despistado. Vic volvió a caer en todas las drogas a los días desde que tú te fuiste, no sólo era alcohol. ¿No lo notaste? Sus pómulos se marcaban más de lo usual, de hecho no me impresiona que ahora esté por ahí en cosas ilícitas.

— ¿Qué pretendes?

— Nada.

— Entonces deja de mentir. Él está bien, tal vez mucho mejor que yo.

Kellic A La Chilena ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora